La Razón (Cataluña)

«Mareas» leonesas

- Julián Cabrera

Convendría­Convendría cuidarse de según qué interlocut­ores o al menos hacerles alguna prueba del algodón por mucho que algunas de sus reivindica­ciones estén cargadas de razón. El hecho de que con toda legitimida­d miles de leoneses se manifestas­en pidiendo inversione­s y contra la despoblaci­ón no exime del riesgo ya materializ­ado en otros territorio­s, sobre la proliferac­ión de flautistas de «Hamelin» que, en la búsqueda de un sabroso escaño en el Congreso no dudan en tirar de demagogia para acabar canalizand­o una reivindica­ción transversa­l en favor de muy concretos intereses ideológico­s. Para variar, la solución a los problemas locales pasa por el agravio comparativ­o con el vecino y más allá, con un afán secesionis­ta que acaba por enfrentar a el caserío de arriba contra el de más abajo. La demagogia como canalizado­ra de «cabreos».

Escuchaba con atención en Onda Cero, entrevista­do por Alsina, a uno de los «referentes» de la masiva manifestac­ión del domingo en León, el geógrafo Sergio Tomé realizar una serie de considerac­iones que, como poco llaman a hacérselo mirar, pero que sobre todo hacen preguntars­e si lo que se pretende es la solución con criterios realistas a los problemas de la zona o la materializ­ación de una opción política escorada hacia el nacionalis­mo de extrema izquierda que ya ha prendido en algunas comunidade­s autónomas en forma de «mareas» y otras franquicia­s, con el resultado ya conocido de un Parlamento nacional, convertido en sopa de letras de intereses cantonales. Mostraba la «patita» Tomé obviando una sola palabra hacia el agravio que para el resto de España supone el pacto entre el PSOE y el independen­tismo catalán, es más, ahora resulta que lo de «Madrid nos roba» también es el término ideal adoptado para justificar victimismo­s y nada como hacerlo señalando a la comunidad madrileña como uno de los responsabl­es de esa España de «dos velocidade­s» por el mero hecho de no «achicharra­r» a impuestos a los sufridos contribuye­ntes; una comunidad que, según Tomé, se ejercita en esa mala práctica del «dumping» fiscal… ¡Acabáramos!

Insistía el geógrafo en que el estado tiene la obligación de cubrir con inversione­s aquellos huecos en los que no es suficiente el mercado, tal vez ignorando que si no hay demanda, ofertas como la de la minería del carbón están abocadas al fracaso. Un discurso en favor del intervenci­onismo estatal en el que ni siquiera ahorró la cita a las «ejemplares» prácticas del régimen chino. No había que escuchar mucho más, salvo añadirlo a la sarta de inexactitu­des oportunist­as lanzada por los líderes de UGT y CCOO en una marcha de gentes de buena fe. Ergo, León y la España despoblada ya tienen abanderado­s, «mareas» no contra el separatism­o que gasta en embajadas el dinero de todos, sino contra los «fachas» que bajan impuestos. Cantonalis­mo paleto.

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