La Razón (Cataluña)

El fin de la excepciona­lidad

- Enrique López

DecíaDecía Albert Einstein que si todo te da igual es que estás haciendo mal las cuentas, y esto es lo que parece estar ocurriendo en nuestro país. Para la consecució­n de la aprobación de la prórroga del estado de alarma el gobierno ha tenido que hacer un esfuerzo pactando con diferentes fuerzas políticas aspectos que poco o nada tienen que ver con la declaració­n del estado, sino tan solo para ganar su apoyo o abstención, convirtien­do la declaració­n del estado de alarma en un mercadeo en sí mismo. Recordemos que la única razón que justifica la declaració­n de cualquier estado excepciona­l es, como establece su ley reguladora, que se den circunstan­cias extraordin­arias que hiciesen imposible el mantenimie­nto de la normalidad mediante los poderes ordinarios de las autoridade­s competente­s, y como sigue diciendo la propia norma, las medidas a adoptar, así como la duración de los mismos, serán en cualquier caso las estrictame­nte indispensa­bles para asegurar el restableci­miento de la normalidad, y su aplicación se realizará de forma proporcion­ada a las circunstan­cias. El concepto que encuadra el marco jurídico es el de la normalidad, y siempre que su mantenimie­nto no se pueda conseguir mediante el ejercicio de los poderes ordinarios. En boca de Morticia, uno de los personajes de la familia Addams «la normalidad es una ilusión, lo que es normal para la araña es un caos para la mosca». Normalidad como concepto es la situación de lo que se ajusta a cierta norma o a caracterís­ticas habituales o corrientes, sin exceder ni adolecer, y así, por ejemplo cuando regresamos de nuestras vacaciones decimos que volvemos a la normalidad. Pero el elemento que justifica la aplicación del estado excepciona­l no es la alteración de la normalidad en sí misma, sino que el mantenimie­nto de la normalidad sea imposible mediante el ejercicio de los poderes ordinarios de las autoridade­s competente­s. Parece, aunque sea discutible, que la única limitación de derechos que se está ejerciendo que pudiera exceder de los poderes ordinarios, es la limitación de la libertad ambulatori­a, aunque podría someterse a condicione­s de ejercicio sin necesidad de acudir a la figura excepciona­l. El resto de las previsione­s del estado de alarma deberían ya haber desapareci­do y volver a la verdadera normalidad, la constituci­onal. No cabe mas abuso del estado de alarma.

Normalidad como concepto es la situación de lo que se ajusta a cierta norma o a caracterís­ticas habituales o corrientes, sin exceder ni adolecer»

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