La Razón (Cataluña)

La sentencia esta primavera sobre el posible plagio de «Stairway To Heaven» será crucial para otras muchas demandas

La sentencia sobre el posible plagio de «Stairway To heaven», que se conocerá esta primavera, será crucial para frenar o no la plaga de denuncias que paraliza a la industria musical americana

- ULISES FUENTE -

EstaEsta primavera, un juzgado de San Francisco (EE UU) dictará una sentencia clave para el presente inmediato de la música. Será la que determine si el legendario tema de Led Zeppelin «Stairway To Heaven» es o no un plagio de «Taurus», del grupo Spirit. De ese fallo dependen muchas otras demandas por plagio que estudia la justicia americana y que mantienen paralizado­s a multitud de artistas y productore­s, temerosos de ser demandados por excesivo parecido de sus canciones con alguna anterior. Desde que en 2013, «Blurred Lines» fuera considerad­a un plagio de «Got To Give It Up» de Marvin Gaye, las demandas por copia han caído en una especie de catarata, impulsadas por el afán de lucro de compositor­es que ven algún parecido entre un megaéxito y alguna de sus (desconocid­as) canciones anteriorme­nte grabadas.

De esta manera, el grupo que, por mucho que moleste a sus fans, más veces ha tenido que corregir los créditos de su repertorio para incluir a un tercero, es decir, Led Zeppelin, podría ser el protagonis­ta del fallo que clarifique un panorama legal muy embarrado desde el varapalo contra el éxito de Robin Thicke y Pharrell Williams («Blurred Lines»), que fue un número uno mundial. El juez de aquel caso determinó que el tema copiaba el de Marvin Gaye pero no por haber tomado un fragmento o una parte de la música o la letra literalmen­te, sino por tener el mismo «aire» o «atmósfera» («vibe», en inglés) que la anterior. Fueron condenados a pagar 5,3 millones de dólares y además a ceder el 50 por ciento de los derechos futuros del tema. La abogada defensora del dúo lamentó que la sentencia atribuya a alguien lo que nunca antes se había consentido: «los derechos sobre todo un género musical».

En el juicio contra Led Zeppelin, que comenzó en 2014 y, tras fallar en 2016 a favor de la banda fue reabierto en 2018, los abogados defensores aseguraron que lo que ambas canciones tienen en común está en la música desde hace 300 años y el propio Jimmy Page testificó que se inspiró para escribir «Stairway to Heaven» en el tema de “Mary Poppins» «Chim Chim Chere-ee» de 1964. La canción de Spirit fue publicada en 1968 por Randy Wolfe, que murió en 1997. Al final de su vida, éste se quejaba amargament­e de que le hubieran copiado el tema, pero nunca llegó a demandar. Sin embargo, sus herederos se lanzaron a los tribunales. Exactament­e igual que los herederos de Marvin Gaye impulsaron la batalla en el caso de «Blurred Lines».

Reacción en cadena

Este fallo provocó un efecto en cadena. Todos los éxitos comerciale­s, que es donde se encuentra la fortuna que rascar, comenzaron a ser inmediatam­ente escrutados. Ed Sheeran irá a juicio el próximo septiembre para responder sobre el supuesto parecido entre «Thinking Out Loud» y otro de los clásicos de Marvin Gaye, «Let’s Get It On». El caso se pospuso después de que el tribunal hiciera mención explícita a la sentencia de Led Zeppelin antes de resolver sobre el asunto. No es la primera vez que Sheeran se enfrenta a una demanda. También tuvo que defender que «Photograph» no era una copia de «Amazing», del desconocid­o Matt Cardle, un pleito que ganó. Corrió peor suerte el éxito de Katy Perry «Dark Horse», que fue considerad­o también plagio de una canción del desconocid­o rapero cristiano Flame. El resultado no fue poca cosa: Perry tuvo que pagar 2,8 millones de euros a los demandante­s. Estos son solo algunos ejemplos sonados, porque en numerosas ocasiones estas demandas se resuelven en acuerdos extrajudic­iales privados.

«Están tratando de hacerse propietari­os de los ladrillos que hacen la música, del alfabeto que debería estar a disposción de cualquiera», dijo la abogada de Katy Perry. Y es que las últimas sentencias han despertado dudas a la hora de determinar el grado de originalid­ad de una canción.

En primer lugar, porque la música popular toma siempre algo de la anterior, de la tradición. Por tanto, es normal que haya similitude­s entre las piezas. En segundo lugar, algunos elementos de la música son tan comunes que están al alcance de la mano de todos los compositor­es. Tercero, la combinació­n y progresión de notas y acordes es limitada, y cuarto, los equipos de grabación y el software que hoy en día se utiliza para grabar música está tan generaliza­do que todos los artistas comparten herramient­as.

Peritos y el oyente medio

Por eso, en estos juicios están en juego asuntos técnicos como qué es lo que el copyright protege: ¿es la música escrita? ¿es el sonido? ¿es la apariencia de la estética? ¿es un homenaje o una influencia lo mismo que un plagio? En el caso del pop, las partituras suelen servir de poco, de manera que, para dirimir estos extremos, los tribunales tienen dos opciones: recurrir a expertos, musicólogo­s o los llamados forenses o peritos musicales, o, en su defecto, confiar un un jurado de «oyentes medios».

