«Escribir es el resultado de darle todos los días a la tecla»
Publica su nueva novela, «Algo va mal», un thriller políciaco que se adentra en las entrañas del poder político y los medios de comunicación «sin elementos moralizantes»
FermínFermín Bocos es sinónimo de periodismo. Una vida consagrada a la comunicación. Ha trabajado en los medios más relevantes de nuestro país. En su nueva novela «Algo va mal» (Destino) explora la relaciones entre el poder político y los medios de comunicación. –¿Sigue siendo el periodismo el cuarto poder?
–La experiencia me dice que el poder se ha desplazado a núcleos no tan explícitos como los medios de comunicación. Desde la aparición de lo digital y las redes sociales se ha rebajado la importancia social de los periodistas. Tenemos la obligación de saber de lo que hablamos. Parece una obviedad, pero no siempre todo el que habla lo hace con conocimiento. La novela es un thriller que habla del poder de la política y los medios de comunicación. Unos administran correcta y de manera independiente la información. Otros la manejan y la convierten en miedo para obtener determinados fines políticos.
El papel de un periodista honrado es tener cada día información para poder, desde su modestia, ofrecer al lector algo más que una instantánea y un titular. –¿En qué se inspira «Algo va mal»?
–A efectos de analogía, la novela es una mezcla entre «Chacal», la obra de Forsyth y la película la «La sombra del poder». El asesino de «Algo va mal» es minucioso y culto. Colecciona obras de arte modernista, está obsesionado con Picasso y en sus ratos de ocio escucha a Brahms. A lo largo de la historia, el crimen ha sido un instrumento del poder utilizado para perpetuarse en el poder y tapar la corrupción. –¿Sigue algún proceso creativo para escribir?
–Es el resultado de darle todos los días a la tecla. A veces resulta muy placentero porque te engancha el propio relato. Hay días que convives con tus propios personajes, estás tomándote el café y tienes la trama en la cabeza. Otro te preguntas: «¿Y ahora qué hago?».
–Cuando se ve frente al ordenador ordenador y no teclea, ¿cómo lo afronta?
–Tienes dos opciones: romperlo o insistir. La perseverancia deber ser octava o novena musa. Si lo dejas se irá poco a poco alejando de ti. Si pillas una buena frase te llevará a la siguiente. Nadie tiene el secreto para escribir una novela de éxito, si no todas serían iguales.
–Además de periodismo, estudió Medicina
–Sí, pero no llegué a ejercerla nunca, ni si quiera terminé la carrera, salté a la de Periodismo y entré en la vorágine de los años 70. Empecé a trabajar en la radio, de ahí a la televisión y, finalmente, a la Prensa.
–Llegó a ser director de informativos con tan solo 27 años –Sí, pero no era mérito de nuestra generación, sino que se producía en función de un relevo generacional. Había una suerte de compaginación entre los que venían del régimen franquista en los medios donde había censura, a una generación nueva que de repente nos encontramos muchos desempeñando tareas y
Cuando no escribes tienes dos opciones, romperlo o insistir. La perseverancia deber ser octava o novena musa. Si lo dejas se irá poco a poco alejando de ti»
funciones para las que suplíamos nuestra falta de formación con entusiasmo y eso, a veces da resultado, y otras, no tanto. –¿Qué consejo le daría a los nuevos periodistas?
–El que quiere ser periodista, acaba siéndolo. Porque el periodismo, aunque sea un tópico, es casi un sacerdocio: el deseo inicial de contar lo que pasa para mejorarlo, sin llegar a la ambición de cambiar el mundo, pero sí transformarlo.
–¿A dónde se dirige el periodismo hoy?
–Yo diría, poniéndome estupendo, para definir el futuro del periodismo el lema de la ciudad de París: «Fluctuat nec mergitur» que quiere decir «se mueve, oscila, pero no se hunde». Estamos sometidos a los cambios tecnológicos, a la heterogénea composición de los consejos de administración. Pero mientras queden miles de ciudadanos dispuesto a pagar 1,5 euros, para tener opinión propia, y no ser herederos de la opinión ajena, el periódico funcionará.
–¿Tiende el papel a desaparecer con el relevo generacional?
–Es insustituible en la medida en la que haga bien su trabajo y sea complemento de lo digital. La principal amenaza para los periodistas es que ha descendido el nivel de retribución de una manera brutal. La crisis se llevó la mayor parte de las referencias de salarios dignos y ahora las empresas tienden a utilizar como becarios a auténticos profesionales. La vocación debe ser determinante, pues este no es un oficio cualquiera. El que quiera hacerse rico que se dedique a escribir novelas.
–¿La simplificación de la información no va paralela a la polarización de los discursos? ¿La simpleza refuerza a los extremos?
–La tragedia del periodismo es que nos obliga a la simplificación. Y a veces te dan las líneas que te dan y no te puedes salir de ahí porque no hay más espacio. Los titulares acaban pareciendo consignas. La influencia de la televisión, la radio y las redes sociales está forzando a los periodistas a adquirir un lenguaje sintético que huye de la perífrasis y en el que casi ya no hay subordinadas. La modernidad de la simplicidad a veces acaba en simplismo. Cada vez hay menos medios y los que sobreviven están más al servicio de las respectivas parroquias políticas. Una vez que el medio se convierte en instrumento, desaparece la imparcialidad.