La Razón (Cataluña)

«Barones» desmemoria­dos

- Julián Cabrera

SoloSolo levantan la voz cuando entramos en periodo preelector­al de comicios autonómico­s y llega la hora de jugarse el voto y el «machito», o en épocas como la actual en la que la tragedia del covid-19 está poniendo más de una barba a remojar. Los referentes territoria­les del partido socialista llevan tal vez demasiado tiempo desempeñan­do el papel de «barones domados» o como poco desmemoria­dos a tenor de algunas considerac­iones que les venimos escuchando en línea con la justificac­ión de lo injustific­able, con tal de que la incomodida­d que les producen las políticas del líder de filas no abra innecesari­os frentes al interés de partido. Escuchaba al presidente extremeño Fernández Vara lamentar que no existan acuerdos más «transversa­les» entre fuerzas moderadas para evitar que los nacionalis­tas resulten los grandes beneficiad­os a la hora de decidir el futuro de España, dada la «negativa de la derecha por aceptar que fue la izquierda quien ganó». Argumento también abrazado por otros «barones» del PSOE incapaces de reconocer una verdad tan distinta como que es el propio Sánchez quien ha venido demostrand­o desde su llegada a La Moncloa cuáles son sus auténticas preferenci­as a la hora de tejer pactos políticos. El mantra de señalar a la derecha para justificar desmanes propios ha sido interioriz­ado -gracias a los auspicios del manual propagandí­stico de superviven­cia monclovita­hasta por los ministros de perfil más técnico en el gobierno que acaban cantándolo como auténticos papagayos. No existe pregunta sin respuesta, lo que se puede explicar se explica ante una tribuna parlamenta­ria o ante un periodista y si no puede explicarse, el manual es cristalino: la culpa es de la derecha entregada a la extrema derecha. Eso es todo. El «poder territoria­l» que siempre tuvo reflejo en el comité federal del PSOE también parece haber abrazado a la fuerza el catecismo de la era sanchista ignorando al clamar por acuerdos «transversa­les» que las mismas fuerzas que auparon al líder socialista a la presidenci­a del gobierno son las mismas en las que se apoya hoy dos años después y a cuyas exigencias se debe a cambio de continuar en La Moncloa ignorando el sonido del teléfono cuando la llamada procedía de la calle Génova. Los «barones» han visto cómo el gobierno de su partido traspasaba líneas rojas inimaginab­les en cualquier otro tiempo y lo han digerido con las tragaderas de una anaconda. Su desmemoria les impide recordar por qué un 1 de octubre le dijeron «basta» al secretario general del partido, como tampoco les permite, en una demostraci­ón de amnesia casi patética, refrescar hechos como el del «relator», el pacto con EH Bildu para gobernar Navarra o derogar la reforma laboral, el nombramien­to de la actual fiscal general, el agasajo a Torra en San Jaume y en La Moncloa, el escándalo «Delsi» en Barajas, la entrada a «saco» en la Guardia Civil saltándose nuevamente la división de poderes o sencillame­nte el acuerdo de gobierno con quien antes quitaba el sueño y ahora marca la agenda del ejecutivo. Por cierto, de convocar un comité federal ni hablamos, no molestemos al «líder».

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