De qué estamos hablando
Del trago parlamentario del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso. El desgaste del escándalo le está pasando factura. Su lenguaje corporal y gestual lo delatan. Ayer, aseguró en el Congreso que no piensa dimitir porque ni él ni nadie de su equipo han cometido «ninguna ilegalidad» en relación con el cese del coronel Diego
Pérez de los Cobos y el informe para la causa judicial que indaga sobre el 8-M. Es más, justificó sus dos o tres versiones sobre la destitución con una nueva: «No quise decir nada porque tengo respeto a la carrera profesional del señor Pérez de los Cobos».