Los colonos judíos enfrían su apoyo a EE UU
Los colonos contra Trump Consideran incompatible el Estado palestino con el «Gran Israel» y enfrían el apoyo de EE UU al plan
La tensión se dispara ante la anexión parcial de Cisjordania.
Con la fecha fijada para iniciar la anexión de territorios y asentamientos judíos de Cisjordania a la vuelta de la esquina –el 1 de julio-, al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu le ha surgido un imprevisto e incómodo enemigo interno: la oposición de parte del liderazgo de los colonos judíos, que alzan la voz contra cualquier atisbo de fundar «un estado terrorista en el corazón de la tierra de Israel». La beligerancia de este sector del sionismo religioso, que sueña con culminar el «Gran Israel» en este territorio ocupado por el Estado judío tras la victoria en la Guerra de los Seis Días de 1967, se añade a los escollos ya existentes: las amenazas emitidas por la Unión Europea y parte del mundo árabe sobre las consecuencias económicas, diplomáticas y potencialmente conflictivas que podría acarrear la medida unilateral.
El «premier» israelí logró revalidar su cargo, en parte, gracias a la promesa de aplicar «la soberanía israelí» bajo las premisas establecidas en el «Acuerdo del Siglo» reveladoporlaAdministraciónTrump. El documento prevé que, a cambio de anexionar lo que supondría el 30% del territorio de Cisjordania, Israel aceptará reanudar las negociaciones, cuyo fin –aunque con unas condiciones difícilmente aceptables- sería crear un Estado palestino. Pero para David Elhayani, líder de la agrupación de asentamientos «Yesha», esto demuestra que Donald Trump y su yerno, Jared Kushner, «no son amigos de Israel».
Para el dirigente de la vociferante agrupación de colonias, el inquilino de la Casa Blanca «ha hecho cosas maravillosas por Israel (traslado de su embajada a Jerusalén, reconocer la soberanía sobre los Altos del Golán o las acciones contra Irán), pero fundar un Estado palestino, que estaría literalmente pegadoalascoloniasylasrutasque las interconectan, es inaceptable». El diputado ultraderechista Betzalel Smotrich lo aclaró en declaraciones al New York Times: «o los asentamientos tienen futuro, o lo tiene un Estado palestino. Pero no ambos a la vez».
Las advertencias públicas emitidasdesde«Yesha»llevaronaNetanyahu a convocar una reunión urgente con el consejo de colonos, donde en un clima de tensión les exigió rebajar el tono. Desde Washington,enlosúltimosmesesllegaron mensajes contradictorios, y en la última visita del secretario de Estado, Mike Pompeo, a Jerusalén, aclaró que aplicar la anexión depende, en última instancia, de Israel.Yestoapesardequeunequipo estadounidense participa hace meses en un «comité de mapeo» para designar las zonas previstas donde se «aplicará la soberanía».
Pero Elyahani no se desdijo, y adelantó que no aceptarán un 30%, a pesar del evidente sesgo proisraelídelplanTrump:«sialguientetrae un pastel mientras te apunta con un arma a la cabeza, ¿lo tomarías y diríasadiós?Micometidoessalvarnos de amenazas existenciales». Netanyahu se apresuró en emitir una nota de prensa condenando sus palabras, e insistiendo en que «Trump es un gran amigo de Israel». Entre dirigentes de asentamientos también hay divergencias, y el más pragmático Oded Revivi insistió en que «mejor comerlo ahora, antes de que el helado se derrita», en alusión a un eventual relevo en la Casa Blanca el próximo noviembre.
Por la tormenta desatada, una fuente oficial norteamericana declaró a Times of Israel que desde Washington «se ha rebajado el entusiasmo en ver implementada la anexión». El viernes, la enviada de EE UU en la ONU, Kelly Craft, insistióconque«esteplanesdetallado y realista, que toma en cuenta los intereses de israelíes y palestinos». Desde Ramallah no opinan lo mismo, mismo, ya que el liderazgo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ni ha participado en las discusiones. Desde el espectro político opuesto en Israel, se presentan dos líneas contrariasalanexionismo.Laprincipal, liderada por ex comandantes del Ejército y agencias de seguridad, que alertan de los riesgos de implementar una realidad de «un único estado» y avecinan un estallido violento. «No hay duda de que Cisjordania prenderá y que habrá másataques»,declaróaEfeYaakov Peri,elexjefedelShinBet(servicios secretos internos). Y prosiguió: «la ANP dejaría de existir y, una vez que ésta pierda el control, hay cientos de personas con armas, que hoy lasusanparalucharcontraHamás y el día de mañana las usarán contra nosotros».
Por otra parte, activistas de izquierda y pro-derechos humanos alertan sobre la inminente consolidación de un «Apartheid» similar al de Suráfrica y la muerte de cualquier solución pactada al conflicto. El abogado Michal Sfard lo describió en una tribuna en Ha’aretz: «La anexióninevitablementeresultará en una confiscación masiva y automática de tierras y propiedades palestinas, un desplazamiento forzado de individuos, familias y comunidades enteras del área anexada». Pero para el general retirado Gershon Hacohen, Netanyahu «goza de suficiente apoyo público para lidiar con los riesgos que presenta la izquierda. Su verdadero problema proviene ahora de los representantes de los asentamientos». Mientras tanto, desde el Ejército israelí se preparan ante los posiblesescenarios:desdelarotura del valioso tratado de paz con la vecina Jordania, a una eventual oleada de ataques terroristas.