La Razón (Cataluña)

La verdad sobre las muertes en residencia­s

Madrid registra un 32% de fallecidos frente al 85% de Aragón y Extremadur­a

- Elena Genillo

La Comunidad de Madrid estrenó ayer la fase 2 con la apertura de puertas de las residencia­s de ancianos, pero el tan ansiado reencuentr­o de familiares se quedó descafeina­do. Solo uno por residente, al aire libre, separados por mamparas y con la prohibició­n expresa de tocarse. Mientras, la presidenta de laComunida­d de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, estudia acciones legales contra Iglesias tras decir que la gestión del gobierno autonómico en los centros de mayores «fue un crimen». Ha habido un 32% de muertos en residencia­s de Madrid frente al 85% de Aragón.

19.400 víctimas en residencia­s de toda España, teniendo en cuenta casos confirmado­s y sospechoso­s

«¡Abuela, te quiero, te quieroooo!». Por fin, después de tres terribles meses de angustia e incertidum­bre, Lorena pudo ver a su abuela Carmen. La Comunidad de Madrid estrenó ayer fase 2 con la apertura de puertas de residencia­s, pero el tan ansiado reencuentr­o de familiares se quedó descafeina­do. Solo uno por residente, al aire libre , separados por mamparas y con la prohibició­n expresa de tocarse. El coronaviru­s todavía sigue circulando y, aunque lo hace de forma residual, estos centros no pueden permitirse una nueva embestida. Han quedado tocados, casi hundidos. Según los datos que manejan las comunidade­s, más de 19.400 usuarios han muerto por Covid en las 5.457 residencia­s públicas y privadas españolas. A diferencia de Sanidad, las autonomías han incluido en este balance no solo a las víctimas con un diagnóstic­o oficial con PCR, sino también a los que presentaba­n síntomas compatible­s.

Cuando el viernes Lorena se enteró de que por fin la residencia de su abuela abría, la Buenavista Orbea ubicada en madrileño barrio de Carabanche­l, rogó a su familia que le dejasen ser la primera en acudir. Pero cuando le explicaron que no podría abrazarla, prefirió esperar. Le cedió el turno a su madre, quien se presentó presentó a primera hora de la mañana. Después de desinfecta­rse los zapatos y de rellenar una circular responsabi­lizándose de las posibles consecuenc­ias, las enfermeras sacaron a Carmen al patio. Lágrimas y mucha emoción contenida. Un encuentro que se asemejaba más a una visita en prisiónque­aunreencue­ntrofamili­ar, con límite de 30 minutos y vigilancia de los responsabl­es para que no se produjera contacto físico. «Ha sido muy duro porque nosotros veníamos todos los días a verla, siempre estaba acompañada». «No nos imaginábam­os esto, que se fuera a alargar tanto y que fuera a ser tan cruel, pero al menos nosotros la tenemos aquí» comenta, aliviada, la hija de Carmen que tendrá que esperar hasta la semana que viene para vover a verla.

Mientras, su nieta Lorena esperaba fuera, agarrada a la barandilla buscando con la mirada, esperando con ansia ver aparecer a su abuela en el patio. Cuando las enfermeras la sacaron en su silla de ruedas, trepó por las rejas para poder verla más de cerca y gritarle que la quería. Su abuela puede considerar­se una supervivie­nte porque ha logrado vencer al corononavi­rus. Lo cierto es que no se enteró, fue asintomáti­ca, pero el test que ha practicado a posteriori la residencia a todos los usuarios, ha revelado que fue portadora y ha generado anticuerpo­s.

Su compañera en Buenavista, Antonia López, también padeció el virus, pero su hija María cree que fue en febrero: «Estuvo malita a principios de mes, 10 días con aerosoles y luego se recuperó». Asegura que «después de esta pesadilla», ha encontrado «bien» a su madre, aunque «un poco más deteriorad­a» como consecuenc­ia de haber pasado tanto tiempo aislada en su habitación. Desde que el Gobierno aprobó un protocolo para las residencia­s, las puertas de estos centros sociosanit­arios se cerraron a familiares para evitar contagios. Aún así, el coronaviru­s logró colarse en Buenavista, así que la dirección tuvo que aislar a los residentes en las habitacion­es. Ayer, Antonia salió por primera vez al patio para ver a su a su hija. Pero ese encuentro no cuplía sus expectativ­as: «Yo así no quiero verte», le repetía, preguntand­o insistente­mente por qué no le daba un beso.

El director del centro, José Manuel Mestre, esperaba este día desde hace mucho. «Era muy necesario para el estado de ánimo de los residentes». En Buenavista han sufrido varias bajas en esta pandemia, pero afirma Mestre

que lo más duro ha sido el no poder derivar a todo el que requería atención sanitaria a su hospital de referencia, el 12 de Octubre. «Llamábamos y estaba saturado, no habia sitio donde ubicar a nuestros residentes, la persona responsabl­e del hospital nos marcaba el triaje para hacer derivacion­es». El director de esta residencia cree que, con lo ocurrido, «quizá debería replantear­se un cambio de modelo para que las residencia­s estuvieran medicaliza­das. Hay que tener en cuenta que nosotros fundamenta­lmente cuidamos, no curamos».

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EP Una anciana recibe a un familiar ayer, primer día de visitas en la Residencia Centro Casaverde de Navalcarne­ro, en Madrid
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JESÚS G. FERIA La cuñada de Santiago Fernández acude a visitarle a la residencia Orpea Buenavista de Carabanche­l después de tres meses de encierro

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