La Razón (Cataluña)

Renacido cuando morían 300 personas al día

- Belén Tobalina - Madrid

Desde que se anunció el estado de alarma se han realizado 379 trasplante­s según los datos de la ONT. Estas intervenci­ones se han reducido un 34% en los primeros cinco meses del año, pero no pararon. Antonio Guillén recibió un riñón en abril. «Cuando me llamaron no me lo creía, pensé que no se hacían dada la crisis sanitaria. Me ha cambiado la vida»

El día que trasplanta­ron a Antonio Guillén, de 58 años, el Ministerio de Sanidad informaba de la muerte de 288 personas. Empezaban a «mejorar» los datos, pero todavía quedaba y queda un largo camino por recorrer. Por eso, cuando le llamaron del Hospital Puerta del Mar de Cádiz para decirle que acudiera urgentemen­te porque tenían un riñón potencialm­ente apto para él no se lo podía ni creer. «El jueves 23 de abril ingresé y pasé por quirófano porque me tenían que poner una fístula en la muñeca para la hemodiális­is. Salí el 25 y, nada más llegar a casa, recuerdo que me estaba preparando un descafeina­do cuando me llamó el doctor para decirme que fuera al hospital. No nos lo creíamos. Llamamos a la familia y a amigos y tampoco daban crédito», relata. Rápidament­e se fueron para el centro. «Pensaba que todo el tema de los trasplante­s no se iba a retomar mínimo hasta 2021 por el Covid-19, la verdad, por eso tuve un cúmulo de emociones: alegría, incredulid­ad, si hasta pensé que era un sueño...», recuerda.

En su caso, el tiempo de espera fue breve porque, aunque a Antonio le detectaron que sus riñones fallaban a finales de 2012, lo cierto es que en 2017 le diagnostic­aron y operaron de cáncer de próstata. «Antes, para poder entrar en lista de espera de trasplante tenían que pasar cinco años desde un cáncer, ahora dos», afirma este vigilante de seguridad privada. De modo que Antonio no pudo apuntarse hasta febrero de 2019. Urgía, aunque al principio empezó con la diálisis peritoneal en casa «porque no quería dejar de trabajar», en las Navidades de 2019 empeoró e ingresó con peritoniti­s. Fue entonces cuando empezó hemodiális­is en el centro. «Tenía que ir tres veces por semana al hospital. El médico me recomendó que cogiera la baja porque en caso de conseguir un órgano tenía que estar en óptimas condicione­s físicas y seguí sus recomendac­iones». Algo esencial, porque, como él reconoce, «no hay forma de comprobarl­o, uno de los médicos me dijo que el problema de mis riñones podría deberse al químico que utilizan para fumigar las naves. Nadie puede acceder durante un mes, pero los vigilantes tenemos que hacer una ronda sin ningún tipo de protección año tras año».

Desde que recibió el riñón no tiene más que palabras de agradecimi­ento porque gracias al donante donante y a su familia puede volver a hacer las cosas sencillas que antes no. «Me ha cambiado la vida. Puede parecer una tontería, pero antes no me podía duchar normal porque tenía el catéter en el pecho que estaba comunicado por una arteria en el cuello. Me lavaba como un gato y solo me duchaba de cintura para abajo». También puede volver a comer frutos secos y chocolate, que antes «no podía por el riñón. Ahora como de todo, aunque con moderación. Y te diría que puedo beber alguna cervecita, pero para mí lo importante es que puedo beber agua. Era mi debilidad, porque solo podía tomar muy poca, la cantidad que orinaba y medio litro más». A Antonio también le ha vuelto la ilusión. Ha empezado a retomar ciertos hobbies que tenía abandonado­s, como hacer maquetas. Ha recibido un riñón y un «chute» –si me lo permiten– de alegría, porque si Antonio nos cuenta su historia es porque quiere agradecer «el regalo que el donante y su familia me han dado. Lo hablo muchas veces con mi familia. Siempre les tenemos en mente, aunque no sepamos quiénes son. Y una cosa tengo clara, este regalo tengo que devolverlo de algún modo», como en la película de «Cadena de favores». «Su generosida­d me ha cambiado la vida». También tiene palabras de agradecimi­ento para los médicos, enfermeros, celadores... que le trataron. «Sabía que estaba en buenas manos. Desde hace 30 años que operaron a mi hija a los 17 días de vida solo tengo palabras de agradecimi­ento a los sanitarios». Por eso pide que el aplauso de las ocho de la tarde se traduzca en respeto a estos profesiona­les. «Me avergüenza ver carteles en los que se explica que insultar y agredir a un sanitario es delito, a dónde hemos llegado... espero que eso cambie».

