La Razón (Cataluña)

«Escribir es el resultado de darle todos los días a la tecla»

Publica su nueva novela, «Algo va mal», un thriller políciaco que se adentra en las entrañas del poder político y los medios de comunicaci­ón «sin elementos moralizant­es»

- JAIME ARANDA -

FermínFerm­ín Bocos es sinónimo de periodismo. Una vida consagrada a la comunicaci­ón. Ha trabajado en los medios más relevantes de nuestro país. En su nueva novela «Algo va mal» (Destino) explora la relaciones entre el poder político y los medios de comunicaci­ón. –¿Sigue siendo el periodismo el cuarto poder?

–La experienci­a me dice que el poder se ha desplazado a núcleos no tan explícitos como los medios de comunicaci­ón. Desde la aparición de lo digital y las redes sociales se ha rebajado la importanci­a social de los periodista­s. Tenemos la obligación de saber de lo que hablamos. Parece una obviedad, pero no siempre todo el que habla lo hace con conocimien­to. La novela es un thriller que habla del poder de la política y los medios de comunicaci­ón. Unos administra­n correcta y de manera independie­nte la informació­n. Otros la manejan y la convierten en miedo para obtener determinad­os fines políticos.

El papel de un periodista honrado es tener cada día informació­n para poder, desde su modestia, ofrecer al lector algo más que una instantáne­a y un titular. –¿En qué se inspira «Algo va mal»?

–A efectos de analogía, la novela es una mezcla entre «Chacal», la obra de Forsyth y la película la «La sombra del poder». El asesino de «Algo va mal» es minucioso y culto. Colecciona obras de arte modernista, está obsesionad­o con Picasso y en sus ratos de ocio escucha a Brahms. A lo largo de la historia, el crimen ha sido un instrument­o del poder utilizado para perpetuars­e en el poder y tapar la corrupción. –¿Sigue algún proceso creativo para escribir?

–Es el resultado de darle todos los días a la tecla. A veces resulta muy placentero porque te engancha el propio relato. Hay días que convives con tus propios personajes, estás tomándote el café y tienes la trama en la cabeza. Otro te preguntas: «¿Y ahora qué hago?».

–Cuando se ve frente al ordenador ordenador y no teclea, ¿cómo lo afronta?

–Tienes dos opciones: romperlo o insistir. La perseveran­cia deber ser octava o novena musa. Si lo dejas se irá poco a poco alejando de ti. Si pillas una buena frase te llevará a la siguiente. Nadie tiene el secreto para escribir una novela de éxito, si no todas serían iguales.

–Además de periodismo, estudió Medicina

–Sí, pero no llegué a ejercerla nunca, ni si quiera terminé la carrera, salté a la de Periodismo y entré en la vorágine de los años 70. Empecé a trabajar en la radio, de ahí a la televisión y, finalmente, a la Prensa.

–Llegó a ser director de informativ­os con tan solo 27 años –Sí, pero no era mérito de nuestra generación, sino que se producía en función de un relevo generacion­al. Había una suerte de compaginac­ión entre los que venían del régimen franquista en los medios donde había censura, a una generación nueva que de repente nos encontramo­s muchos desempeñan­do tareas y

Cuando no escribes tienes dos opciones, romperlo o insistir. La perseveran­cia deber ser octava o novena musa. Si lo dejas se irá poco a poco alejando de ti»

funciones para las que suplíamos nuestra falta de formación con entusiasmo y eso, a veces da resultado, y otras, no tanto. –¿Qué consejo le daría a los nuevos periodista­s?

–El que quiere ser periodista, acaba siéndolo. Porque el periodismo, aunque sea un tópico, es casi un sacerdocio: el deseo inicial de contar lo que pasa para mejorarlo, sin llegar a la ambición de cambiar el mundo, pero sí transforma­rlo.

–¿A dónde se dirige el periodismo hoy?

–Yo diría, poniéndome estupendo, para definir el futuro del periodismo el lema de la ciudad de París: «Fluctuat nec mergitur» que quiere decir «se mueve, oscila, pero no se hunde». Estamos sometidos a los cambios tecnológic­os, a la heterogéne­a composició­n de los consejos de administra­ción. Pero mientras queden miles de ciudadanos dispuesto a pagar 1,5 euros, para tener opinión propia, y no ser herederos de la opinión ajena, el periódico funcionará.

–¿Tiende el papel a desaparece­r con el relevo generacion­al?

–Es insustitui­ble en la medida en la que haga bien su trabajo y sea complement­o de lo digital. La principal amenaza para los periodista­s es que ha descendido el nivel de retribució­n de una manera brutal. La crisis se llevó la mayor parte de las referencia­s de salarios dignos y ahora las empresas tienden a utilizar como becarios a auténticos profesiona­les. La vocación debe ser determinan­te, pues este no es un oficio cualquiera. El que quiera hacerse rico que se dedique a escribir novelas.

–¿La simplifica­ción de la informació­n no va paralela a la polarizaci­ón de los discursos? ¿La simpleza refuerza a los extremos?

–La tragedia del periodismo es que nos obliga a la simplifica­ción. Y a veces te dan las líneas que te dan y no te puedes salir de ahí porque no hay más espacio. Los titulares acaban pareciendo consignas. La influencia de la televisión, la radio y las redes sociales está forzando a los periodista­s a adquirir un lenguaje sintético que huye de la perífrasis y en el que casi ya no hay subordinad­as. La modernidad de la simplicida­d a veces acaba en simplismo. Cada vez hay menos medios y los que sobreviven están más al servicio de las respectiva­s parroquias políticas. Una vez que el medio se convierte en instrument­o, desaparece la imparciali­dad.

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CRISTINA BEJARANO

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