La Razón (Andalucía)

Crimen de Almonte: 11 años de un doble asesinato sin resolver

► Un padre y una hija recibieron más de 150 puñaladas y en el juicio el acusado fue absuelto

- M. González Q. SEVILLA

ElEl doble crimen de Al monte cumplió este sábado once años sin resolver. La noche del 27 de abril de 2013, Miguel Ángel Domínguez, de 39 años, estaba en su casa de la avenida de los Reyes del municipio onubense. Se duchaba para ir a cenar a una pizzería con su hija María, de ocho años. De fondo, un partido de fútbol. Un amigo se marchó sobre las 21:45 horas. Sobre las 22:00, alguien abrió el portal, subió, entró en el domicilio, atacó a Miguel Ángel recién salido de la ducha y le acuchilló medio centenar de veces. La niña corrió a la cocina, cogió un cuchillo para defenderse, corrió a su dormitorio y recibió más de un centenar de puñaladas. El cuerpo quedó tapado con una manta. Después, el asesino fue al baño y limpió el arma con una toalla. Se aseó y limpió las zapatillas. Más de una década después, y tras un juicio en el que quedó libre el principal sospechoso, el crimen sigue sin resolver y la familia reclama justicia.

Las primeras pesquisas se centraron en un ciudadano rumano que había robado en un supermerca­do y en un marroquí que fue al ambulatori­o con un corte en la mano. Ambos tenían coartada. Según la investigac­ión de la Guardia Civil, el doble crimen debió suceder entre las 21:52 horas y las 22:02. La franja horaria se determina por los ruidos que escucharon los vecinos y los mensajes que enviaron al respecto: «Están peleando al lado de mi casa. Una niña está gritando». La investigac­ión se centró en la pareja de la madre de la niña y ex mujer del padre, Marianela Olmedo. A los 14 meses se detuvo a un ciudadano almonteño con el que la mujer del fallecido le habría sido infiel. Los tres eran compañeros de trabajo. A finales de 2017 un jurado lo declaró no culpable. La mujer defendió en principio al sospechoso pero después declaró que era celoso y agresivo, además de controlado­r. El hombre fue detenido porque supuestame­nte se hallaron restos suyos en las toallas de la casa. El exculpado alegó que pudieron llegar de forma indirecta por los contactos físicos que mantenía con su entonces pareja. El jurado determinó su absolución y el Supremo lo ratificó. El jurado popular consideró imposible que el acusado pudiera salir de su trabajo, cometer el asesinato y regresar al supermerca­do en el que trabajaba, ya que varios testigos lo vieron después de las 22:00 horas.

La Guardia Civil buscó a «un varón, español, con una edad aproximada de entre 30 y 40 años en ese momento, que comete homicidio por primera vez, si bien pudiera tener algún antecedent­e policial por delitos leves o algún expediente por infracción administra­tiva» del entorno de las víctimas. En la investigac­ión, la Guardia Civil halló la huella de unos guantes compatible­s con los que usan los trabajador­es trabajador­es del mismo supermerca­do que el acusado y las huellas de unas zapatillas de un número grande, un 44, lo que coincide con las zapatillas del 44 que encontraro­n en la inspección de la casa del encausado cuando él calza un 42. La defensa solicitó el análisis del ADN a una empresa privada, que dictaminó que podría haber llegado a las toallas por transferen­cia secundaria.

Dos vecinos situaron al sospechoso absuelto fuera del supermerca­do entre las 20:00 y las 20:25. El visionado de las imágenes de la empresa presenta al acusado a las 20:40 cobrando en caja hasta las 20:47; a las 21:00 pasa por la línea de cajas; y a las 21:38 se visualiza un carro y unos pies que, según la defensa, «son del acusado». La ex novia del acusado señaló que lo vio en la tienda a las 21:40 y a las 22:00 saliendo con Marianela. Otros compañeros no lo recuerdan. El fiscal señaló que el acusado «movido por los celos, acabó con su principal rival sentimenta­l llevándose por delante a la pequeña por reconocerl­o». Los psicólogos señalaron que el acusado era una personal normal y sencilla, descartand­o el carácter agresivo; mientras que peritos de la acusación remarcaron su carácter violento y celoso. Las huellas del número 44, la ausencia de pelos o sangre y el supuesto regreso al lugar del crimen de madrugada para «hacer la cama» y una marca a la niña siguen siendo otros de los interrogan­tes. El acusado fue indemnizad­o por el tiempo que pasó en prisión preventiva. La Sala de lo Penal del Supremo confirmó la sentencia del TSJA que, al igual que la del Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Huelva, absolvió a F.J.M., acusado del doble asesinato de Almonte en 2013. Según la Sala, se «plantea una expresión de duda sobre la prueba pericial que en el ámbito penal de la jurisdicci­ón tiene un contenido concreto, la absolución».

Respecto a las declaracio­nes de los testigos, la de los compañeros de trabajo, incluyendo la de la mujer del fallecido, señaló que la valoración del jurado también es «racional». Después de oír esas declaracio­nes, los magistrado­s se decantaron por las testifical­es que sitúan al acusado en el centro comercial en una franja horaria, a las 21:45 horas, «que es incompatib­le con la causación de la muerte del fallecido». El absuelto del doble crimen de Almonte señaló: «Se ha hecho justicia conmigo y voy a exigir que se siga investigan­do».

«El caso desgraciad­amente queda inconcluso, para nosotros, por un sistema fallido», señala Aníbal Domínguez, hermano y tío de las víctimas, en declaracio­nes a LA RAZÓN. «El Estado y el sistema judicial han fallado estrepitos­amente. Estamos así por mor de un jurado popular que no ha estado a la altura de las circunstan­cias. Estamos en una encrucijad­a. Lo que es triste, lamentable, penoso y calamitoso es que un Estado se permita el lujo de que un padre y su hija de ocho años, un ser inocente, no tengan justicia después de once años y eso es una barbaridad» lamenta. «Que el Estado se permita el lujo de no resolver un caso de dos personas que estaban en su propia casa demuestra el estado de insegurida­d en que vivimos y que evidenteme­nte el estado no ha ofrecido ningún tipo de garantía y nos ha dejado en el más absoluto de los abandonos», añadió. «Nos encontramo­s con una sensación de impotencia como familiares pero sobre todo por el honor y la memoria de mi hermano y de mi sobrina, que no van a tener justicia», indicó. «La UCO con los dos equipos, porque hay dos investigac­iones, concluyen lo mismo. A la justicia profesiona­l no le hubiera temblado la mano ni se hubiese asustado de establecer una condena». Aníbal Domínguez concluye: «La situación es de impotencia y rabia. El Estado y la Justicia tienen las manos manchadas de sangre».

«El Estado y la Justicia tienen las manos manchadas de sangre», señalan los familiares

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LA RAZÓN La madre y esposa de las víctimas, Marianela Olmedo

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