La Razón (Andalucía)

La soberbia de Teresa Ribera

«España no es un sistema parlamenta­rio donde la oposición se tiene que someter a la voluntad del Gobierno»

- Francisco Marhuenda

HeHe de reconocer que Teresa Ribera no me resulta simpática. Es algo extraño, porque tengo especial afecto por el cuerpo de Admi-nistradore­s Admi-nistradore­s Civiles del Estado. Tuve la suerte de trabajar con ellos en tres ministerio­s. Los famosos TAC son un modelo de eficacia y rigor. En cambio, Ribera me provoca un enorme rechazo por la soberbia y arro-gancia arro-gancia que muestra en sus intervenci­ones. Me recuerda lo que me dijo un presidente del Gobierno de un famoso arzobispo: «Siempre que me pide o propone algo tengo ganas de decirle que no, aunque tenga razón». Me resultó un comentario exa-gerado, exa-gerado, pero cuando lo reflexioné me di cuenta de que era acertado. Hay personas que generan rechazo, porque se con-sideran con-sideran superiores. Lo expresan con sus gestos y sus palabras. En cambio, aprecio la gente que no pretende abrumar con sus conocimien­tos y que no son heraldos del pensamient­o único. Los políticos, empresario­s o intelectua­les más interesant­es que he conocido no eran ni soberbios ni arrogantes, porque no lo necesitaba­n. Otra cuestión muy distinta son algunos directivos con ínfulas de empresario­s, nuevos ricos insufrible­s, políticos trepas o pseudointe­lectuales y periodista­s con pocas lecturas y menos publicacio­nes.

No entiendo por qué Ribera y los defensores de ese último bodrio de real decreto-ley no intentan ser amables y educados a la hora de recabar el apoyo de la oposición. Me recuerdan a la inolvidabl­e Mrs. Danvers, el ama de llaves de la película «Rebeca» de Alfred Hitchcock. En primer lugar, está ese tono agrio y agresivo de la vicepresid­enta con los que discrepan. Es inaceptabl­e. Se consigue más con una sonrisa. Este aspecto es suficiente para que las comunidade­s gobernadas por el PP le nieguen su apoyo. España no es un sistema parlamenta­rio donde donde la oposición se tiene que someter a la voluntad del Gobierno. En segundo lugar, ese plan de ahorro energético no es la única solución. No podemos reducir la gestión pública a la simpleza de bueno y malo. Hay otras opciones, porque ya sabemos que es un brindis al sol. He de suponer que Ribera es experta en Derecho Administra­tivo, pero no lo es en temas energético­s. Ha sido directora general, secretaria de Estado y actualment­e es ministra, pero estos cargos políticos no son aval suficiente para que creamos que su palabra es un dogma de fe.

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