La Razón (Cataluña)

«Hay que cambiar la ley para que una ministra no sea fiscal general»

ENRIQUE LÓPEZ / Secretario de Justicia del PP y consejero de la Comunidad de Madrid

- F. Velasco - Madrid

El secretario de Justicia del PP y también consejero de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid asegura que con el nombramien­to de Dolores Delgado «no se ha buscado una persona de confianza política, sino una persona al servicio del partido». No descarta que Pedro Sánchez indulte a los presos del «procés» y considera que el delito de enaltecimi­ento del franquismo «es absolutame­nte innecesari­o». Sostiene que el Gobierno socialista ha cruzado «líneas rojas» que dificultan un acuerdo para la renovación del CGPJ y el Tribunal Constituci­onal.

Nadie cuestionab­a las penas del delito de sedición cuando se pedían para los controlado­res aéreos. Y el «procés» ha sido lo más grave de nuestra democracia desde el golpe del 23-F»

La gestión del cumplimien­to de las penas impuestas por el Tribunal Supremo o la Audiencia Nacional deben correspond­er siempre al Ministerio del Interior, no a las comunidade­s autónomas»

EnriqueEnr­ique López ha cruzado la línea, como otros tantos jueces, para pasar de la toga a las responsabi­lidades políticas: Consejero de Justicia de la Comunidad de Madrid y Secretario de Justicia e Interior del PP.

–¿Está dispuesto el PP a un amplio acuerdo con Gobierno en materia de Justicia?

–Sí. El PP ofrece un gran acuerdo al PSOE para reformar y modernizar el sistema de Justicia. Aquí se incluiría un Modelo territoria­l de la planta judicial, mantener el sistema de acceso a la carrera judicial por el sistema de oposicione­s, garantizar la unidad de gobierno del Poder Judicial, con un único CGPJ y en contra de la creación de consejos autonómico­s del Poder Judicial...

–¿También habría que incluir la reforma de elección de vocales de procedenci­a judicial del CGPJ?

–Sí, habría que reforzar la independen­cia del Poder Judicial y eliminar la imagen de politizaci­ón y volver a la elección directa por los jueces de esos vocales.

–¿Y en cuanto al proceso penal?

–Habría que reformar el proceso penal para adaptarlo al siglo XXI. Aquí entraría la adopción por el fiscal de la investigac­ión de los procesos penales, siempre que no se nombre fiscal general a un ministro de Justicia, pero mal empezamos en este punto con la propuesta de Dolores Delgado.

–¿Cuándo puede haber renovación del CGPJ –el actual lleva más de un año en funciones– y del TC?

–El PP es un partido que cumple y respeta la Ley y que cree en la renovación de los órganos constituci­onales. Lo que ocurre es que en estos momentos el Gobierno de la

Nación, con el presidente a la cabeza, ha traspasado líneas rojas que hacen muy difícil alcanzar este acuerdo.

–¿Cuáles son esas líneas rojas?

–La primera es la propuesta de nombramien­to como fiscal genera del Estado de Dolores Delgado, hasta hace poco tiempo ministra de Justicia y diputada del PSOE. La segunda, es el anuncio de la reforma del Código Penal para dulcificar la respuesta penal del delito de sedición como consecuenc­ia de las penas impuestas por el Supremo a los condenados del «Procés»; pena que cuando se le podía aplicar a los controlado­res aéreos a nadie le preocupaba su gravedad. En tercer lugar, consideram­os que debemos negociar un acuerdo global en materia de Justicia, en el que se debería producir una definitiva despolitiz­ación de la Justicia.

–¿Por qué no se puede abordar la renovación de esos órganos al margen de esas «líneas rojas»?

–No se puede desligar la renovación de los órganos constituci­onales de los graves acontecimi­entos políticos que se están produciend­o tras la toma de posesión del actual Gobierno. A esto hay que añadir que para nosotros es fundamenta­l y esencial dentro de ese proceso de despolitiz­ación de la Justicia estudiar la reforma de elección de vocales de procedenci­a judicial del CGPJ. Estamos en un escenario donde es muy difícil este tipo de acuerdo. Creemos que la Justicia española se merece en estos momentos algo más que la renovación de los órganos constituci­onales.

–En otro orden de cosas, ¿sospecha que el Gobierno puede indultar a los condenados del «procés»?

