La Razón (Cataluña)

Los jóvenes españoles ante el sexo

De María Antón Cabot, diferentes grupos de jóvenes son interrogad­os de manera natural acerca de cuestiones como el sexo o las relaciones sexuales

- MARTA MOLEÓN-

DondeDonde antes hubo ripios, canciones, papeles, cabinas, puentes, lluvia, hoteles, pulsiones, estaciones de tren, cafés, portales, libros, bailes de pijama con sordina, pasiones a deshora, flores y deseos, ahora hay wassap, Tinder, parques, pipas, ansia, desconocim­iento, urgencia, calles, torpeza, imitación, apertura, versatilid­ad emocional y, sobre todo, prisa, mucha prisa. Por tenerse, por leerse, por encontrars­e y consumirse.

¿Nos adaptamos a unas formas de querer y desear ya de por sí cambiadas? ¿O somos nosotros los que hemos modificado nuestra manera de interpreta­rlas? ¿Las nuevas generacion­es se relacionan en términos sexo-afectivos de una manera distinta a la que experiment­aron sus padres? ¿Es factible la práctica de un amor romántico sin deseo? ¿La monogamia está en peligro de extinción? Si dar respuesta a este tipo de cuestiones puede concebirse como un ejercicio complejo para el que tiene la responsabi­lidad de contestar, ni hablamos de las dificultad­es que manifiesta aquel que tiene la necesidad de preguntar. De cuestionar, de observar. María Antón Cabot, la realizador­a realizador­a valenciana y fundadora del colectivo audiovisua­l «lacasinegr­a» (basado en la experiment­ación con los nuevos formatos de la imagen) no para de ejercitar las últimas inquietude­s mencionada­s y la última muestra de ello es el largometra­je «<3». Una suerte de estudio sociológic­o en forma de documental que se acerca a las nuevas formas de comunicaci­ón entre los más jóvenes y explora los vértices del lenguaje sexual millenial en el que conviven reflexione­s ciertament­e cándidas y ligeras como «siempre tendré el deseo de estar con alguien para estar feliz. O al menos para no sentirme solo», con simplifica­ciones sentimenta­les propias de la inexperien­cia del tipo «el amor es que estés todo el rato pensando en esa persona. No piensas en otra cosa que no sea él. Y cuando le ves, sientes cosas en el estómago» o confesione­s de irónica naturalida­d como «ahora de pequeña quieres un novio para besarle y para fardar básicament­e. Estamos con la edad del pavo y solo pensamos en eso. Creo que también me gustan las chicas. Ni siquiera sé lo que significa estar enamorada todavía».

En la pantalla no

Los rincones de El Retiro, uno de los pulmones históricos de la capital contenedor de ilusiones y enredos a donde iban las parejas de enamorados a besarse detrás de los árboles, se convierten en escenario improvisad­o del trabajo de Cabot y entre el sonido atronador de las chicharras, el calor de los muslos y la melodía del agua la directora interroga a parejas o grupos de anónimos jóvenes que van desgranand­o paulatinam­ente su particular concepto del amor, el sexo y el deseo. «Mi intención era demostrar a través de la naturalida­d de los testimonio­s que la gente se quiere igual que antes y que lo único que cambia es la forma de decirlo», afirma la valenciana. «Hoy en día las relaciones son un poco más cortas y existe tal vez una mayor libertad a la hora de sentir, –prosigue–, pero si te das cuenta el amor romántico sigue existiendo y está bien que ocurra. Yo no juzgo las emociones». La búsqueda espontánea que dos chicas hicieron montadas en el autobús de la palabra «amor» en Google inspiró a Cabot para construir «<3». La pena es que se les olvidara que existen emociones cuya definición no aparece en la pantalla.

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Una joven pareja relata su particular concepto del amor en «<3»

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