España seguirá en el plan sobre el Mediterráneo
La ex ministra de Sanidad, nueva candidata de LRM tras el escándalo de vídeo sexual
El despliegue de la UE en Libia será clave para el alto el fuego.
Agnès Buzyn deja su cargo en plena crisis por el coronavirus chino y en medio de la movilización de los hospitales franceses ante la falta de recursos. La carta de Macron para París asume la candidatura cuando faltan cuatro semanas para los comicios. No había muchos nombres en la mesa y el suyo sonaba con fuerza. Buzyn (París, 1962) dio un giro de 180 grados este fin de semana y terminó diciendo sí a la iniciativa de asumir como la opción macronista por la capital gala luego que Benjamin Griveaux dimitiera tras el escándalo de la difusión de un vídeo de carácter sexual.
La nueva candidata de La República en Marcha (LREM) ejerció ejerció hasta el sábado como ministra de Sanidad, cargo que dejó oficialmente ayer para lanzarse de lleno a una campaña que de antemano se anuncia difícil.
Su renuncia es interpretada en Francia como una señal de que el camino está lleno de complejidades para el partido de Emmanuel Macron en la disputada circunscripción parisina. Con Griveaux como candidato, los sondeos nunca le dieron otra opción que el tercer lugar tras la popular candidata socialista y actual alcaldesa Anne Hidalgo y de Rachida Dati, ex ministra de Nicolas Sarkozy.
Casi obligado a renunciar, Griveaux deja una carrera cuesta arriba en la que lejos se ven las cifras de la primera vuelta de las presidenciales, cuando Macron obtuvo el 34,9% de las preferencias en París, convirtiéndose en la primera fuerza de la capital.
Ahora Buzyn no solo tendrá que hacerle frente a los aspirantes de la oposición, sino que también a Cédric Villani, salido de las propias filas del oficialismo y que en una movida díscola logró llegar al quinto lugar de las preferencias. Los círculos macronistas insisten en que Buzyn era la mejor, o tal vez, la única opción posible para el LREM, un partido en el poder, pero con escasos cuadros disponibles para una misión de esa envergadura. La ex ministra es también una de los pocos dirigentes de LREM con un saldo de popularidad positivo, tras meses de protestas de «chalecos amarillos» y contra la reforma de las pensiones.
Mientras, sus detractores insisten en la «irresponsabilidad» de dejar un barco como Sanidad a la deriva justo el fin de semana en el que Francia registró la primera muerte por coronavidurs fuera de Asia. Pero sobre todo le critican por dejar su cargo en plena movilización de los hospitales y en el debate de la reforma del sistema de pensiones, que ayer entró en el Parlamento.