La Razón (Andalucía)

Relaciones

- Ángela Vallvey

EnEn un debate preelecto-ral preelecto-ral presidenci­al (2016) entre Hilary Clinton y Trump, la primera le espetó a su contrincan-te, contrincan-te, sin circunloqu­ios, que Donald era «una marioneta de Putin», siempre «dispuesto a hacer lo que Vladimir le dijera», cosas como «deshacer la OTAN»… Bueno, aunque Hilary no gusta en general (a las mujeres po-derosas, po-derosas, con inteligenc­ia y recursos, suele ocurrirles que no caen dema-siado dema-siado simpáticas), debemos admitir que la señora apuntaba bien: Trump pronto expresó su deseo de paralizar la OTAN, dejándola en «muerte ce-rebral» ce-rebral» (Macron dixit). Luego contri-buyó contri-buyó a extender entre la derecha dura la cantinela de que «la Nato no sirve para nada. Debe disolverse igual que se deshizo el Pacto de Var-sovia, Var-sovia, porque su tiempo ha pasado». Esa idea, de tufillo putinesco, se coló en el escenario internacio­nal y la compran todavía devotament­e los seguidores trumpistas. Adictos recal-citrantes recal-citrantes del mundo entero que se muestran seducidos por tantas y cuantas artimañas de Putin y sus es-birros. es-birros. Pero quienes defienden con pasión la actitud de Trump hacia Putin –frente a la de Biden–, acaso olvidan las oscuras relaciones de Trump con ciertos oligarcas rusos, no bien aclaradas, y con el propio Putin… La genialidad de Putin ha sido alimentar movimiento­s con di-nero di-nero «cantante y sanante» que han hecho crecer tanto a la extrema iz-quierda iz-quierda como a la extrema derecha en muchos países de Europa, como por ejemplo el nuestro. Porque Putin sabe que los extremismo­s internos son desestabil­izadores y logran de-bilitar de-bilitar a cualquier Estado. Sabe que, para dinamitar proyectos como la OTAN o la UE, lo mejor es lograr que se desmiembre­n, y que sus partes, a su vez, se disuelvan, devorándos­e a sí mismas. Algo que está ocurriendo en gran medida en Occidente, y que ha sucedido concretame­nte en Es-paña, Es-paña, donde sañudos movimiento­s independen­tistas, derechista­s, iz-quierdista­s…, iz-quierdista­s…, han recibido el apoyo de Putin y sus delegados monetarios, siempre atentos a cualquier fenóme-no fenóme-no que conlleve ruptura, grietas en el sistema, y por tanto enfrentami­en-to. enfrentami­en-to. Y finalmente agotamient­o, o sea: flaqueza y pobreza. Kaput. Pues así se acaba hoy con los adversario­s, aunque sean más fuertes.

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