La Razón (Cataluña)

«El plan» llega al cine de la mano de Polo Menárguez

La película está protagoniz­ada por Antonio de la Torre y Raúl Arévalo.

- MARTA MOLEÓN-

HaceHace casi cuatro años que la hilaridad de unos personajes explosivos subidos a las tablas de un teatro tan puntero como el Kamikaze y su narración impactante de una historia lo suficiente­mente surrealist­a como para considerar­se verdadera, se quedaron a dormir en el interior de dos actores como Antonio de la Torre y Raúl Arévalo. La obra en cuestión era «El plan», de Ignasi Vidal, y su argumento, tan cotidiano como incendiari­o, tenía a ojos del realizador Polo Menárguez el poso creativo necesario para ser trasladado al cine. «Ambos habíamos visto la obra de teatro en diferentes momentos y casualment­e yo se la recomendé primero a Antonio. Al cabo del tiempo nos llamaron para proponerno­s el proyecto de la película y como nos había gustado tanto la obra tuvimos que decir que sí. Nos ponía mucho encarar este texto», comenta Arévalo con un Antonio de la Torre a su izquierda que asiente entregado antes de añadir: «Raúl me dijo: ve a verla, porque es una obra teatral de tres tíos que está de puta madre y va a ser una cosa que te va a dejar impactado. Aunque parezca fuera de contexto, la única condición que puse entre comillas cuando nos surge la oportunida­d fue que estuviera Raúl. Dije que sí sin leerme el guión, que curiosamen­te cambiaba con respecto al libreto».

No existe

Entre la angostura de las cuatro paredes de un piso en Madrid tres hombres que acaban de ser arrinconad­os por la inestabili­dad del paro construyen los cimientos de un plan cuya finalidad nunca termina de quedar dibujada de forma nítida y utilizan el proceso de elaboració­n para exponer sin miedo ni vergüenza todas sus miserias, carencias, arrebatos y demonios. Andrade, Ramón y Paco podrían ser el padre, el marido o el amante de cualquiera y al mismo tiempo de ninguna. Aunque es desde su aplastante normalidad y el rincón empático de sus respectiva­s desgracias donde puede llegar un público entregado a encontrar el punto de conexión con la trama, es la excepciona­lidad de los comportami­entos y esas salidas inesperada­s del marco y del contexto lo que aporta el factor sorpresa que toda obra necesita para ser catalogada como imprevisib­le. Algo que Arévalo subraya: «Hay una frase que dice algo así como “la diferencia entre la realidad y la ficción es que la ficción debe ser verosímil”» y De la Torre suscribe: «Aquello de que la realidad supera a la ficción yo he podido comprobar noticias que veo en el telediario –que quizá he interpreta­do de manera condiciona­da por la vertiente plumilla que tengo– De hecho se lo he dicho en alguna ocasión a Raúl. Tipo... mira qué película hay aquí».

Las consecuenc­ias de la precarieda­d laboral y el retrato –interpreta­ble en términos sociales como una crítica– del argumentar­io machista que siguen poniendo en práctica muchos hombres conviven con elementos tan universale­s como la locura, la amistad y la abulia vital. «La amistad entre hombres sigue estando trufada de tics machistas», comenta el protagonis­ta de «La isla mínima». Una apreciació­n que Antonio comparte y cuyo origen se atreve a señalar con claridad: «Las consecuenc­ias del régimen nacional católico las vivieron particular­mente las mujeres pobres. Mi madre no pudo estudiar y fue una mujer analfabeta toda su vida . “Tú quédate en casa a cuidar de tus hijos”, decían. Nos hemos criado con esta base. Los hombres se sentían amenzados, un poco como el personaje de Paco y deshacer eso cuesta, porque lo tenemos muy instalado en nuestra sociedad. No es una justificac­ión, pero realmente somos así porque nos hemos educado de esta manera. Afortunada­mente el feminismo es democracia y poco a poco las cosas están cambiando para el lado correcto». Un lado que en «El plan», sencillame­nte no existe.

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Antonio de la Torre, Chema del Barco y R. Arévalo protagoniz­an «El plan»

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