Las alforjas de la «nueva normalidad»
Nos palpamos y no nos lo creemos. Estamos en un estado de alarma «mucho más liviano». Felicitaciones.
Desde Moncloa se han apurado a escribir un abc de normas sobre lo que se puede hacer –y lo que no– en el nuevo escenario de «normalidad» en el que muchos ya están –fase 3– y otros porfían en llegar. En el horizonte la vuelta de La Liga y el retorno a los bares y las tiendas. A los amigos y a las charlas.
A una mayor movilidad... Siempre con la amenaza de un otoño que se adivina incierto y dispuesto a la celada. La enfermedad no se ha ido. Sigue ahí. Presta al rebrote por más que algunos se empeñen en cerrar los ojos a la realidad.
Y sobrevolando todo, el Gobierno, mando único salvo cuando las cosas no salen como quiere y entonces, como siempre, dispuesto a lanzar balones fuera.
La culpa es del otro. Dígase autonomías rebeldes, dígase derechona ultramontana. Hemos pasado diez días de duelo por los miles –nadie se atreve a dar una cifra exacta– de fallecidos por la Covid y la ineficacia de unos gobernantes.
El camino a esa nueva normalidad anunciada agota etapas. Todo tiende a parecerse y mirarse en lo que dejamos atrás en marzo. Allí se quedaron, además de los fallecidos,
una cierta pujanza económica ahora más que en entredicho. Para este viaje no necesitábamos las alforjas que nos han puesto el PSOE y Podemos.
Hoy el Gobierno pone más deberes a todos los españoles. El Consejo de Ministros dirá cómo han de conducirse las autonomías, ahora que parte de la gestión les es devuelta.
El Ejecutivo tiene más de 16.000 millones de euros para hacerse escuchar. Es un buen altavoz.