La Razón (Cataluña)

Riesgo de división ante las negociacio­nes del Brexit

España apoya a Francia en el acceso a las aguas pesqueras británicas, punto que marcará los seis primeros meses de contactos

- Mirenxtu Arroqui -

Comienza la parte más difícil. Nadie duda en la capital comunitari­a de que los Veintisiet­e se enfrentan a un reto hercúleo en sus negociacio­nes con Reino Unido sobre la relación futura. Si hasta el momento la unidad de los socios se ha mostrado un dogma inquebrant­able, a partir de ahora el cierre de filas será mucho más complicado debido a los intereses divergente­s dentro del club europeo. Algunos países tienen un mayor afán en preservar sus exportacio­nes según su mayor o menor saldo comercial mientras que otros, como España, necesitan un acuerdo lo más ambicioso posible que también recoja el sector servicios, imprescind­ible para salvaguard­ar los intereses turísticos.

Las capitales europeas están estudiando las directrice­s negociador­es presentada­s por el negociador euro Michel Barnier, que será el encargado de llevar la batuta en esta nueva etapa, tal y como hizo en la anterior con notable éxito. Se espera que las cancillerí­as den luz verde al nuevo mandato negociador en el Consejo de Asuntos Generales el próximo día 25 de febrero para que las conversaci­ones con Reino Unido comiencen la primera semana del mes de marzo, aunque muchos detalles sobre la coreografí­a de encuentros deben seguir perfilándo­se en estas semanas. Hasta el momento, Reino Unido se ha enfrentado a un dique de contención cuando ha intentado dividir y vencer al club comunitari­o. Pero ahora lo tiene más fácil.

La gran prueba de fuego llegará en los seis primeros meses. La Comisión Europea pretende que antes del 1 de julio quede resuelto uno de los principale­s escollos de las negociacio­nes: la pesca. Bruselas quiere que Reino Unido mantenga el acceso a sus aguas para los pescadores comunitari­os y que su mercado siga abierto a los productos pesqueros de los Veintisiet­e. Bruselas calcula que debe respetarse este límite de tiempo para que sea posible fijar las cuotas de pesca del año 2021, en el mes de diciembre, tal y como es habitual. París ha sido el principal promotor de esta línea negociador­a, aunque la pregunta es si los socios con menos intereses en el sector seguirán respetando estos postulados, si esto empaña el resto de capítulos. Boris Johnson ya ha dicho que no va a ceder y que las aguas territoria­les británicas serán de su uso exclusivo. España está al lado de Francia en este empeño. «No tenemos tantos barcos como Francia, Bélgica e Irlanda pero sí interés en los productos de pesca», explican fuentes diplomátic­as españolas que señalan el alto simbolismo de este flanco a ambos lados del Canal de la Mancha. A pesar de la negativa contumaz a seguir permitiend­o que los pescadores europeos faenen en sus aguas, estas fuentes también señalan que para Reino Unido «el único mercado factible de pescado es el europeo. Cuando entramos en la UE, Reino Unido empezó a pescar en serio. En Reino Unido el consumo de pescado era muy pequeño, nosotros ocasionamo­s que se generara esa industria».

Sin prórroga a la vista

También en julio, deberán consensuar una posible prórroga de uno o dos años. Una vez más, Londres amenaza con circunscri­bir las negociacio­nes a sólo 11 meses, lo que complica llegar a un acuerdo ambicioso de bienes y servicios, tal y como en principio deseaban las dos partes.

¿Qué persigue Londres con esta estrategia suicida? Todo indica que enturbiar las relaciones entre los Veintisiet­e y generar disputas en aquellos socios del club que, ante el temor a perder el acceso al mercado británico, se decanten por un modelo de intercambi­o de bienes de 0 cuotas y 0 aranceles y desistan de apretar las tuercas a Reino Unido sobre el ámbito más espinoso: la divergenci­a regulatori­a. Bruselas se ha conjurado para limitar el acceso al mercado común si Reino Unido hace competenci­a desleal al club comunitari­o en los estándares sanitarios, sociales, las subvencion­es públicas, la fiscalidad y el medio ambiente. Nadie quiere un Singapur al otro lado del Canal de la Mancha que haga juego sucio para atraer la inversión internacio­nal. Pero puede que el pragmatism­o acabe imponiéndo­se ante el temor a un Brexit caótico el próximo 31 de diciembre de 2021, lo que implicaría que los intercambi­os comerciale­s tuvieran que seguir las tarifas arancelari­as de la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Un escenario que perjudicar­ía a los países con mayor déficit comercial con Reino Unido, entre los que se encontrarí­a la locomotora alemana. Hasta el momento, Berlín ha supeditado cualquier interés económico a la necesidad de preservar el proyecto de integració­n europeo y la unidad del mercado común, pero nadie duda de que Reino Unido intentará presionar hasta el final y dividir al eje Berlín- París.

Dentro de los países más pragmático­s y menos beligerant­es, se encontrarí­a la República de Irlanda –el país con una mayor exposición de su economía– los países escandinav­os y Países Bajos (también con una fuerte dependenci­a comercial). Como incógnita, la estrategia de los países del Este que tienen en la situación de muchos de sus ciudadanos en el país uno de los principale­s caballos de batalla. «Nadie quiere que esto sea un mal divorcio», aseguran fuentes comunitari­as. Sólo el tiempo dirá si se cumplen estos deseos.

Londres amenaza con solo dar once meses para las negociacio­nes, lo que complica llegar a acuerdos ambiciosos

Hasta el momento, Reino Unido se ha enfrentado a un dique de contención cuando ha intentado dividir y vencer al club comunitari­o

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