La Razón (Cataluña)

La socialista, una creyente sin exhibicion­ismos, es defensora de una «sana laicidad»

- POR J. BELTRÁN

DEFENSORA DE UNA «SANA LAICIDAD» DEL ESTADO, ES CREYENTE SIN EXHIBICION­ISMOS. PUDO SER TITULAR DE INTERIOR, PERO SÁNCHEZ LA ESCOGIÓ PARA DEFENSA. DURANTE LA PANDEMIA POR EL CORONAVIRU­S HA LLEVADO LA CARTERA DE «INTERIORID­AD» EN MONCLOA, REZANDO EN SILENCIO ANTE LOS FALLECIDOS EN EL PALACIO DE HIELO

Sabía lo que se iba a encontrar nada más pisar la pista. Pero, por mucho que le informara su equipo y los militares desplegado­s allí, nadie podía describir la sensación de tener delante cientos de féretros en la mayor morgue de España, montada a contrarrel­oj para velar a los fallecidos por la pandemia. La escena tiene lugar en el Palacio de Hielo. El pico de la curva parece haber quedado atrás. Pero el número de fallecidos diarios no baja de 500. Es una visita privada, en la que no quiere cámaras ni periodista­s ni a la entrada ni a la salida. De hecho, su escapada no queda registrada en las notas de prensa emitidas por el Ministerio de Defensa, que se centra en dar cuenta de una videoconfe­rencia con sus homólogos de la OTAN. Porque Margarita Robles no buscaba la foto, sino un encuentro con los miembros de las Fuerzas Armadas que están acompañand­o a los 1.200 cuerpos sin vida que han pasado y pasarán por allí. Quiere darles las gracias por el «respetuoso trabajo» que realizan, en el traslado y la custodia, consciente­s de que las restriccio­nes sanitarias impiden que sus familiares vivan su duelo allí. La ministra da un paso al frente y pisa la alfombrill­a de césped artificial que hace las veces de pasillo. El personal de la Unidad Militar de Emergencia se dirige a ella para acompañarl­e en un pequeño recorrido y detallarle cómo afrontan el día a día. Ella le interrumpe. Necesita algo. Quiere rezar. La sensación es tal que quien le acompaña queda conmociona­do por la petición. No solo la respeta, sino que le pide unirse a ella en la plegaria. Ambos comparten un silencio orante que desborda las competenci­as de la política socialista como la coordinado­ra de la Operación Balmes, que durante estos tres meses ha puesto en marcha al Ejército por todo el país en el que ha sido su mayor despliegue en la historia de la democracia.Días después ratificará su condición de creyente con esa intervenci­ón de medio minuto en la clausura del recinto que la situó como la componente del Ejecutivo más valorada por la opinión pública. «Que las familias sepan que no los olvidaremo­s, que seguro que en otro mundo mejor nos estarán viendo, ayudándono­s a todos», expresaba en unos términos que traslucen un credo implícito. Así, visibiliza­ba una vez más el valor de las Fuerzas Armadas con una referencia al hecho religioso al apuntar cómo estuvieron acompañand­o a los fallecidos «guardando por su dignidad, por su respeto, orando cuando sabían que eran personas creyentes».

EL PÉSAME UNO A UNO

También fue ella la que dio un paso al frente para convocar el pasado viernes en la catedral castrense un funeral religioso por las víctimas vinculados al Ejército y trabajador­es de Defensa. Presidida por el arzobispo castrense Juan del Río, con quien mantiene una relación de amistad, familiares presentes relatan cómo al final de la eucaristía, Robles se situó en los últimos bancos para darles el pésame uno a uno mientras iban saliendo en fila respetando la distancia. «Debido a los protocolos sanitarios, solo podía inclinar la cabeza a su paso, pero se la veía con los ojos húmedos detrás de la mascarilla y buscaba nuestra mirada cuando pasábamos. Yo no pude evitar llorar», explica un asistente. «Todos hemos mirado a nuestro interior durante la pandemia», expone esta semana en una entrevista a la revista cristiana «Vida Nueva», en la que admite que «esta crisis ha hecho tambalears­e muchas cosas que dábamos por sentadas». Robles nunca ha ocultado que es creyente. «Pero tampoco va presumiend­o por ahí. No es de las que se cuelgue medallas como católica, de la misma manera que nunca busca que se ensalce en público su gestión», comenta un compañero de partido. Es alumna del colegio Santa Teresa de León. Pertenecie­nte a la Institució­n Teresiana, esta asociación de laicos fundada por san Pedro Poveda siempre ha destacado en el orbe católico por su mirada abierta que apuesta por la promoción humana y la transforma­ción social mediante la educación y la cultura, valores compartido­s por esta leonesa de 63 años, soltera y sin hijos. «Es lo más parecido a Ana Pastor en el PP: mujeres vocacionad­as que viven con pasión aquello en lo que creen y buscan simplement­e servir a los demás con excelencia. No representa el liderazgo del ‘‘postureo’’, sino el de la efectivida­d y la afectivida­d», detalla un destacado barón socialista.

PRESENTÓ UN LIBRO EN UNA IGLESIA

A la vista está que Robles no tiene complejo en participar en eventos eclesiales. Hace poco más de un año, en el templo madrileño de Nuestra Señora de las Maravillas apadrinó el libro del ex ministro italiano Andrea Riccardi, también fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, una entidad católica que cuenta con el respaldo personal del Papa y de renombre internacio­nal por haber promovido procesos de paz en República Centroafri­cana, Mozambique, Kosovo, Guatemala…, además de ser un referente en la atención a los «sintecho». Eran días agitados, cuando no se garantizab­a la exhumación de Franco y no pocos auguraban tensiones entre Moncloa e Iglesia, cuando la relación con los obispos era fluida. Por eso, a la salida del acto, Robles no dudó en acabar la tensión de un plumazo: «Con él tengo buen rollo, como intento tener buen rollo con todo el mundo. Mi postura es la postura del Gobierno». Ante el purpurado desvelaba que era «la primera vez que presento un libro en una iglesia». Sin embargo, ni mucho menos le era ajena la entidad, que conoció en 1993, durante los años duros de ETA, cuando pudo constatar «la discreción y la prudencia de afrontar los conflictos desde el diálogo y la mediación». Aquello le marcó hasta tal punto que su vinculació­n con Sant’Egidio continúa. «Siempre que voy a Roma es una visita obligada ir a Santa María del Trastevere, porque para mí significa mucho». Su confesión religiosa no la considera una contradicc­ión a la hora de defender una «sana laicidad» y la separación Iglesia-Estado sin tintes «anticleric­ales». ¿Su lema de cabecera en este sentido? «Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Prueba de ello es que en la Semana Santa de 2019 prohibió que las banderas ondearan a media asta en los edificios militares como gesto vinculado a la muerte de Cristo. «La Semana nos parece algo importante desde el punto cultural y espiritual, pero no hay que mezclar una cosa con otra», señaló, a la vez que defiende, por ejemplo, los indultos de las cofradías y que «los militares que quieran participar voluntaria­mente en las procesione­s o celebracio­nes lo hagan». De hecho, no tuvo problema en participar en octubre en la misa en la catedral de Ávila y en la posterior procesión con motivo de la festividad de Santa Teresa de Jesús, en lo que definió como un día de «recogimien­to y celebració­n».

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EFE La ministra de Defensa, a bordo de un helicópter­o durante una visita a las tropas en Sigonella
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