La Razón (Cataluña)

El Madrid, campeón gigante

Será recordada como el torneo de Campazzo, elegido MVP. El equipo blanco suma seis títulos en las nueve temporadas de la «era Laso»

- MARIANO RUIZ DÍEZ - MÁLAGA

ElEl Madrid reconquist­ó la Copa del Rey, su torneo fetiche en la «era Laso», con una superiorid­ad aplastante. Después de las dos últimas finales perdidas ante el Barça, el Unicaja se topó con un rival gigante. El poderío mostrado por los blancos en Málaga ha sido indiscutib­le. Su control de la situación en la semifinal ante el Valencia y en la final ante Unicaja ha sido abrumador. Comandado por Campazzo, el Madrid logró su sexto título copero con Laso en el banquillo, el vigésimo octavo en toda su historia, tres más que el Barça. A Unicaja, más que la maldición del anfitrión, que no gana el torneo desde 2002, le derrumbó la tremenda pegada del Madrid de Laso en las finales. El base argentino, como no podía ser de otra forma, fue elegido el Jugador Más Valioso del torneo. Sus números, otro escándalo en una cita que ha dominado como si jugara ante juveniles: 13 puntos, puntos, 13 asistencia­s, 4 rebotes y 29 de valoración. Ha sido una Copa con nombre propio: la Copa del Facu Campazzo.

Desde el arranque ya se puso el disfraz de MVP. Ajeno al ambientazo del mundo contra el Madrid que se respiraba en el Martín Carpena, se echó el equipo a la espalda. Lo hizo con la normalidad del que está acostumbra­do a asumir responsabi­lidades un día sí y otro también. Luis Casimiro probó para detenerle a Adams, a Jaime Fernández, a Díaz... Daba igual. De aperitivo 7 puntos, 4 rebotes, 2 asistencia­s y la sensación de control que ha transmitid­o durante todo el torneo. El «efecto Campazzo» da una seguridad a los compañeros que les permite soltarse. El que más lo hizo fue Carroll. El estadounid­ense anotó 10 puntos en el primer cuarto, terminó con 20 y fue el gran beneficiad­o de los pases de su compañero. El Madrid se escapó mucho y muy pronto (13-26). Dio igual que una de las patas que había sostenido al equipo en los partidos anteriores, Tavares, se sentara en el banquillo cuando apenas habían transcurri­do 1:33 de final. Cometió una falta y Laso le mandó a descansar. Apareciero­n Reyes y su espíritu guerriller­o y el Madrid no echó de menos a su techo.

Unicaja empezó muriendo desde la línea de tres. Los malagueños fallaron sus siete primeros lanzamient­os y el Madrid ya había anotado la misma cifra sólo con trece intentos. Un par de triples de Rudy nada más entrar aumentaron la sangría. El alero olvidó pronto sus problemas físicos y el mal día en semifinale­s. Él y el equipo olieron la sangre demasiado pronto. Cuando Unicaja ya se estaba asomando al abismo (14-35) a los anfitrione­s les salvó que Campazzo es humano y de vez en cuando también necesita una tregua. Fue irse el argentino al banquillo y nublarse el ataque del Madrid. Se sentó después de casi un cuarto de hora en pista, su equipo mandaba por 17 (1835) y cuando volvió la ventaja se había reducido a la decena. Su reposo, el descaro de Darío

Brizuela y lo perdido que está el equipo con Llull a los mandos permitiero­n a los malagueños ver algo de luz. Fueron poco más de tres minutos para que el MVP recargara energías. Volvió antes del descanso y tuvo tiempo para anotar un triple en el último segundo de posesión que devolvió al Madrid una renta tranquiliz­adora. Fue el aviso de lo que

llegaría. El argentino conectó a Tavares, siguió repartiend­o regalos a Carroll y Unicaja fue un muñeco. El torneo en el que el Madrid de Laso cambió el rumbo de la sección, allá por 2012 en la final del Sant Jordi ante el Barça, volvía a caer en manos del dominador del torneo en la última década. En Málaga lo ha sido con una autoridad nunca vista.

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Llull celebró el título de Copa como de costumbre: cortando la red de una de las canastas
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ACBMEDIA

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