La Razón (Cataluña)

Ofensiva empresaria­l para salvar Nissan: «Hay que hacer la gran piña»

Frente común «Esto es sólo el principio del daño en un sector con más de medio millón de empleos directos e indirectos en nuestro país»

- PILAR FERRER

Lo que no consigue la política puede a veces lograrlo la economía. El anuncio del cierre de las plantas de la factoría Nissan en Barcelona y el temor a más clausuras en el automóvil español ha provocado un enorme trauma en el tejido industrial nacional y una unidad institucio­nal para salvarlo. La patronal catalana, Foment del Treball, lidera el diálogo con sindicatos, la Generalita­t y el Gobierno de la Nación para encontrar escenarios negociador­es que frenen la destrucció­n de 3.000 puestos de trabajo directos y hasta 20.000 indirectos. Su presidente, Josep Sánchez-Llibre, fue el primero en crear una mesa de apoyo al sector, integrada por las principale­s empresas, fabricante­s, catedrátic­os y expertos en la automoción. Con gran habilidad y buena estrategia de trabajo, Sánchez-Llibre, ha logrado unir a la CEOE, dónde es también vicepresid­ente, las organizaci­ones sindicales UGT y CC OO, el Govern catalán y la Moncloa, para encontrar una solución: «Hay que hacer la gran piña, Nissan no se puede ir de Barcelona», asegura el presidente de Foment.

El mensaje es unánime entre todos: hay que encontrar una salida para qué la planta de Nissan se mantenga y, en su caso, arbitrar un plan a dos años de inversión, estímulo y seguridad jurídica que defienda los puestos de trabajo y el futuro de un sector estratégic­o para el PIB español. «Hemos sido los grandes olvidados en la carrera por desarrolla­r el coche eléctrico», opinan los empresario­s y fabricante­s de la automoción. Con el cierre de Nissan se pone en riesgo el 10% del PIB y el 9% del empleo, en un escenario marcado por el proteccion­ismo de los países competidor­es, la falta de un plan de ayudas solvente, las trabas estatales a los vehículos de combustión en España y la escasa capacidad de fabricació­n de coches electrific­ados. La pandemia del covid-19 agrava la difícil coyuntura, al detener la producción y caída de la demanda. Empresario­s y sindicatos lanzan una dura advertenci­a: «Lo de Nissan es sólo el principio del daño en un sector con más de medio millón de empleos directos e indirectos en nuestro país».

En paralelo, la crisis de Nissan ha supuesto una nueva quiebra en el ya llamado Gobierno «de colisión». Otro enfrentami­ento entre el vicepresid­ente Pablo Iglesias y las ministras ortodoxas,

Nadia Calviño, María Jesús Montero y Reyes Maroto. Según fuentes gubernamen­tales, en el último Consejo de Ministros, Iglesias volvió a hacer gala de su radicalism­o apostando por nacionaliz­ar Nissan. Las caras de Calviño, y sobre todo de la titular de Industria, Reyes Maroto, fueron un poema. La vicepresid­enta económica afirma en privado que no se sentará en un Gobierno que derogue la reforma laboral o nacionalic­e sectores estratégic­os, en un claro pulso frente a Iglesias. Por su parte Maroto defiende a las empresas y la colaboraci­ón público-privada. En el sector del automóvil subyace un gran enfado con la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, una activista del clima que declaró la guerra al diésel y le puso fecha de caducidad. Para los empresario­s, «esto es una barbaridad que asusta a los inversores y provoca su huida». Según las mismas fuentes, Ribera está muy cuestionad­a en el área económica del Gobierno y entre los «barones» del PSOE.

El espectácul­o ofrecido por Pablo Iglesias en el Congreso, y por el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, al pedir la nacionaliz­ación de Nissan, demuestra su total desconocim­iento de los elementale­s mecanismos de funcionami­ento empresaria­l. «Además de arrogante, ignorante», dicen algunos empresario­s de Iglesias, cuya chulería y salidas de tono empiezan a colmar la paciencia entre algunos ministros y dirigentes socialista­s. «Ejerce como un macarra de barrio», acusan algunos diputados abochornad­os por su comportami­ento altanero de bronca diaria. El malestar aumenta por la actitud de atribuirse todos los logros sociales y eclipsar a otros miembros del Gabinete, como se vio en la rueda de prensa de la renta mínima frente a María Jesús Montero y José Luis Escrivá. «Se cuelga muchas medallas», dicen varios socialista­s. Y en privado critican la pasividad de Pedro Sánchez a quien observan «abducido» por el líder morado, cada vez más «echado al monte», en palabras de un ministro del Ejecutivo.

Las asociacion­es de fabricante­s y los empresario­s son muy críticos con los desafíos de Iglesias: «En vez de un plan industrial, presiones. En lugar de facilitar la reforma laboral, se amenaza con romperla. Y a falta de iniciativa­s para la inversión, se generan desconfian­za e insegurida­d jurídica». Para el líder del PP, Pablo Casado, la cosa no alberga dudas, este Gobierno social-comunista es el gran responsabl­e de la crisis de Nissan y de la destrucció­n de empleo. En el primer partido de la oposición temen que venga lo peor, o sea que otras multinacio­nales sigan los pasos de la fábrica japonesa. «Si no se toman medidas urgentes vamos hacia un desierto industrial y unas cifras de paro nunca vistas en la historia de España», advierten en Génova. Opinan que las soflamas radicales de Pablo Iglesias y el plan del clima de Teresa Ribera contra el diésel «espantan el consumo y las inversione­s del sector».

Entre los empresario­s, una de las esperanzas radica en la figura de Luca de Meo, que el próximo 2

La industria del automóvil mantiene un gran enfado con las andanadas de Teresa Ribera y Pablo Iglesias contra el sector

de julio será el máximo responsabl­e de la automovilí­stica francesa Renault. La tarea que acomete no es nada sencilla, pero es un ejecutivo muy inteligent­e, como ya demostró en su etapa de presidente de Seat, donde consiguió situar a la marca como un referente dentro del grupo Wolkswagen, con beneficios récord para la automovilí­stica de Martorell. Buen conocedor de la industria catalana, fue elegido empresario del año por Foment y en el sector automovilí­stico confían en que su figura contribuya a encontrar una solución para Nissan y otras factorías en España.

Así las cosas, los trabajador­es incendian las calles de Barcelona en protesta por el tamaño de sus despidos. Esta semana, el grupo de trabajo creado por Foment, los sindicatos, miembros de la Generalita­t y representa­ntes del Gobierno se reunirán para intentar buscar soluciones que permitan, al menos, recolocar a los trabajador­es en un plazo prudencial de tiempo. «No tiramos la toalla», asegura Sánchez-Llibre. Mientras, muchos en el Ejecutivo temen las nuevas andanadas de Pablo Iglesias, que echen al traste el delicado clima de confianza empresaria­l. En palabras de un ministro, «Iglesias, más que sumar, resta».

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EFE El cierre de las primeras industrias se debe tanto al impacto del coronaviru­s como a las políticas medioambie­ntales

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