MÁS EDUCACIÓN FINANCIERA
SiempreSiempre que la izquierda habla de una educación pública ideal, Finlandia aparece en las conversaciones. Tras haberla convertido, dentro del imaginario social, en una indubitada referencia de calidad estatal, el país nórdico constituye el comodín con el que defender el sistema público frente a cualquier alternativa privada. Sin embargo, a la hora de la verdad, muchas de las virtudes que incorpora el sistema finés (y que sí haríamos bien en emular) son repudiadas por la propia izquierda que, de cara a la galería, se llena la boca defendiéndolo. La última de las innovaciones que pretende añadir Finlandia a su red de enseñanza estatal es la educación financiera. En un primer momento, el banco central de Finlandia se coordinará con el Ministerio de Educación y con diversas organizaciones para analizar el grado de conocimientos económicos de la población. Después, diseñarán un contenido específico para impartirlo a los ciudadanos y, de esa manera, blindarlos frente a sus posibles malas decisiones económicas. A la postre, el banco central de Finlandia ha mostrado su honda preocupación de que el actual contexto de bajos tipo de interés –un fenómeno global y que por tanto también nos afecta– pueda inducir a muchas personas a abusar del endeudamiento barato –en sus muy diversas formas: desde el más prudente crédito hipotecario al mucho más imprudente y peligroso crédito al consumo–, especialmente si esas personas carecen de nociones básicas como «deuda», «interés» o «carga financiera». Nótese que estas son lagunas que se hallan presentes incluso en un sistema educativo de, según nos dicen, tanta calidad e inclusividad como el finés. ¿Qué no sucederá, por tanto, en un sistema de menor calidad e inclusividad como el español donde, para más inri, tampoco contamos con una materia de formación financiera? Porque esa es la cuestión de fondo. Sin conocimientos básicos de finanzas, los ciudadanos son mucho más propensos a tomar malas decisiones en materias tan delicadas como el ahorro, la inversión o el endeudamiento. Durante la burbuja inmobiliaria y su posterior crisis, pudimos comprobar como muchas personas asumían deudas hipotecarias en condiciones que no entendían (tipos variables, cláusulas suelo…) o como invertían en productos complejos por mero consejo de su entidad (preferentes o acciones). Rescatarlas de semejante imprudencia no salió gratis a los contribuyentes, de modo que bien nos habría interesado el que los españoles contaran con algunas nociones financieras básicas. A día de hoy, empero, PSOE y, sobre todo Podemos, siguen bloqueando la introducción de esta materia en las aulas. Que los ciudadanos puedan entender cómo funcionan los mercados o cómo deben gestionar sus propias finanzas parece horrorizar a aquellos partidos que justamente intentan pescar en las procelosas aguas del analfabetismo económico y de la bancarrota financiera. En lugar de promover ciudadanos maduros y autosuficientes, buscar títeres manejables. Ni siquiera el ejemplo de Finlandia parece que vaya a impulsarles a rectificar.