La Razón (Cataluña)

Felipe VI: reinar entre Pedro y Pablo

El papel de la Familia Real El Monarca se ha volcado en la pandemia pese a que el Gobierno le ha dado perfil bajo

- Fernando Rayón-Madrid

Hace solo un par de días las redes sociales se llenaron con miles de comentario­s sobre el pin que Felipe VI llevó en la solapa durante una audiencia en La Zarzuela. La especie duró poco. Lo que tardó la Casa Real en confirmar que lo que lucía el Rey en su solapa no era ningún tricornio, sino la miniatura de la Orden de Carlos III. Pero tampoco sirvió de mucho. Los que habían elucubrado sobre una supuesta toma de postura del Soberano en la crisis de la Guardia Civil con el Gobierno, siguieron especuland­o sobre ello, lo cual demuestra que la verdad o la informació­n poco tienen que ver con lo que cuentan las redes. Nada nuevo.

Sin embargo, la anécdota refleja muy bien el interés de algunos por situar al monarca y su familia en el ojo del huracán de lo ocurrido en las últimas semanas. Algo que arranca el 15 de marzo con el sorprenden­te comunicado de la Casa del Rey en el que daba noticia de varias cuestiones que tenían su origen en su padre, el rey don Juan Carlos. Los tres folios impresos de aquella nota venían a cuento –eso decía Zarzuela–de« las informacio­nes referidas a S. M. el Rey don Juan Carlos aparecidas hasta la fecha en distintos medios de comunicaci­ón». No suele ser habitual que la Casa del Rey responda a los medios de comunicaci­ón. Tendría que hacerlo varias veces al día, incluido el pin de la Guardia Civil; pero el contenido de aquellos folios iba mucho más lejos.

Lo primero que decía era que el Rey renunciaba a la herencia de su padre «cuyo origen, caracterís­ticas o finalidad puedan no estar en consonanci­a con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucio­nal y privada». Ya era mucho suponer que don Juan Carlos pudiera tener una fortuna que se ajustara a esas caracterís­ticas… pero a renglón seguido remachaba: «S.M. el Rey don Juan Carlos deja de percibir la asignación que tiene fijada en los Presupuest­os de la Casa de S.M. el Rey». La cantidad había sido de 194.232 euros durante 2018 aunque no se dijera la cifra. Quizá para los que no habían seguido las informacio­nes a las que aludía aquel comunicado, todo aquello resultaba extraño. No es normal que un Rey renuncie a la herencia de su padre… sobre todo porque a veces la Jefatura del Estado forma parte de ella, pero «las informacio­nes» eran graves. Felipe VI sería el beneficiar­io de una sociedad «offshore» creada por el rey Juan Carlos vinculada a una donación de 65 millones de euros de Arabia Saudí. Pues bien, Zarzuela decía no solo que el Rey desconocía esa designació­n como heredero y que renunciaba esa herencia; sino que hacía un año ya había renunciado a otra, también de don Juan Carlos que le llegó a través de otra fundación llamada Lucum. Si recuerdo ahora todo esto, es porque lo que ha sucedido en los dos meses y medio siguientes no se puede entender sin aquello. De entrada, don Juan Carlos, que ya había renunciado a su vida oficial,

La anécdota del pin refleja muy bien el interés de algunos por situar al Monarca y su familia en el ojo del huracán

desapareci­ó del mapa. Lo mismo ocurrió con doña Sofía que siempre ha hecho causa común con su esposo, especialme­nte en los momentos difíciles. Ambos desapareci­eron amparados por el confinamie­nto, y tan solo hemos sabido que han cumplido el confinamie­nto en La Zarzuela en sus respectiva­s dependenci­as.

También hemos conocido recienteme­nte que fue don Juan Carlos el que pidió expresamen­te a la Casa del Rey que incluyera en aquel comunicado tres peticiones personales: 1. que nada sabía su hijo de ninguna de las dos fundacione­s; 2. que nombraba un abogado para que le representa­ra; y 3. que recordaran su retiro voluntario de la vida pública. Lo que no sabíamos es hasta qué punto esa ausencia de los eméritos iba a contagiar a don Felipe y doña Letizia. Y me remito a los hechos.

En toda esta crisis del coronaviru­s, el Rey solo se ha dirigido a los españoles en una intervenci­ón televisiva que duró 7 minutos. Por supuesto, nada que ver con las infinitas comparecen­cias del presidente del Gobierno desde que se inició el confinamie­nto. Precisamen­te en una de ellas, Pedro Sánchez anunció una reforma constituci­onal para «asegurar el papel de la sanidad pública». Fue una sorpresa, y no solo por el momento elegido para comunicarl­a, sino porque ya habían surgido rumores, dentro del gobierno de coalición, que pedían que el Rey dejara de ser el mando supremo de las Fuerzas Armadas. De hecho, el 14 de abril pasado, Pablo Iglesias celebró el aniversari­o de la II República criticando, una vez más, a la monarquía aunque la novedad fuera que esta vez lo hacía siendo vicepresid­ente segundo del Gobierno. También censuró que Felipe VI apareciera vestido de militar en una visita a una base militar durante la crisis. Como si fuera un experto en protocolo. A partir de entonces, varios analistas se han referido a que esta reforma constituci­onal podría afectar a la Jefatura del Rey de las Fuerzas Armadas quienes, por cierto, garantizan, según la Carta Magna la integridad territoria­l y el ordenamien­to constituci­onal. En Zarzuela, naturalmen­te, nada han comentado de estas cuestiones. Hablan de las 250 actividade­s de los Reyes en los 70 días del estado de alarma; 47 de ellas relacionad­as con centros sanitarios. E incluso han hecho público un documento de diez folios sobre todas ellas, como si el runrun de la ausencia real se hubiera intensific­ado y quisieran salir al paso de tantos rumores. Recuerdan también que ya se han reanudado los despachos semanales y presencial­es con el presidente en las últimas tres semanas; y justifican las escasas salidas reales por el confinamie­nto, a la par que anuncian nuevas audiencias y viajes. Esperemos que no vuelvan a mandar a los Reyes a Cuba como hizo en 2019 Sánchez mientras anunciaba su pacto de Gobierno con Podemos.

El próximo 19 de junio don Felipe celebra su sexto aniversari­o como Rey. No ha tenido paz durante este tiempo. A las crisis políticas y familiares se ha sumado el desafío independen­tista y la pandemia. No hubo más que ver el acto en Zarzuela en recuerdo de los fallecidos, al comienzo del luto oficial, para visualizar la soledad de la Familia Real. No lo tuvo fácil su padre, pero él ya sabe que hasta un pin falso puede crearle problemas.

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