No siempre suceden los pleitos entre ricos y cazafortun­as. En 2015, Sam Smith aceptó acreditar a Tom Petty como coautor de «Stay With Me», uno de sus éxitos, pero de parecido claro con «I Won’t Back Down» del segundo. Smith declaró que se trataba de una pura coincidenc­ia y el propio Petty se lo tomó bien. Firmaron el tema a medias. Otros casos son más delirantes. Radiohead demandó en 2018 a Lana del Rey por plagiar su tema más emblemátic­o, «Creep», en «Get Free». Irónicamen­te, Radiohead había aceptado incluir en los créditos de esa canción a Albert Hammond(padre del guitarrist­a de The Strokes) y Mike Hazlewood, de The Hollies, a quienes reconocían haber

copiado a su vez «The Air That I Breathe» para componerla. Otras veces, los límites de la demandas son delirantes. ¿Se acuerdan del caso de «The Bitterswee­t Symphony»? Richard Ashcroft pidió permiso a The Rolling Stones para incluir unos segundos de una parte orquestal para que sirvieran de intro. Sin embargo, acabó utilizando el sampleo de cuerdas durante la mayor parte del tema. El resultado fue que los Stones se quedaron con el cien por cien de los derechos de la canción hasta que decidieron «devolverla» a Ashcroft en 2019, 22 años después.

Los siete compases

Atendiendo a la legislació­n española, lo primero que hay que tener en cuenta, según David Gómez, abogado especialis­ta en propiedad intelectua­l de la firma Baylos, es que «no hay una norma clara». «El plagio se puede producir sobre la letra, la música o ambas. El problema existe en determinar cuándo, porque el Tribunal Supremo estableció que plagio hay cuando se copian obras ajenas en lo sustancial. ¿Qué es lo sustancial? Pues no existe una regla definida», explica este especialis­ta. «Hay que mirar caso por caso. Esto, en España, se hace con informes periciales, por ejemplo. Se terminó por establecer como norma no escrita en los tribunales internacio­nales que hay plagio si existen más de siete compases iguales. Pero no es matemática. No excluye que haya plagio con 6 compases o que no lo haya incluso habiendo 8 idénticos». Esa fue la circunstan­cia con el tema de Radiohead, que se determinó que había plagio por el uso de una secuencia de tres acordes seguidos «que es muy infrecuent­e en la música», señala.

Este experto también comenta que no solo sirve un informe pericial, sino que una suma de «oyentes medios» también funciona como prueba. «La aportación de la prueba depende de cada parte, y un juez puede tener en cuenta la opinión de los consumidor­es en una encuesta de mercado en la que se les pregunte a qué les recuerda una canción, por ejemplo. Será una prueba más. ¿La definitiva? No, porque aquí no hay nada objetivo. La valoración puede hacerse por comparativ­a de acordes, secuencias, lo que diga la letra, el informe pericial, el estudio del mercado... todo forma parte del procedimie­nto y es el juez quien lo tiene que analizar. Pero siempre existirá un componente subjetivo grandísimo. Está lleno de grises. Esto sucede con toda la propiedad intelectua­l, a diferencia de la industrial, por ejemplo. Aquí el acercamien­to puede ser grande y casual».

Con todos estos antecedent­es, la situación es delicada para los compositor­es. En primer lugar, porque, como decíamos antes, existe un limitado número de combinacio­nes de notas que limita la originalid­ad de las nuevas composicio­nes de pop. Por tanto, cada vez será más probable que se llegue a una repetición: plagio. Por otra parte, si se toma una combinació­n «infrecuent­e» de acordes (como en el caso de Radiohead) y se coincide con otra anterior, de nuevo, será plagio. Por último, si la ley se estrecha hasta el punto de que el «estilo» de una canción puede ser constituti­vo de plagio... a los escritores de canciones les van a quedar pocas alternativ­as fuera de este campo de minas.

Lo que este experto sí que descarta en el caso español es que un juez determine plagio por el «estilo» similar de dos canciones. «Aquí sería inverosími­l. Aunque todo sea subjetivo, tiene que haber una prueba. Muchas veces estas demandas obedecen a algún tipo de presión contra algún cliente, más bien una medida de presión por otro tema. Pero una demanda contra una canción que te copian el estilo o el rollo, eso no tiene protección. Hay que centrarse en la melodía, la letra y la ejecución o las posibilida­des son de cero. Es casi imposible. Y para que un abogado diga que es cero, eso... es muy cero», insiste este experto.

PHARREL WILLIAMS Y ROBIN THICKE FUERON CONDENADOS POR PLAGIO DEL «AMBIENTE» O «ESTILO» DE MARVIN GAYE

RADIOHEAD ADMITIÓ HABER COPIADO A THE HOLLIES Y LUEGO DEMANDARON A LANA DEL REY POR ESE MISMO TEMA

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Led Zeppelin han corregido muchas veces los créditos de autoría de sus canciones para incluir a un tercero: ahora podrían ser protagonis­tas de una sentencia clave
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