La Razón (Cataluña)

El Gobierno revisará el IVA para cuadrar el gasto

Las vicepresid­entas Calviño y Montero ya trabajan en el «Plan B» para prorrogar las cuentas de 2019

- Jesús Rivasés -

Pedro Sánchez es consciente de los problemas que afronta. Necesita aprobar los Presupuest­os Generales del Estado y, además, cuadrar las cuentas. Eso significa reducir gastos o aumentar los ingresos. El futuro de los Presupuest­os no está despejado todavía. Oriol Junqueras lo dejó claro en la entrevista de Évole en La Sexta. El inquilino de La Moncloa, tras reunirse con Quim Torra en Barcelona, visitó la sede de la patronal catalana Fomento del Trabajo, que preside Josep Sánchez Llibre. No hubo discursos, sino una conversaci­ón en corrillos con medio centenar de empresario­s «¡Ojo con los impuestos; ya vamos bien servidos!», le dijeron algunos mientras inquirían por los Presupuest­os. El presidente, como siempre, estuvo optimista, pero admitió que sabe que Torra «nos montará un follón» cuando le convenga y también se lo organizará a ERC. Eso complica el futuro y hace que, como ironiza un empresario, «ahora, en Cataluña, una hora es medio plazo, y una tarde larguísimo plazo».

Desde que fue investido, Sánchez ha sido muy prudente sobre el calendario de los Presupuest­os. Habló del verano y, la semana pasada, Montero, la ministra de Hacienda apuntó a finales del verano, mientras la vicepresid­enta Calviño asentía. Unos lo interpreta­n como prudencia; otros, como resignació­n, porque la volcánica Montero también dejó claro que hasta que el Gobierno no tenga todos los apoyos –los votos de ERC, en definitiva– no enviaría nada al Congreso.

En La Moncloa, Sánchez y su protoestra­tega Iván Redondo han encargado un «plan B económico» por si acaso, también en la filosofía de que «una hora es medio plazo». Los Presupuest­os de 2020 tienen un problema adicional. Si se cumple el calendario previsto, reafirmado por Montero, no entrarían en vigor hasta el cuarto trimestre del año. La ministra ministra de Hacienda afirmó que en ningún caso se aplicarían subidas de impuestos con carácter retroactiv­o. Significa que tampoco habría aumentos notables de la recaudació­n –ingresos– hasta los tres últimos meses del año. Solo entonces podrían actualizar­se – subir– las retencione­s del IRPF, aunque el fisco debería afinar para evitar mayores devolucion­es en la declaració­n de mediados de 2021. El Gobierno aprueba hoy nuevos gravámenes como la tasas «Google» y «Tobin», en busca de 2.000 millones, pero como la ministra Calviño también ha descartado su aplicación retroactiv­a, los ingresos –en el caso dudosa de que sean significat­ivos– se retrasarán meses. Es decir, hará falta allegar más recursos, sobre todo con los objetivos de gasto anunciados y sugeridos, como la renta universal que Pablo Iglesias quiere aplicar cuanto antes, aunque sea parcialmen­te.

Pedro Sánchez, sin complejos, ha barajado con sus ministras Calviño y Montero una prórroga presupuest­aria si no hay garantías de una mayoría para alumbrar los de 2020. El ministerio de Hacienda, de hecho, ya publicó en el BOE el 23 de enero, una Orden Ministeria­l que «adopta una serie de medidas de gestión del gasto público (...) en el escenario de una prórroga de los Presupuest­os del Estado vigentes». La prórroga sería un fiasco político para Sánchez, pero quizá también un éxito económico. Sería la coartada perfecta para dilatar proyectos que requieren aumentos fuertes de gasto. Es el «plan B económico» del presidente, que se complement­a con la preparació­n –requieren tiempo y pedagogía– de otros planes, aunque los efectos económicos del coronaviru­s podrían servir de coartada. A falta de una reforma fiscal profunda, las únicas vías para recaudar mas –y gastar en la misma medida– es subir el IRPF, no solo a los «ricos» sino a la clase media y, aunque son palabras mayores para la extrema izquierda, subir el IVA que se deja de recaudar, por los beneficios fiscales que se aplican al gavamen, más de 40.000 millones al año, según un informe del Banco de España. Es una medida demonizada por la izquierda, pero también el secreto del éxito fiscal de los países nórdicos tantas veces puestos de modelo. Economista­s socialdemó­cratas como José Carlos Díez lo apuntan como hipótesis. Carlos Martínez Mongay, director general adjunto de Asuntos Económicos de la Comisión Europea –exjefe de Gabinete del socialista Almunia cuando fue vicepresid­ente europeo– sugería en «El País» «mejorar la eficacia recaudator­ia del IVA, aumentar la progresivi­adad del IRPF y revisar cotizacion­es». Es decir, subir todos los impuestos. Lo mismo apuntan los informes de Airef, cuyo expresiden­te, José Luis Escrivá, es ahora ministro.El equipo económico de Moncloa, en el que de alguna manera –en el entorno de Iván Redondo– sigue David Fuentes, traductor de Piketty, siempre ha rechazado alzas del IVA, pero también admite que hacen falta ingresos. El Gobierno, con discreción, ha empezado a sondear a algunos sectores, el hotelero entre ellos. Las reacciones iniciales han sido negativas, pero también hay empresario­s que creen que siempre será mejor pactar que esperar a que llegue una imposición por decreto. Sánchez afronta el dilema de que está obligado a luchar por los Presupuest­os de 2020, aunque quizá le convendría prorrogar los de 2019. Luego, tras las elecciones catalanas, aprobaría los de 2021 y eso le garantizar­ía agotar la legislatur­a y ganar tiempo para hacer la pedagogía necesaria si se ve obligado, como dicen la mayoría de expertos, a subir el IVA, la única garantía de recaudar significat­ivamente más. Tiempo al tiempo.

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La ministra de Economía española, Nadia Calviño, ayer, en el Eurogrupo junto a Christine Lagarde (BCE), y el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni
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Fuente: epdata

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