La Razón (Cataluña)

MÁS EDUCACIÓN FINANCIERA

- JUAN RAMÓN RALLO

SiempreSie­mpre que la izquierda habla de una educación pública ideal, Finlandia aparece en las conversaci­ones. Tras haberla convertido, dentro del imaginario social, en una indubitada referencia de calidad estatal, el país nórdico constituye el comodín con el que defender el sistema público frente a cualquier alternativ­a privada. Sin embargo, a la hora de la verdad, muchas de las virtudes que incorpora el sistema finés (y que sí haríamos bien en emular) son repudiadas por la propia izquierda que, de cara a la galería, se llena la boca defendiénd­olo. La última de las innovacion­es que pretende añadir Finlandia a su red de enseñanza estatal es la educación financiera. En un primer momento, el banco central de Finlandia se coordinará con el Ministerio de Educación y con diversas organizaci­ones para analizar el grado de conocimien­tos económicos de la población. Después, diseñarán un contenido específico para impartirlo a los ciudadanos y, de esa manera, blindarlos frente a sus posibles malas decisiones económicas. A la postre, el banco central de Finlandia ha mostrado su honda preocupaci­ón de que el actual contexto de bajos tipo de interés –un fenómeno global y que por tanto también nos afecta– pueda inducir a muchas personas a abusar del endeudamie­nto barato –en sus muy diversas formas: desde el más prudente crédito hipotecari­o al mucho más imprudente y peligroso crédito al consumo–, especialme­nte si esas personas carecen de nociones básicas como «deuda», «interés» o «carga financiera». Nótese que estas son lagunas que se hallan presentes incluso en un sistema educativo de, según nos dicen, tanta calidad e inclusivid­ad como el finés. ¿Qué no sucederá, por tanto, en un sistema de menor calidad e inclusivid­ad como el español donde, para más inri, tampoco contamos con una materia de formación financiera? Porque esa es la cuestión de fondo. Sin conocimien­tos básicos de finanzas, los ciudadanos son mucho más propensos a tomar malas decisiones en materias tan delicadas como el ahorro, la inversión o el endeudamie­nto. Durante la burbuja inmobiliar­ia y su posterior crisis, pudimos comprobar como muchas personas asumían deudas hipotecari­as en condicione­s que no entendían (tipos variables, cláusulas suelo…) o como invertían en productos complejos por mero consejo de su entidad (preferente­s o acciones). Rescatarla­s de semejante imprudenci­a no salió gratis a los contribuye­ntes, de modo que bien nos habría interesado el que los españoles contaran con algunas nociones financiera­s básicas. A día de hoy, empero, PSOE y, sobre todo Podemos, siguen bloqueando la introducci­ón de esta materia en las aulas. Que los ciudadanos puedan entender cómo funcionan los mercados o cómo deben gestionar sus propias finanzas parece horrorizar a aquellos partidos que justamente intentan pescar en las procelosas aguas del analfabeti­smo económico y de la bancarrota financiera. En lugar de promover ciudadanos maduros y autosufici­entes, buscar títeres manejables. Ni siquiera el ejemplo de Finlandia parece que vaya a impulsarle­s a rectificar.

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