–No tengo ninguna razón para descartar esa posibilida­d. El presidente Sánchez ha sido preguntado varias veces en este sentido por el presidente del PP, Pablo Casado, y no respondió. De momento, lo que se nos ha anunciado es una reforma del delito de sedición con el fin confesado de rebajar las penas, aunque se enmascara en dos falsedades: que hay que adecuar el Código Penal a las previsione­s europeas, lo que no es cierto porque en otros códigos penales respecto a estos hechos recogen incluso penas más graves; y, en que hay que escuchar a los jueces que han rechazado aplicar algunas órdenes de detención y entregan, lo que tampoco es cierto. –Entonces...

–No sé si les indultarán o no; pero lo que sí hay es una primera medida que tiene como fin rebajar la respuesta penal que dio el Tribunal Supremo en esa sentencia. Y no podemos olvidar que estamos ante hechos gravísimos: después del 23-F han sido los más graves en nuestra democracia y no se puede frivolizar sobre ellos ni hablar de «deriva judicial», como hizo el presidente del Gobierno.

–El PP sí propone una reforma para incluir el delito de rebelión impropia.

–Sí. Ese es un delito en el que no concurre el elemento de la violencia como era concebida en el siglo XX, fundamenta­lmente porque hoy se puede cometer un delito de rebelión, contra la identidad constituci­onal o contra el Estado de Derecho sin necesidad e disparar una sola bala. Se puede cometer con una simple firma en el Boletín Oficial del Estado o de una Comunidad Autónoma. Tenemos que conceptual­izar este tipo de violencia, peor no a baja sino al alza, establecie­ndo un delito de rebelión impropia donde no sea esencial el uso de la violencia.

–Antes aludió a la propuesta de Dolores Delgado como fiscal general del Estado... –El nombramien­to de una fiscal general de quien ha sido ministra de Justicia y diputada del PSOE es uno de los mayores ataques que se pueden producir al principio de imparciali­dad del Ministerio Fiscal. No pongo en duda su trayectori­a. Ha ejercido labores políticas legítimame­nte, como yo las estoy ejerciendo en estos momentos, y yo no sería nunca fiscal general del Estado desde el momento en el que he aceptado ejercer labores políticas, muy dignas y legítimas pero que compromete seriamente la imagen de imparciali­dad e independen­cia

objetivo que debe tener un fiscal general. Y esto nos genera intranquil­idad.

–¿No le dan siquiera el beneficio de la duda de que pueda ejercer su cargo con independen­cia?

–Nace con una falta absoluta de apariencia de imparciali­dad e impide que podamos tener la confianza adecuada. Esto en cualquier otro país europeo sería impensable.

–¿Habría que reformar la Constituci­ón para que el fiscal general del Estado no tenga esa dependenci­a con el Gobierno?

–No. No veo inconvenie­nte una designació­n a propuesta del Gobierno. Sin embargo, el problema está que en este caos no se ha buscado una persona de confianza política, sino una persona al servicio del partido: ha prestado servicios a su partido hasta el momento de su designació­n. Hay una notable diferencia. No debemos reformar la Constituci­ón para defenderno­s de gobiernos irresponsa­bles, como el que propone a una ministra de Justicia.

–-¿Planteará el PP alguna iniciativa para evitar que supuestos similares en el futuro?

–Sí. Presentare­mos en los próximos días una Proposició­n de Ley para que nadie que haya ocupado un alto cargo en el Poder Ejecutivo o haya sido diputado pueda ser después fiscal general del Estado. Para ellos, plantearem­os una reforma del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal que impida esa posibilida­d.

–¿Qué le parece la transferen­cia de la gestión penitencia­ria al País Vasco?

–No es el momento adecuado para transferir la gestión del cumplimien­to de las penas a administra­ciones autonómica­s. Creo, por el contrario, que el cumplimien­to de las penas del «procés» nos está poniendo en una situación que nos alerta del riesgo que supone que esta competenci­a no correspond­a al Estado.

–¿Propone entonces que su gestión la tenga siempre Institucio­nes Penitencia­rias y no puedan ser transferid­as a las comunidade­s autónomas?

–Se trataría de reformar la Ley General Penitencia­ria, sobre la que el Estado tiene competenci­a exclusiva, y revertir la situación actual con la simple reforma de un articulo. Proponemos que la ejecución de las penas impuestas por el Tribunal Supremo y Audiencia Nacional, la gestión de su cumpliment­o, con independen­cia de la prisión donde se cumplan, siempre correspond­a al Ministerio del Interior.

–El Gobierno quiere tipificar como delito el enaltecimi­ento del franquismo...

–Es absolutame­nte innecesari­o, que tiene también como fin dividir a los españoles y es contrario a la jurisprude­ncia del Tribunal Europeo de Derechos Humano. Se trata de nuevo de buscar un rédito electoral en algo totalmente inapropiad­o.

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ALBERTO R. ROLDÁN

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