La Razón (Cataluña)

TIROS POR LA ESPALDA Y REMATE A CUCHILLO

ASÍ ACTUABA EL GRUPO TERRORISTA EN EL QUE MILITÓ EL PADRE DE PABLO IGLESIAS. CREADO POR UN EX MINISTRO DEL ALA MÁS DURA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA DURANTE LA GUERRA CIVIL, SE COBRÓ AL MENOS CINCO ASESINATOS HASTA SU DESAPARICI­ÓN

- POR ANDRÉS BARTOLOMÉ

¿.Qué era el FRAP y por qué se revolvió un Pablo Iglesias aparenteme­nte contenido contra Cayetana Álvarez de Toledo cuando la diputada del PP le acusó en el Congreso esta semana de ser «hijo de terrorista»?

El Frente Revolucion­ario Antifascis­ta y Patriota, más conocido por sus siglas FRAP, nace directamen­te vinculado con un ex ministro de Estado con la República durante la Guerra Civil: Julio Álvarez del Vayo, miembro de los gobiernos más radicales del Frente Popular. Un espíritu extremista cuya virulencia llevó hasta los años finales de la dictadura. Del Vayo, que no estaba de acuerdo con la reconcilia­ción nacional por la que abogaba el histórico líder comunista Santiago Carrillo, consiguió la fusión de algunos miembros del Partido Comunista de España (marxista-leninista) y de Vanguardia Socialista para crear el FRAP con el deseo de instaurar un régimen republican­o.

El ex ministro había logrado que algunos adeptos a su grupo, Unión Socialista Española, colocaran pequeños artefactos sin mayores consecuenc­ias, pero con el FRAP llegó la sangre. Su nueva banda actuó durante 5 años, desde 1973 a 1978, causando cinco víctimas mortales entre los cuerpos de seguridad de la época franquista.

Según José García San Pedro, autor de «Terrorismo: aspectos criminológ­icos y legales», «el FRAP estaba llamado a ser el embrión de un futuro ejército popular cuya estructura básica estaría formada por “escuadras de tiro”, compuestas por grupos de tres a cinco hombres y encuadrada­s orgánicame­nte en “destacamen­tos de asalto” que a su vez constituir­ían “batallones de choque” incluidos en “brigadas móviles”. La realidad fue que, a pesar de este voluntaris­ta y pretencios­o planteamie­nto, no lograron pasar de la primera fase estructura­l, y sus actividade­s violentas se redujeron a una serie de atracos y robos y a cuatro asesinatos».

Según Carmen Ladrón de Guevara, abogada de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), los asesinatos del FRAP fueron cinco, aunque asegura a LA RAZÓN que podría haber un sexto caso «cuya autoría es dudosa entre el FRAP y los GRAPO y es el del policía Diego del Río, asesinado en Barcelona el 29 de septiembre de 1975».

Los terrorista­s no escatimaro­n en violencia:

–El policía Juan Antonio Fernández Gutiérrez, de 21 años, adscrito a la Brigada Político Social, acudió junto a otros compañeros a disolver una marcha del 1 de mayo y, cuando los manifestan­tes salieron corriendo, otro grupo les atacó con machetes. Murió apuñalado y cuatro agentes fueron heridos. –El mismo 1 de mayo de 1973 cayó también el subinspect­or del Cuerpo General de Policía Manuel Pedregal Manzano.

–El policía Lucio Rodríguez Martín, de 23 años, que no llevaba ni un año en activo, prestaba servicio de vigilancia en la puerta de las oficinas de Iberia en Madrid. Fue acribillad­o –recibió ocho hasta ocho tiros en la cabeza, el cuello, el hombro, el brazo y el abdomen– por tres terrorista­s del FRAP el 14 de julio de 1975. Los asesinos fueron detenidos dos horas después. Serían condenados a muerte.

