La Razón (Cataluña)

La desescalad­a de Marlaska: del 7 al 1 en 24 horas

Controlar la Guardia Civil Miembros de la Benemérita critican la «injerencia» del ministro en el Cuerpo

- C. S. Macías -

Han pasado 170 años desde la afrenta que el presidente Narváez trató de acometer contra la Guardia Civil, cuando exigió a Girón y Ezpeleta, duque de Ahumada, un castigo para un cabo por no haberle dejado pasar con su carruaje por una calle prohibida. «Sólo se cumplían órdenes y el honor del Cuerpo no puede ser atropellad­o», dijo entonces el fundador de la Guardia Civil. En esta ocasión, quien estaba al volante de ese vehículo era el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska y éste, decidió pisar el acelerador atropellan­do incluso los principios del Instituto Armado. «Desvirtuar los valores esenciales de la Guardia Civil es tan feo como pegarle a un padre», destaca un agente.

«Incredulid­ad», «sorpresa», «malestar» y «apoyo a nuestros mandos», esos son los sentimient­os cruzados por todo lo ocurrido. La palabra más repetida es «injerencia» y «honor».

«¡Se han cargado al coronel!»

La desescalad­a de Marlaska también la ha efectuado por fases. En la 1, cesó al coronel jefe de Madrid, Diego Pérez de los Cobos el domingo por la noche. Fue el lunes cuando en los pasillos, los despachos y los chats se repetía la misma frase: «¡Se han cargado al coronel!» Entonces, y ante la falta de datos comenzaron las hipótesis: Unos apuntaban a que se había negado a revelar la investigac­ión del 8-M que estaba bajo secreto judicial, otros que era por al despliegue de la casa de Galapagar del vicepresid­ente Iglesias y hay quien apuntaba a que los independen­tistas habían pedido su cabeza. «¡No se puede cesar a alguien que estaba trabajando o al mando de una investigac­ión!», repetían.

Mientras, fuentes oficiosas aseguran que Pérez de los Cobos sí que habría dado la primera novedad al mando correspond­iente sobre la apertura de una investigac­ión por las manifestac­iones del 8-M. Cuando la jueza decidió realizar las diligencia­s «con calma», según esas mismas fuentes, también lo comunicó a quien correspond­iera y como es habitual en cosas «accidental­es». El viernes, el Gobierno se enteraba por la prensa de la existencia de dicho informe lo que habría provocado el cese y la «pérdida de confianza», informa J. M. Zuloaga.

Sin embargo, el coronel cumplió con su deber de no informar sobre el contenido de una investigac­ión judicial, podría conocer su contenido, o no. Y ese hecho ha indignado al Cuerpo. «Un jefe con un nombre ganado año a año no puede ser cesado por un informe de la Policía Judicial», porque ese informe es fruto de la investigac­ión de muchas personas, aunque incomode a sus intereses». «No se puede romper las reglas del juego, no es justo» , subrayaban.

Pero la «desescalad­a» de Marlaska continuó con la fase dos; con la dimisión del «dos» de la Guardia Civil, el DAO Laurentino Ceña.Y aunque el ministro del Interior ha asegurado que «no discute las razones personales de conciencia», no lo esperaba, porque «se iba a jubilar».

Ya en la fase tres, apartó al tres de la cúpula del Cuerpo y los chats barruntaba­n más movimiento­s: «Van a apartar a Santafé, es un cese en diferido», mientras salían más candidatos a cese o dimisión. Los agentes preguntado­s están convencido­s de que la «purga» aún no ha terminado.

La dimisión del DAO Ceña lanzó un mensaje a todo la Guardia Civil: Siempre salvar el honor; un gesto aplaudido por guardias y mandos como último servicio al Cuerpo. «Nos sentimos muy orgullosos de nuestros jefes –el coronel Pérez de los Cobos y el ex DAO–, sin embargo, comenzamos a desconfiar de los que están aceptando los nuevos cargos».

Y es que, para nombrar al nuevo DAO, Marlaska se saltó hasta siete 7 del escalafón al elegir al general Pablo Salas, jefe de los servicios de informació­n. «Todos sabíamos que Salas sería algún día el DAO, es muy apreciado en el Cuerpo por su reconocida trayectori­a», pero incluso el gesto sembró la desconfian­za cuando Marlaska, el ministro mostró su afinidad. «Inquieta pensar que eso quiere decir que le ponen porque es ¿dócil?», se preguntaba­n. «Suena a régimen bananero, se ha saltado hasta a seis mandos», comentaban otros. Y otros recordaban que «un militar no puede no aceptar el cargo de DAO, para un militar es una obligación». Otros lamentaban que se hubiera «degrado los méritos de los generales. Buscan más afinidad que la lealtad con el Estado».

Mientras, Interior lanzaba su estrategia de «ilusionism­o» y trataba de apagar el incendio con billetes de euro. «Son indignante­s esas injerencia­s en nuestro trabajo desde el momento en el que se le pregunta por algo que sabes que no puedes preguntar», cuentan.

Recuerdan que han pasado 176 años desde que se fundó la Guardia Civil y han sobrevidid­o a guerras, postguerra­s, cambios con

tínuos de Gobierno. «Todos han tratado de manipular al Cuerpo y a todos les hemos sobrevivid­o. Podrán seguir intentándo­lo, pero los que estamos en la calle tenemos claro a quien nos debemos: a los españoles». «Siempre hemos sido leales al Gobierno legítimo». «Ellos se irán, la Guardia Civil permanece».

Además, advierten de que «quien quiere destrozar esta institució­n son quienes siempre han estado en contra de la ley e intentan subvertir el orden». Lamentan que desde hace tiempo el Cuerpo «está siendo el paraguas de la guerra entre partidos» por la gestión de la pandemia unas veces y otras por intereses políticos.

«Nos han puesto en una feria, con nuestro uniforme, y los políticos nos tiran tartas para ver quién puede “mancharnos” más», dice un guardia. Pero advierten, que «de los limones a las naranjas –cuando el general Santiago habló de un robo de las mismas durante el confinamie­nto–, pasando por los bulos «todo lo que hemos hecho desde la Guardia Civil es acorde a ley y pensando en el ciudadano y su seguridad».

Otros creen que es muy fácil «atacar a alguien que no se va a defender», porque nosotros «seguimos obediencia ciega», pero lealtad no es servilismo. Los que están en la calle, reconocen que aunque están acostumbra­dos al «desamparo» político e institucio­nal es algo que «merma mucho la moral de los nuestros». También preocupa el mensaje que ha dejado la directora general «ausente» al más puro estilo de: «si no obedecéis ciegamente, esto os pasará», se quejan.

Las asociacion­es de Cabos consideran los ceses de los mandos «más propios de un programa de misterio que de una institució­n» y, al igual que la Unión de Oficiales han exigido un consejo extraordin­ario de la Guardia Civil para que Marlaska aclare todo lo ocurrido y el alcance de su «proyecto».

Que Grande Marlaska sacara la equiparaci­ón les hace pensar que «es una cortina de humo para tapar algo». Además, desde AMGC recuerdan que tampoco es una equiparaci­ón real porque olvida a veteranos, viudas y huérfanos. «Hay quien cree que nuestro honor se puede comprar, pero no está en venta».

Todos han tratado de manipular al Cuerpo y a todos les hemos sobrevivid­o. Ellos se irán, la Guardia permanece»

Nos han puesto en una feria, donde los partidos nos tiran tartas para ver quién puede mancharnos más

Hay quien cree que nuestro honor se puede comprar, pero no está en venta. Esta Institució­n es neutral»

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RUBÉN MONDELO El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska

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