Nombres de mujer
La muerte en México tiene nombre de mujer. Hasta hace unos días, el país gritaba y escribía en las calles el nombre de Ingrid, la joven de 25 años asesinada y desollada por su ex pareja que, incluso muerta, fue nuevamente ultrajada, esta vez por la nula responsabilidad de los medios de comunicación que publicaron las fotografías de su cadáver. Pero desde el pasado sábado, la muerte se rebautizó con el nombre de una niña. Fátima fue secuestrada cuando salía del colegio y apareció asesinada seis días más tarde. No sé cómo se puede matar a una niña de 7 años, cómo se puede torturar su cuerpo salvajemente, arrancarle la vida y previamente los órganos, y envolver su cadáver en una bolsa de plástico para tirarlo en la calle. La realidad vuelve a subyugar cualquier atisbo de raciocinio. El asesinato de mujeres es una cadena mortal cuyos eslabones no paran de concatenarse. En México se producen 10 feminicidios al día, según su Instituto Nacional de Estadística. Seguramente serán más porque la realidad no comulga con los cómputos. Los números son fríos, los nombres humanizan el drama. Dice la fiscalía que el asesinato de Fátima no quedará impune. No tiene fácil solución. Sobre todo después de escuchar al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, titubear y debatirse en la ambigüedad al ser preguntado por las medidas de su gobierno para detener el incesante asesinato de mujeres. Se aburrió del tema, dijo que era culpa del neoliberalismo y zanjó la cuestión. Mientras desaparezcan las preguntas, aparecerán los números, y con ellos, los nombres de mujer.