El Covid nos ha dejado más débiles (Sí, a todos)
La desescalada, el salir del confinamiento, es lo que tiene. Que nos muestra tal y como somos. Y volvemos a la calle. Con nuestras filias y nuestras fobias. Sobre todo, más de estas últimas. Y retomamos las inquinas que tanta fama nos dieron. Y volvemos a cortar la Meridiana de Barcelona, para que los vecinos –ellos los primeros–, sepan de nuestra vuelta. Aunque no se alegren de vernos. No tienen «sentimiento de país». Ellos están a lo suyo, a sus vidas. Y nosotros estamos «haciendo república». Estamos movilizados. Aunque empezar a mover las piernas cuesta. Además, los que tienen que llevarnos a esa Ítaca, cada vez más lejana, parecen centrados en hacerse con el poder autonómico en unos comicios de la discordia. Por lo pronto, el Torra más posibilista «suspende» la mesa de negociación ante «la falta de confianza que ve en Sánchez», pero sí llama a la puerta de Moncloa para gestionar... 15.000 millones de fondos europeos. ¿Se impone el «seny» a la «rauxa»? El ejemplo del nacionalismo vasco ha sido clave. En su particular mercado persa, en que han convertido los últimos seis meses de negociaciones con Pedro Sánchez, han logrado más que con todas sus «performances», lazos amarillos y pancartas. Y eso que, según el Deustobarómetro Social, solo el 14% de los vascos se declara partidario de la independencia. Aunque ahora, Bildu, haya llegado a descomponer la ecuación de pactos. O no.