La Razón (Cataluña)

Bush rompe su silencio

Pertenecie­nte a la gran dinastía republican­a, el ex dirigente se suma a las críticas por la retórica divisiva de su sucesor

- V. Jaklitsch-Washington

La actuación del presidente Donald Trump el lunes, biblia en mano, frente a la iglesia Saint John en Washington, ha despertado la ira de los manifestan­tes, que multiplica­ban su presencia en la protesta del martes en la capital de EE UU. Una imagen especialme­nte polémica por la forma, más que por el fondo. Y es que para llegar hasta allí, Trump tuvo que cruzar los metros que separan la Casa Blanca del emblemátic­o lugar de culto dispersand­o la concentrac­ión pacífica con el uso de gases lacrimógen­os.

Aunqueelfi­scalgenera­lWilliam Barr intentaba exculpar al mandatario asegurando que la decisión de dispersar a la multitud frente a la Casa Blanca para que Trump pudiera tomarse la fotografía en la iglesia, había sido cosa suya. Según Barr, él mismo dio la orden de despejar la plaza frente a la Casa Blanca, que llevó a las fuerzas del orden público a usar granadas de humo para dispersar a los manifestan­tes pacíficos.

Una peligrosa maniobra que despertó la indignació­n de miembros del Partido Republican­o, como el ex presidente de EE UU, George W. Bush, que sorprendía con unas declaracio­nes de apoyo a los manifestan­tes. «Estamos angustiado­s por la brutal asfixia de George Floyd y perturbado­s por la injusticia y el miedo que asfixian a nuestro país», declaró Bush junto a su esposa Laura.

Es hora de que escuchemos. Es hora de que EE UU examine nuestros trágicos fracasos, y mientras lo hacemos, también veremos algunas de nuestras fortalezas»

George Bush

Presidente de EE UU (01-09)

«Aquellos que se propusiero­n silenciar esas voces no entienden el significad­o de EE UU, o cómo se convierte en un lugar mejor». Otros cargos públicos mostraron su malestar por el uso de la fuerza que Trump está empleando contra los propios estadounid­enses. La presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, exigió el martes a Trump desde el Capitolio ser un «sanador jefe» y «no avivar las llamas» con su incendiari­a actuación del lunes, al criticar al magnate por la lectura de pasajes de la Biblia en medio de la ola de protestas raciales que azotan al país.

El supuesto candidato demócrata a las presidenci­ales, Joe Biden, comparó el lenguaje de Trump, en su primera aparición pública tras el confinamie­nto por coronaviru­s, con el de los racistas sureños de la década de 1960. «No podemos dejar que nuestra ira nos consuma», denunció Biden. Expertos en democracia y otros líderes y militares retirados han condenado el uso de la fuerza contra los ciudadanos. También mandatario­s de otros países ven con preocupaci­ón lo que pasa en EE UU. El primer ministro de Canadá mantenía un silencio de 20 segundos antes de ser capaz de responder ante los medios para valorar las protestas históricas de su país vecino. «Observamos con horror y consternac­ión lo que está pasa en EE UU», dijo Justin Trudeau.

Una situación sin precedente­s, cuyas protestas se alargaban en muchas ciudades como Washington a pesar de la orden de toque de queda, y que no se producían desde hacía más de medio siglo, tras el asesinato de Martin Luther King en 1968.

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El ex mandatario, George Bush

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