UN INFORME PERDIDO
La tradición cristiana sobre Pilato es riquísima y ya interesó sobremanera a los Padres de la Iglesia que, como Tertuliano, llegaron a considerarle «pro sua conscientia christianus» (cristiano de conciencia). Quizá él conoció el informe secreto y perdido que Pilato envió al emperador sobre el expediente Jesús. Comoquiera que sea, habrá una tradición ambigua sobre el prefecto, al que los apócrifos dedican hechos y relatos, sobre su suicidio y su desgracia. Grande es el misterio que rodea ese diálogo críptico en el que el gobernante –sarcástico, según Nietzsche– filosofa acerca de «la verdad» con Jesús. Nunca sabremos cómo fue realmente la escena, entre el comportamiento inverosímil de un detenido que no se defiende y de un procurador que no quiere condenar. Solo podemos reconstruirla en lo históricamente más verosímil, como hace este libro, o bien disfrutar con la poderosa narrativa que cambió para siempre la historia de la humanidad.