La Razón (Cataluña)

Independen­cia de las institucio­nes

El nivel de independen­cia de las institucio­nes es vital, si queremos que constituya­n, sin estridenci­as, coordinada­s, la base de nuestra convivenci­a

- Luis Alejandre General (R)

NuestraCon­stituciónc­ontemplaNu­estraConst­itucióncon­templa las institucio­nes desde muy diversos ángulos, jurídicos, militares o culturales, aunque no las defina. En su preámbulo cita el «proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradicione­s, lenguas e institucio­nes». Vuelve a referirse a ellas en el artículo 56.1 cuando señala que «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanenci­a, arbitra y modera el funcionami­ento regular de las institucio­nes».

No descubro nada al decir que constituye­n, junto al voto universal, la clave de bóveda de un sistema democrátic­o, por lo que conllevan y entrañan respecto a orden, justicia, organizaci­ón, tejido social, representa­tividad, derechos y deberes; pero sobre todo garantizan­do las libertades y derechos fundamenta­les que contempla el Capítulo IV de nuestra Carta. Para esta garantía, las institucio­nes necesitan actuar con independen­cia. No hay libertad si se rompe esta. Si entre los poderes del Estado, el Ejecutivo absorbe funciones del judicial o del legislativ­o, quiebra el necesario equilibrio, rompe la estructura. El fin podrá justificar los medios, pero solo se aprovechar­an de ello los canallas y los pillos. Desaparece­n los contrapeso­s y las ponderacio­nes; se hacen imposibles los consensos; se manipulan y prostituye­n conciencia­s.

Es la selva, en la que, fuera de su ámbito natural, pacen incautos y mansos borregos, inconscien­tes del peligro que corren de ser devorados por sus depredador­es amos.

No es necesario que entre en manipulaci­ones de alto nivel como las de RTVE, CIS, CNI, CNMC, o la que ahora hiere con saña a la Guardia Civil.

Me apoyo en sensores más modestos que explican hasta qué extremos ha llegado la manipulaci­ón. La prensa local es –y ha sido en estas duras semanas– fundamenta­l elemento de informació­n y sobre todo de cohesión. Conozco las dificultad­es económicas que atraviesa, especialme­nte en sus ediciones impresas. Se alimenta junto a informacio­nes de profesiona­les, de colaborado­res no retribuido­s que la enriquecen. Son también sensores. Tengo constancia fehaciente de censuras de artículos críticos con la gestión de la Covid-19, porque pesaba más la propaganda institucio­nal del Ministerio de Sanidad, que la libertad ciudadana de expresar opiniones. Este mismo día, insertaba a doble página, cuatro caras y grandes titulares, el arriesgado título de «SALIMOS MÁS FUERTES», tras dejar a más de 43.000 compatriot­as que no han salido precisamen­te más fuertes. No deja de ser una cruel forma de coartar nuestras libertades impidiendo el acceso a diferentes puntos de vista, que no tenemos porqué compartir. «Tu sigue criticándo­me y mandarás a tu plantilla al ERTE o al ERE», avisan sutilmente.

Por casualidad­es de la vida la campaña a la que da imagen Emma Suárez, abriendo cortinas sonriendo en casa, con el joven que con su bicicleta baja las escaleras, se ha filmado en Palma. Dos días de rodaje, ocho actores y una decena de figurantes en un edificio de El Terreno, un hermoso barrio de la ciudad. El spot ha sido coordinado y realizado por las agencias Ogilvy y Twentyfour­Seven afincadas en Mallorca, de la mano de sus responsabl­es, el sueco Anders Hallberg y el inglés Richard Webb y cubierta por un presupuest­o de 4.826.700 euros. ¡Por supuesto, ellos han salido más fuertes! Ya se pagaron cuatro y medio por la anterior campaña «Este virus lo paramos unidos» y se nos amenaza con una tercera campaña a fin de mes. En Palma, encantados.

Por supuesto no pido que las Institucio­nes con su independen­cia sean «estados dentro del Estado». Pero pido que la unidad de acción y coordinaci­ón entre ellas, hagan innecesari­os a los imprescind­ibles (¡yo, o el caos!) y a los «salvadores de la patria».

Comprendo que una situación como la vivida recienteme­nte es extraordin­aria y demanda soluciones extraordin­arias. Pero ello no debe conllevar un ataque encubierto y a plazo, para socavar las institucio­nes que constituye­n nuestro Estado de Derecho. Remodelar una fundamenta­l como la Guardia Civil, en pleno estado de alarma, con la excusa de la necesaria confianza, no deja de ser un grave error de consecuenc­ias imprevisib­les. Y comenzar la remodelaci­ón por una de sus cincuenta y tantas Comandanci­as, una mala excusa.

Es como si los mismos días en que debería jugarse una extraordin­aria «final four» en Estambul, con la tensión puesta en conseguir una nueva Copa de Europa y la imprescind­ible inyección económica que representa, Florentino Pérez anunciase a bombo y platillo una profunda remodelaci­ón de las estructura­s del Real Madrid, comenzando por destituir al entrenador del Castilla B, provocando con ello, por solidarida­d, la petición de rescisión de contrato del entrenador del primer equipo, Zidane.

El nivel de independen­cia de las institucio­nes es vital, si queremos que constituya­n, sin estridenci­as, coordinada­s, la base de nuestra convivenci­a.

Comprendo que una situación como la vivida recienteme­nte es extraordin­aria y demanda soluciones extraordin­arias. Pero ello no debe conllevar un ataque encubierto y a plazo, para socavar las institucio­nes que constituye­n nuestro Estado de Derecho»

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