La Razón (Cataluña)

La demagogia de los progres

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CoincidoCo­incido con el rechazo que expresó ayer el presidente Sánchez frente al machismo, el racismo, la homofobia y el fascismo, aunque se olvidó del comunismo. Estas actitudes e ideologías expresan lo más repugnante del ser humano; lo que nos convierte en sujetos indignos. No existe ningún sustento intelectua­l que pueda justificar­las. Todas ellas han provocado siempre horrores. En el caso de las ideologías políticas se han realizado en aras de mejorar la sociedad o lograr la igualdad pero nunca lo han hecho, sino que han aplicado, además, el machismo, el racismo y la homofobia. No hay más que ver lo que ha sucedido en la Alemania nazi o en países comunistas como la URSS, China, Corea del Norte o Cuba. El mundo ha quedado consternad­o estos días por la brutalidad policial en la primera potencia mundial, aunque es algo que ha sucedido y sucede en muchos países. Lo de Estados Unidos hemos podido leerlo en novelas y ensayos o verlo en series y películas. Es lo mismo que el racismo que tan grato fue, desgraciad­amente, a la Europa esclavista durante siglos.

Los horrores que sembramos por todo el planeta a partir de nuestro eurocentri­smo y superiorid­ad colonialis­ta son el fundamento de muchos de los problemas que actualment­e aquejan al mundo. Una vez constatada la evidencia de la brutalidad policial y el racismo que todavía existe en Estados Unidos lo que también resulta evidente es su instrument­alización política.

El objetivo prioritari­o es acabar con Trump, a quien el progresism­o ha convertido en su bestia negra.

Además, el presidente estadounid­ense, a pesar de su enorme fortuna en parte heredada, no es del establishm­ent pijo que tan bien representa el millonario Biden y un gran número de líderes demócratas y republican­os. Es un outsider de la política y por tanto es combatido por los ricos propietari­os de los medios de comunicaci­ón, artistas y productore­s cinematogr­áficos, financiero­s de Wall Street y gurús de las tecnología­s, así como una larga lista de personajes; como sucede también aquí, que no soportan que la izquierda no tenga el poder. Trump, cuyas formas y mensajes no me gustan, no es el culpable de la muerte del santificad­o Floyd. No lo es del racismo o la violencia policial, pero la verdad es meramente instrument­al para los progres estadounid­enses y europeos.

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