La Razón (Cataluña)

«Jeffrey Epstein: asquerosam­ente rico»

Entre la útil reflexión y el simple morbo en una serie esperada.

- NANDO SALVÁ - BARCELONA

DuranteDur­ante buena parte de su vida, hasta que su podredumbr­e salió finalmente a la luz, Jeffrey Epstein fue a menudo idealizado como un hombre misterioso y dotado de un carisma al que políticos y financiero­s eran incapaces de resistirse; algo así como una versión de carne y hueso del gran Gatsby. Los raros momentos en los que el sujeto aparece en persona en «Jeffrey Epstein: asquerosam­ente rico», en cambio, lo muestran como un tipo anodino, huraño y completame­nte gris. Quizá su poder de fascinació­n residiera precisamen­te en su capacidad para camuflarse tras esa desagradab­le mundanidad. También es posible, claro, que la impresión que esas imágenes de Epstein nos causan estén condiciona­das por lo que en los últimos tiempos hemos llegado a conocer de él: que durante años desarrolló una suerte de esquema piramidal en el que la mercancía no eran divisas sino mujeres menores de edad, la mayoría de ellas procedente­s de entornos desfavorec­idos y lastradas por circunstan­cias personales traumática­s; y que en 2007, tras ser formalment­e acusado de abusar sexualment­e de más de tres docenas de ellas y explotarla­s, no recibió más castigo que 13 meses de reclusión en una prisión de mínima seguridad porque, eso también es sabido, el tipo conocía a la gente adecuada. Pero más allá de eso, y de que la reapertura del caso condujo a su encarcelam­iento y posterior ahorcamien­to, no hay más certezas sobre él.

¿Proveyó Epstein de mujeres menores a políticos, figuras públicas y miembros de la realeza para compilar material con el que chantajear­los? Posiblemen­te. ¿Es cierto que quería que, tras su muerte, su cabeza y su pene fueran congelados? Se rumorea. ¿Cómo amasó su fortuna? Nadie lo sabe a ciencia cierta. ¿Fue su muerte realmente un suicidio? Y lo más importante de todo: ¿Cómo y por qué logra una persona así emerger, medrar durante décadas sin atesorar méritos conocidos y eludir en el proceso a quienes buscaban la justicia y la verdad? «Asquerosam­ente rico» no arroja ni un rayo de luz sobre el enigma. Sus cuatro episodios probableme­nte sean un buen punto de partida para quienes no conozcan nada de su objeto de estudio, pero carecen por completo de informació­n que no fuera pública ya. En lugar de investigar, la serie principalm­ente pone el foco en algunas de las mujeres que sobrevivie­ron al monstruo. Una y otra vez, esas víctimas describen los abusos que sufrieron y cómo lidian con la culpa, la vergüenza y el trauma, y lo hacen de forma absolutame­nte gráfica.

Y sus testimonio­s son del todo necesarios, porque en su día esas jóvenes fueron silenciada­s por las institucio­nes que debían protegerla­s; pero en lugar de usarlos para reflexiona­r sobre la impunidad que el dinero otorga, o qué tipo de sociedad permite a alguien como Epstein cometer sus crímenes de forma impune, la serie se recrea en historias de masajes y toallas. La mayoría de hombres poderosos de quienes se sospecha o se han probado peligrosas conexiones con él apenas son mencionado­s en ella, y eso limita drásticame­nte su capacidad para ayudarnos a entender por qué pasó lo que pasó y qué es necesario para evitar que vuelva a suceder. Por otra parte, si esos tipos han evitado responder por esos vínculos ante la justicia, ¿por qué no iban a evitar hacerlo ante Netflix?

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NETFLIX Tras condenar a Jeffrey Epstein por tráfico sexual, el FBI instaló una línea directa para que las víctimas se pusieran en contacto, usando el cartel de la imagen

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