Fundido a negro
En la narración audiovisual, el fundido a negro se emplea como una forma de transición, un instrumento para indicar que algo termina y quién sabe si otro capítulo comienza. El pasado domingo la Casa Blanca al completo se apagó. Por primera vez en nuestra historia contemporánea, la mítica luminaria del 1600 de la Avenida Pennsylvania desapareció a la vista de los centenares de manifestantes que protestaban violentamente en la calle. Ni un haz de luz salía de la Casa Blanca, nada que indicara que el inquilino está escuchando lo que ocurre, que lo ve y que tiene un plan. Oscuridad total. Es verdad que este estallido de destrucción y vandalismo lo ha encendido el asesinato del afroamericano George Floyd hace una semana en Minneapolis (Minnesota) a manos de un policía blanco. Pero también lo es que el país lleva más de 100.000 muertos por el coronavirus y 40 millones de personas están sin empleo. Los afroamericanos están muriendo a un ritmo casi tres veces superior al de los blancos y huelga decir a qué comunidad va a afectar más la recesión antológica que ya asoma. Las brasas estaban a punto y el racismo policial le ha echado gasolina. No esperen en esta ocasión de emergencia sanitaria ninguna unidad tras la bandera, como sucedió tras el ataque a Pearl Harbor o tras el 11-S. El presidente Trump se ha encargado en su primer mandato de cavar una zanja profundísima entre los americanos y luego ha apagado la luz a la espera de ser reelegido en noviembre. Y lo peor es que tiene muchas papeletas.