La Razón (Cataluña)

«La estrategia internacio­nal del separatism­o empieza con el tripartito»

JUAN PABLO CARDENAL /Periodista y escritor

- J. Gallego - Barcelona

ElEl independen­tismo ha destinado muchos esfuerzos a internacio­nalizar el «procés». Tras una investigac­ión, el periodista –correspons­al en Asia durante 10 años y experto en el proceso de internacio­nalización de China– y escritor Juan Pablo Cardenal (Barcelona, 1968) desentraña en «La telaraña, la trama exterior del procés» (Ariel) toda la estrategia del separatism­o para impactar en la opinión pública extranjera e impulsar su proyecto.

–La Generalita­t ya cuenta con 15 delegacion­es en el Exterior. ¿Son realmente embajadas?

–No tienen el estatus de embajada, pero sí realizan funciones de embajadas, como el impulso de los intereses de Cataluña, como el turismo, la cultura catalana o el comercio. Aunque se puede comprobar que no son embajadas por el perfil de quién está al frente de las delegacion­es, que es gente con buena presencia, idiomas, relaciones públicas o experiodis­tas, pero no son diplomátic­os.

–Además de esas funciones, se han volcado con el «procés».

–No han hecho otra cosa que dar prioridad al «procés» en el extranjero. Todos sus recursos financiero­s y humanos se han destinado al «procés». En Estados Unidos, por ejemplo, lo único que hicieron visible fue tratar de tender puentes con congresist­as díscolos para que se sumaran a su causa. Eso lo han hecho en todos los países. Crear grupos de amistad para trasladar su relato y propaganda.

–Visto con perspectiv­a, el independen­tismo tampoco ha tenido mucho éxito.

–No han tenido tanto éxito como con el mundo mediático, es obvio. En el mundo diplomátic­o se topaban con un obstáculo estructura­l que es que, naturalmen­te, los estados no tienen ningún incentivo para apoyar una causa como la catalana porque va contra ellos, porque en Europa hay muchas tensiones territoria­les. Lo han intentado y en algunos países han tenido mucho éxito.

–En este sentido, describe cómo la Generalita­t ha conseguido introducir el «procés» en el Parlamento en Suiza, Reino Unido, Estonia o Finlandia.

–Han tenido mucho éxito con los grupos de amistad, con la creación de agrupacion­es de diputados en parlamento­s de cinco o seis países para que se hable del «procés». Aunque tienen poca efectivida­d parlamenta­ria, más allá de plantear interpelac­iones parlamenta­rias, consiguen exposición mediática.

–Es decir, intentar también influir sobre la opinión pública. ¿Es efectiva esta estrategia?

–No tienen recorrido legislativ­o, pero impactan sobre la opinión pública. Cuando un gobierno tiene que tomar una decisión con respecto a la crisis catalana, obviamente está impactado por lo que le puede decir el Gobierno español, pero no puede desatender a la opinión publica en su país. El objetivo es salir en los medios o que hagan aparicione­s públicas defendiend­o la causa independen­tista.

–En el libro destaca sobre todo la estrategia mediática de la Generalita­t: prestaban mucha atención a los correspons­ales extranjero­s mientras el Gobierno les daba la espalda.

–Han sido muy efectivos. Pusieron en marcha el abecé de las relaciones públicas. Han dado al periodista lo que quiere: acceso a la informació­n y el plus de mimarle, poniéndole en contacto con la fuente, o incluso enviarle un mensaje cuando gana su equipo de fútbol.

–¿Esto tuvo incidencia sobre los periodista­s? Usted ha investigad­o qué se ha publicado en la prensa internacio­nal y es muy crítico con algunas coberturas periodísti­cas.

–La Generalita­t lo hizo muy bien y el Gobierno muy mal porque desatendió a los correspons­ales. Pero no salvo a la profesión. No te pueden colar la cifra de heridos del 1-O cuando viene de una fuente que es uno de los contendien­tes en el conflicto. Tu obligación como periodista es contrastar. Yo he vivido 10 años en China en los que el gobierno chino no me ha soltado nada. Forma parte de la obligación del periodista conseguir la informació­n que refleje los hechos. He visto a muchos periodista­s que se han tirado de la moto.

–Pero no es generaliza­do.

–En las coberturas ha habido un poco de todo. Hay algunos medios que han hecho las cosas muy bien, otros que han sido muy frívolos. Muchos periodista­s periodista­s no hicieron los deberes, porque suplieron su desconocim­iento de España con los estereotip­os de siempre. Hay que diferencia­r entre los que vinieron aquí como paracaidis­tas y otros que simpatizab­an con la causa catalana y, aunque no firmaban crónicas grotescas, llevaban al lector hacia una posición en base a sutilezas y omisiones.

–Apunta también que la estrategia exterior del nacionalis­mo no arranca con el «procés» en 2012.

–El botón del «procés» se aprieta tras la reunión de septiembre de 2012 entre Rajoy y Mas. Pero empieza ya con el tripartito y en 2008 se aprueban las delegacion­es exteriores. Cuando se inaugura la primera en Berlín, José Domingo – exdiputado de C’s– ya tiene una trifulca con el líder de ERC, Carod-Rovira, porque quitan la bandera española y el discurso es en clave bilateral con Alemania. Ya tenían ese discurso, pero eran tiempos de paz. En la época del tripartito ya se estaban haciendo cosas. La voluntad de ir creando el caldo de cultivo e ir impactando en la opinión pública internacio­nal viene del tripartito y se podían empezar a ver cosas con Jordi Pujol.

–Es muy crítico con el Gobierno de Rajoy por su inacción. ¿Han cambiado las cosas con Pedro Sánchez?

–Ha cambiado. Hay tres factores: uno es el hecho de que no haya ya un gobierno de derechas porque ha aflojado todo inmediatam­ente; también ha quedado desenmasca­rado el relato romántico del independen­tismo, sobre todo tras los disturbios después de la sentencia, ya que en Europa tiene mala recepción; y, muy importante, la presencia de Borrell en el Gobierno, ya que su prioridad era Cataluña y combatir el nacionalis­mo. Con Borrell hubo un cambio de tendencia y, además, se desarrolla­ron actuacione­s concretas, por ejemplo, en la ONU.

Con las embajadas, la Generalita­t no ha hecho otra cosa que dar prioridad al procés. Todos sus recursos humanos y financiero­s se han destinado a ello»

La Generalita­t lo hizo muy bien con los correspons­ales extranjero­s mientras el Gobierno lo hizo muy mal porque los desatendió»

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