Somos el mono exponencial
La Fundación Telefónica acoge una muestra sobre el progreso de la tecnología de las comunicaciones de los últimos 150 años
SomosSomos el mono exponencial. De los muchos apellidos que se le han puesto a nuestra condición de primates para diferenciarnos de gorilas, chimpancés y neandertales, esta es una de las menos usadas y, en cambio, de las más interesantes. Porque hay algo en nuestra civilización que parece seguir esa misma función matemática que describe el crecimiento de una colonia de bacterias o la multiplicación de aquel legendario grano de arroz por cada casilla de ajedrez. La cultura es acumulativa, pero puede crecer por adición, sumando poco a poco, siempre al mismo ritmo.
De hecho, así es como se ha comportado durante muchas épocas, pero, de un tiempo a esta parte, la humanidad ha emprendido el camino exponencial, acumulando conocimiento cada vez más rápido; en lugar de con una modesta suma, con la multiplicación de sus términos. Y, aunque con otras palabras, así lo cuentan en la última exposición permanente del Espacio Fundación Telefónica a través de ochenta objetos de su patrimonio histórico tecnológico. Una exposición compuesta por más de 10.000 piezas audiovisuales y nueve instalaciones interactivas, además de infografías y material documental. Elementos que apelan a esa historia exponencial que, como sociedad, estamos viviendo a través de la tecnología. Es más, en la propia exposición se nos invita a un viaje de ida y vuelta en el que es tan importante lo que nosotros hacemos de esa tecnología como lo que esa tecnología hace de nosotros. Porque, lejos de abominar de la aceleración de los tiempos que vivimos, hemos decidido abrazarlos y alimentar su lumbre con un I+D+i cuyas letras no incluyen la H de humanidades.
Todo termina con una IA
La legislación a duras penas logra seguirle el paso al progreso y el análisis ético intenta todavía ponerse al día con los avances del siglo pasado. En palabras de María Brancós, jefa de exposiciones de Fundación Telefónica: «El pasado de esta exposición va bastante lejos. Las primeras piezas son de 1850 y algo y nos ayudan a entender que, en su momento, aquello también era tecnología punta. La diferencia, en todo caso, es sus equivalentes modernos quedan obsoletos antes».
La muestra, «Exponencial: de analógicos a digitales», da la bienvenida al visitante con una instalación de luz que evidencia este concepto de aceleración, aunque desde una perspectiva más neutra. En ella se muestra cómo el teléfono tardó cincuenta años en lograr cien millones de usuarios; el móvil, doce; Instagram, dos años y el chatGPT, solo dos meses. La valoración queda al criterio del visitante y le invita a reflexionar con cada una de las instalaciones. Porque, dejando a un lado el cinismo con el que solemos mirar el progreso tecnológico, sería necio negar sus muchas ventajas. La cuestión que urge responder no es esa, sino si merece la pena. Tal vez necesitemos parar y reflexionar. «Lo cierto es que, posiblemente, esta exposición tarde muy poco en quedar obsoleta», afirma Brancós; «sin embargo, una de sus novedades es que incluye una parte muy importante de reflexión sobre el futuro. No queríamos resignarnos a hacer una revisión de la historia de lo que existe hasta ahora. Hay una parte de la exposición, al final, que está pensada para ser actualizada».
De hecho, al terminarla, el visitante se encontrará en una gran instalación inmersiva e interactiva donde una voz le interroga sobre el futuro del trabajo, la educación, las comunicaciones o la vivienda. Es entonces cuando una inteligencia artificial capta la respuesta en la voz y, a partir de ella, recrea ese futuro en imágenes. Visitante a visitante, estos escenarios futuros van generando un atlas del futuro que podría ser. Un intento del colectivo en investigación y diseño de datos, Domestic Data Streamers, para establecer un diálogo entre el usuario y la máquina y, así, descifrar cómo podría ser el porvenir de la humanidad. «Igual que creemos que lo más material puede quedar obsoleto, es cierto que la exposición se pregunta por cosas muy universales. Esas preguntas esenciales de qué es el ser humano, qué deseamos, por qué nos comunicamos…». Y, como sugiere asimismo María Brancós, eso seguirá vigente mientras exista el ser humano, vivamos al ritmo que vivamos.
DÓNDE: Espacio Fundación Telefónica. Madrid. CUÁNDO: Permanente. CUÁNTO: Gratuita.