CARTAGO CONTRA ROMA
El desencadenante de la Segunda Guerra Púnica fue la decisión de Aníbal Barca de asediar la ciudad de Sagunto, en Hispania, por entonces aliada de Roma. Una vez tomada esta se decidió a llevar la guerra a suelo itálico, algo que no había sucedido en el anterior enfrentamiento entre las dos potencias. Aníbal condujo a sus tropas hasta los Pirineos y, de ahí, hasta los Alpes. Los romanos enviaron un ejército con el que trataron de interceptarle en Hispania y en la Galia, pero no llegaron a tiempo. La invasión anibálica de la península itálica coincidió con una coyuntura de debilidad para Roma. Los pueblos célticos del valle del Po habían sido recientemente sometidos por la fuerza, y su voluntad de deshacerse del yugo romano era grande. Aníbal supo ver la ocasión y, al poco de alcanzar la llanura padana liberó y estableció alianzas con buena parte de los pueblos de la región. De especial relevancia fue el hecho de que, en el primer enfrentamiento con las legiones romanas Aníbal vapuleara y humillara a sus oponentes, liderados entonces por Publio Cornelio Escipión, quien casi perece en la lucha. Este hecho proporcionó tal aura de invencibilidad al púnico que alentó a todos los enemigos de Roma a unirse a él. Acababa de comenzar la que probablemente fuera la mayor guerra de la historia de Roma y todo iba mal para la república del Lacio.