La Razón (Cataluña)

Crisis de gobernanza

Partamos de la premisa incontesta­ble de que la gestión pública de una pandemia como la del coronaviru­s es una endiablada misión. Del mismo modo, que a los gobernante­s no se los elige para gobernar una nave con mar en calma infinita

- Juan Luis Carrasco

Es muy conocido el aforismo, atribuido a múltiples fuentes, que asegura que «toda crisis es una oportunida­d». Cuesta horrores hablar en esos términos de un episodio desgarrado­r que ha provocado decenas de miles de muertos en nuestro país y centenares de miles en el mundo. Pero la historia de la humanidad es un catálogo de logros, descubrimi­entos y grandes epopeyas engendrado­s en medio de una adversidad casi terminal. Las crisis, por tanto, ponen a prueba al ser humano, y muy especialme­nte a los gobernante­s. Ellos están todo lo expuestos que se encuentra la magistratu­ra que ostentan en la cúspide de la piramide. Dependemos de su capacidad para tomar las decisiones adecuadas en el momento preciso y minimizar los errores y las consecuenc­ias. En nuestro caso, el Gobierno actuó tarde y mal y el resultado es de todos conocidos, circula impreso en las principale­s gráficas sobre la evolución del contagio. De esta pandemia, como de todo desafío extraordin­ario, los liderazgos saldrán reforzados o desgastado­s y cuestionad­os. Las peculiares caracterís­ticas de una amenaza global que ha golpeado como pocas la salud y el bienestar de la gente ha convulsion­ado la relación de gobernante­s y gobernados. La opinión pública de todos los países ha reaccionad­o instintiva­mente frente a gestiones competente­s o frustrante­s.

Las últimas encuestas sobre la valoración de los mandatario­s mundiales, y también las realizadas en nuestro país, relegan a Pedro Sánchez a posiciones poco decorosas conforme al criterio de sus conciudada­nos. El presidente del Gobierno apenas cuenta con la aprobación del 26%, casi nueve puntos menos que en el comienzo de la crisis. Se sitúa a la cola de este ranking junto al japonés Abe o al francés Macron, que, sin embargo, ha recuperado catorce puntos de popularida­d por su decisiones durante la pandemia. El primer ministro indio Narendra Modi es el político con mayor índice de aprobación. De un ya espectacul­ar 74% de los ciudadanos indios ha pasado al 81%. No todos son iguales.

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