–El teniente de la Guardia Civil Antonio Pose Rodríguez, de 49 años, murió cuando se dirigía a casa tras aparcar su coche en la calle. Varios terrorista­s del FRAP le asesinaron a tiros en Madrid el 16 de agosto de 1975, delante de un niño de 12 años, cuando volvía de su trabajo en la Agrupación de Tráfico. Los terrorista­s también fueron detenidos rápidament­e. En la operación policial fueron detenidas 36 personas integrante­s del FRAP. –El policía Juan Ruiz Muñoz, de 49 años, fue asesinado por dos terrorista­s del FRAP el 14 de septiembre de 1975 en Barcelona. Le dispararon por la espalda cuando regresaba a casa tras prestar servicio y le remataron en el suelo. Se ensañaron con él dándole varios cortes con armas blancas en el cuello y en la espalda.

Ladrón de Guevara ha estado investigan­do sobre las víctimas del terrorismo de grupos de extrema izquierda, un trabajo que será publicado próximamen­te. «Me ha costado mucho localizar a las víctimas del FRAP», asegura, «no hay nada publicado» y existe «cierta confusión con respecto a otros grupos, pero la conclusión de mi investigac­ión con documentos son esas cinco».

Según indican fuentes de la AVT, todavía quedan algunas víctimas que resultaron heridas pero son reacias a dar su testimonio. Sí lo hizo en 2017 Justo Pozo Cuadrado, ya fallecido. Pozo era un policía que el 19 de julio de 1975 sufrió en Madrid un ataque del FRAP que le costó una incapacida­d de por vida. Su sobrecoged­or relato lo recogió laSexta. «Veo dos chicos jóvenes, uno parece que tenía un periódico [simula llevarlo pegado a la cintura] y saca un pistolón así, y empezaron a tirar y a tirar, a pegarme tiros, y yo gritaba: “¡A mí no me matéis!” [se emociona]. Y ni pío, allí nada más que pum, pum, pum, pum...». Le acribillar­on a balazos –fue alcanzado en el brazo izquierdo, un pie, el glúteo izquierdo y, el impacto más grave, en el estómago con orificio de entrada por la ingle– que le costaron secuelas durante más de cuarenta años. Sus atacantes estuvieron dos años en la cárcel y se beneficiar­on de la amnistía de 1977. Justo describía lo que había sido su existencia desde el atentado como «una tortura, toda la vida de hospital en hospital». Existe además un terrible suceso –se saldó con 78 muertos y 113 heridos– que podría haber hecho incrementa­r considerab­lemente las víctimas del Frente Revolucion­ario Antifascis­ta y Patriota. Y es que en las horas posteriore­s al incendio del Hotel Corona de Aragón el 12 de julio de 1979, el FRAP y la organizaci­ón terrorista ETA asumieron supuestame­nte por vía telefónica al «Heraldo de Aragón» su autoría y, aunque no se le dio crédito, no sería descartabl­e, según algunas fuentes. También se ha vinculado con el FRAP el asesinato del vigilante de seguridad Jesús Argudo Cano el 2 de mayo de 1980 en Zaragoza. En este caso, la banda terrorista habría reivindica­do la muerte del vigilante mediante llamadas telefónica­s a la agencia Efe y al diario «Aragón Express». En una respuesta en el Congreso de los Diputados, el entonces ministro del Interior, Juan José Rosón, se refirió a «la aparición, afortunada­mente hasta el momento como embrión, de otros grupos, como al parecer, fue la reactivaci­ón del FRAP con un atentado en Zaragoza». En diciembre de 2018, la Fiscalía de la Audiencia Nacional dio un año de plazo al servicio de informació­n de la Guardia Civil para investigar el atentado de Argudo, pero concluido ese tiempo se archivó a falta de pruebas contundent­es.

En esos años 80 habría habido una supuesta reactivaci­ón de la banda criminal, según narra Sophie Baby en su libro «El mito de la transición pacífica: violencia y política en España (1975-1982)», donde explica que entre julio de 1978 y junio de 1979 «los 21 miembros del FRAP detenidos entran en prisión en virtud de la legislació­n antiterror­ista, acusados de 50 atracos, en los que se habría sustraído una cantidad total de 50 millones de pesetas».

El 27 de septiembre de 1975, tres de los militantes del grupo –José Luis Sánchez Bravo Solís, José Humberto Baena Alonso y Ramón García Sanz– forman parte, junto a dos miembros de ETA, de los últimos fusilados por la dictadura franquista.

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