Y, por cierto, que su trasplante no fue el único en este hospital gaditano. «Al día siguiente sé que llamaron a otros dos pacientes para lo mismo», asegura. Y es que, aunque la epidemia ha frenado los trasplante­s, lo cierto es

que no han dejado de hacerse en ningún momento. Así, según los datos de la Organizaci­ón Nacional de Trasplante­s (ONT), desde el 13 de marzo, fecha del anuncio del estado de alarma, y hasta el

31 de mayo se han realizado 379 a partir de 171 donantes. Unos trasplante­s que se han hecho dentro de las directrice­s estipulada­s por unos protocolos creados explícitam­ente para ello y que ahora han derivado en el Plan Post-Covid-19. «El 23 de enero empezamos a desarrolla­r un plan, pero pensando, la verdad, en la posibilida­d de que un potencial donante hubiera viajado a China», reconoce Beatriz Domínguez-Gil, directora de la ONT.

«La epidemia –prosigue– nos ha afectado a la donación tanto cualitativ­a como cuantitati­vamente, porque ha alterado las pautas de evaluación del potencial donante y trasplanta­do. Desde el principio hemos hecho PCR, de modo que si el donante potencial o el receptor daban positivo no se seguía con el trasplante ni si tenían alguna sintomatol­ogía. Solo se hacía si, tras este cribado, salía negativo en Covid-19. La actividad también se ha reducido sustancial­mente al aprobar solo los trasplante­s en pacientes muy críticos o en aquellos casos donde es difícil encontrar un órgano para la persona que necesita ese trasplante. También hay que tener en cuenta que las UCIS estaban saturadas, que teníamos menos vuelos, mayores restriccio­nes en el uso de aeropuerto­s... y que debíamos garantizar que los espacios estaban libres de Covid, algo que no era fácil en plena pandemia y que era esencial porque el caso de las personas que iban a ser trasplanta­das, de contagiars­e, podría ser particular­mente graves». Esto justifica que se «haya reducido la actividad de trasplante­s un 34% en estos primeros cinco meses del año respecto al mismo periodo de 2019, y es una pena, porque hasta el 13 de marzo los datos eran superiores. En países como Francia, Italia, Reino Unido o EE UU se han producido descensos tan importante­s o más que en España, pero hay que esperar para poder hacer comparativ­as». Y un mensaje de optimismo, «en las últimas tres o cuatro semanas hemos notado ya un aumento de la actividad de trasplante­s y la idea es seguir esta línea, porque nuestro plan es es la escalada, no de desescalad­a. En unas semanas nos acercaremo­s a los niveles que teníamos previament­e a la crisis del Covid-19», asegura la directora de la ONT.

 ?? ENCARNA MARTÍNEZ FORNIELES ?? Antonio Guillén, de 58 años, recibió un riñón el pasado 26 de abril. Ni él ni su familia se lo creían cuando el médico les avisó
ENCARNA MARTÍNEZ FORNIELES Antonio Guillén, de 58 años, recibió un riñón el pasado 26 de abril. Ni él ni su familia se lo creían cuando el médico les avisó

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