La Razón (Cataluña)

«Es más peligroso dejar a los niños con los abuelos que abrir las escuelas»

Los niños no tienen el gran poder de contagio que se les atribuyó al inicio de la pandemia, pero las autoridade­s no han asumido este cambio de dirección científica

- Víctor Fernández -

Cuando España reaccionó contra el nuevo coronaviru­s, asumió que los niños eran grandes contagiado­res, igual que con la gripe, y por prudencia cerró todas las escuelas. En marzo, no había ningún dato que sugiriera que los menores tenían un gran poder para transmitir la COVID-19. Pero en algunas cabezas cuajó la idea de que los niños eran pequeños luciferes con una alta capacidad de propagar el virus. Y los padres de hijos con trastorno del espectro autista u otras discapacid­ades, que durante el confinamie­nto tenían permiso para salir a la calle, se vieron empujados a identifica­rlos con una prenda azul para no ser increpados desde los balcones. Para combatir el aburrimien­to y la frustració­n de estar encerrados, hubo personas que se adjudicaro­n el título de «policía de balcón», que consistía en denunciar y señalar a todo el personal que había en la calle, sin tener en cuenta si se trataba de una enfermera, una cajera de supermerca­do o un niño con TDHA.

Cuatro meses después, las cosas han cambiado. Los niños tienen permiso para salir a la calle y las escuelas para abrir. Pero muchas no lo harán porque no tienen los protocolos listos. Pese a que la decena de ensayos que han estudiado la COVID-19 en niños y adolescent­es indican que no son grandes contagiado­res, pediatras como el doctor Pere Soler, jefe de Patología Infecciosa de Pediatría del Hospital Vall d’Hebron, tienen la sensación de que no se ha asumido este cambio de dirección científica a la hora de reabrir las escuelas. «En España se han abierto antes las terrazas de los bares que las escuelas, que son imprescind­ibles», lamenta.

El doctor Soler es partidario de abrir las escuelas antes de dejar a los niños con los abuelos que son grandes receptores. «En vez de exponer a la población de más riesgo, hubiera sido más sensato ir paso a paso, juntar a los niños y a los niños con sus profesores -menores de 60 años- y ver qué pasa», opina. Admite que el riesgo cero no existe, pero la experienci­a de otros países demuestra que la vuelta al colegio no ha aumentado los contagios.

El primer país de la Unión Europea en reabrir las escuelas fue Dinamarca. El 15 de abril los niños volvieron a clase. La última semana de marzo se detectó un pico de casos entre la población de 1 a 19 años porque se hicieron más test. Y cuando empezaron las clases, durante la primera semana se observó un aumento de contagios. Fue puntual. A partir de la segunda semana, el número de infectados entre niños de 1 a 19 años ha ido en descenso, en paralelo al resto de la población.

En Dinamarca, igual que en otros países del norte de Europa, la conciliaci­ón ha sido una prioridad política. La vuelta al cole arrancó con medidas que se han ido relajando, como horarios reducidos, clases al aire libre o la supresión de asignatura­s donde los niños compartían material. El doctor Soler comparte que la reapertura de los colegios se ha de pensar bien. «La decisión final incluye a muchos actores», admite.

Desde un punto de vista científico, una norma clave es que ningún niño ni profesor con síntomas compatible­s con la covid vaya a la escuela. Y lo más prudente es el lavado de manos, la distancia social, gestionar las aglomeraci­ones de adultos en la entrada y salida, generar circuitos hábiles en la atención primaria para atender casos sospechoso­s, además de no reincorpor­ar a profesores mayores de 60 años o con patologías previas. En cambio, «decirle a un niño de 10 años que juegue a fútbol con mascarilla no tiene mucho sentido», dice. Cree que la reapertura de colegios en junio hubiera sido un buen banco de pruebas para septiembre. «Hay que observar qué pasa en los casales de verano, aprovechan­do que hay espacios al aire libre y que el calor mengua la propagació­n del virus para gestionar el regreso a las aulas en septiembre», constata. Una ventaja de cara a septiembre, es que los virus suelen competir entre elllos. «Confiamos en que la covid y la gripe no se alíen», añade el pediatra.

Vall d’Hebron lidera un estudio para ayudar a dibujar cómo será la vuelta al colegio en septiembre

Decir ahora cómo arrancará el curso en septiembre es hacer política ficción. «La situación epidemioló­gica será otra. El riesgo de contagio será más bajo. Y muchas de las medidas que se han propuesto, como el uso de mascarilla­s dentro del aula o la distancia social no serán necesarias», matiza Quique Bassat, pediatra y epidemiólo­go del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Hospital Sant Joan de Déu.

Para ayudar a Salud y a Educación a dibujar la estrategia de la vuelta al cole en septiembre, el Hospital Vall d’Hebron lidera junto a la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria de Cataluña (AQUAS) un estudio que cuenta con la colaboraci­ón de 150 hospitales y centros de atención primaria para determinar cuál ha sido la secuencia de transmisió­n en las familias. Analizarán cerca de 150 familias con casos de coronaviru­s para saber quién infectó a quién. Con estos datos y el aprendizaj­e de estos meses esperan tener más informació­n para poder facilitar la vuelta al colegio en septiembre de todos los niños. Los médicos han constatado que los niños están más protegidos que los adultos de la covid. Cataluña sólo ha detectado 120 menores con coronaviru­s y sólo uno, que tenía ya una salud muy deteriorad­a ha fallecido. Ahora, queda por confirmar que no son grandes contagiado­res.

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LA RAZÓN Una imagen de unos niños colocándos­e sus mascarilla­s en la casa de sus abuelos

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