Mineápolis refundará la Policía para evitar abusos
FIANZA DE 1,25 MILLONES DÓLARES PARA EL ACUSADO DE MATAR A GEORGE FLOYD La ciudad en la que sucedió el asesinato promete desmantelar las fuerzas locales para reconstruirlas bajo nuevos estándares que garanticen la seguridad de todos
El ex policía de Mineápolis acusado de matar aGeorge Floyd, Derek Chauvin, compareció ayer por primera vez ante la corte presidida por la juez Jeannice Jenkins, que le impuso una fianza de 1,25 millones de dólares, con la opción de reducirla a un millón bajo ciertas condiciones. La magistrada estableció que para poder optar a una reducción en su fianza, Chauvin deberá comprometerse a cumplir con la ley, comparecer ante la corte, no trabajar para las Fuerzas de Seguridad o seguridad privada, renunciar a las armas de fuego y cualquier permiso de armas, no abandonar el estado de Minesota y no tener contacto con la familia de Floyd. Ni Chauvin ni su abogado, Eric Nelson, pusieron objeción a la fianza ni a estas condiciones durante esta vista judicial.
Ayer también se anunció que la Policía de Mineápolis será deconstruida y vuelta a construir. Nadie sabe muy bien qué quiere decir esto, pero responde a uno de los mantras que recorrían las manifestaciones. En declaraciones a la CNN, Lisa Bender, presidenta del Consejo de la ciudad de Mineápolis, subrayó el compromiso de su equipo para «desmantelar la Policía tal como la conocemos en la ciudad de Mineápolis y a reconstruir con nuestra comunidad un nuevo modelo de seguridad pública que realmente mantenga a salvo a nuestra comunidad». Sus palabras tenían un antecedente claro: el alcalde, el demócrata Jacob Frey, había sido barrido de una manifestación celebrada durante el fin de semana. Su pecado consistió en no comprometerse a desmantelar el Departamento de Policía. «Alcalde, tenemos una pregunta para usted», dijo un manifestante. «¿Se compromete a dejar de sufragar a la Policía de Mineápolis?». «No defiendo la abolición total del departamento de Policía», respondió Frey, que prácticamente abría así su fosa política, por más que la petición sonase por completo inalcanzable. O a lo mejor no. Entre todos los miembros del consejo municipal que apoyan la iniciativa anunciada por Bender suman los suficientes votos como para impedir que nadie pueda tumbar su propuesta.
Pero como recuerdan varios analistas, no es menos cierto que un cambio de semejante naturaleza requerirá de algo más que de una votación más o menos rutinaria en el consejo de la ciudad.
Otro miembro del consejo municipal, Phillippe Cunningham, habló sobre las enormes cantidades de dinero que la ciudad deriva a financiar el Departamento de Policía. «Y ¿qué tenemos a cambio?», preguntó, «Dolor, trauma y heridas». Antes de eso Bender había explicado que los miembros del equipo municipal estaban allí, con los manifestantes, «porque George Floyd fue asesinado por la Policía de Mineápolis. Estamos aquí porque aquí, en Mineápolis y en ciudades de Estados Unidos, está claro que nuestro sistema actual de vigilancia y seguridad pública no mantiene seguras a nuestras comunidades. Nuestros esfuerzos de reforma incremental han fallado. Punto». La congresista demócrata, Ilhan Omar, ha escrito en Twitter que «Nadie aboga por la ilegalidad. Nadie aboga por que nuestras comunidades estén en peligro o que ocurra un crimen en Mineápolis sin que exista responsabilidad». Más bien, dijo, se trata de una «oportunidad para deshacernos de un sistema que fue construido para no brindar seguridad y servicio y comenzar a implementar un sistema que sí brinde esa seguridad». Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, ha presentado las propuestas del Partido Demócrata a nivel nacional. Entre otras cosas reclama la prohibición de las llaves que incluyan técnicas de estrangulamientos, suprimir las leyeslocalesyestatalesquepermiten entrar en un domicilio sin autorización judicial previa, la desmilitarización de la Policía, la creación de una base de datos federal con los expedientes e informes de mala conducta y el que los linchamientos constituyan un delito federal.
En cuanto a Mineápolis, la idea no ha ido de momento más allá de la mera declaración de intenciones. Nadie ha proporcionado un borrador o una hoja de ruta. Pero el plan puede sonar menos descabellado de lo que parece si sus impulsores toman como ejemplo algunas de las propuestas acumuladas durante los últimos años por los estudiosos de la violencia policial en EE UU. Por ejemplo, existe amplia evidencia disponible sobre la influencia que tienen los contratos que cada ciudad firma con sus policías locales. Se trata de convenios colectivos donde los todopoderosos sindicatos policiales tienen mucho qué decir, y que generalmente amparan bajo el manto corporativista los posibles excesos que comentan sus afiliados. Samuel Sinyangwe, uno de los especialistas que mejor y más profundamente ha estudiado el fenómeno, recopiló hacer un par de años una serie de documentos y estudios donde se aprecia que, por ejemplo, resulta muy beneficiosa la implementación a nivel estatal y local de una serie de normas legales que restrinjan el uso de la fuerza policial.
Desmilitarizar los cuerpos policiales es otro aspecto urgente, por cuanto las series estadísticas demuestran aquellos departamentos de Policía que cuentan con equipamiento militar matan porcentualmente a más personas que aquellos otros pertrechados con equipos sólo policiales. La militarización de la Policía no tiene sólo que ver con la adquisición de armas, vehículos y uniformes provenientes de los «stocks» del Ejército, sino que también ha comprendido la exportación y asunción por parte de no pocos departamentos de Policía de una cultura y una organización eminentemente castrenses. Asimismo es importante que las investigaciones de los presuntos excesos sean desarrolladas por organismos independendientes, con preferencia por el Departamento de Estado y el FBI. ¡Es una pregunta demasiado amplia y difícil de responder en pocas palabras! El legado del racismo, incluida la desventaja educativa, los cambios en la economía, los efectos de las drogas y la guerra contra las drogadicción, todo es parte de la historia, y mucho más. Es extremadamente deprimente ser estadounidense en este momento. Se están viendo tantas fallas desgarradoras. El único rayo de esperanza que tengo son mis alumnos. Son idealistas, inteligentes y valientes, la generación que he conocido. Tal vez ellos puedan tener éxito donde mi generación falló.
El ex presidente Obama es optimista...
El anterior presidente de Estados Unidos, Barack Obama es optimista. Se necesita optimismo para cambiar las instituciones establecidas desde hace mucho tiempo y los corazones de las personas. Pero se necesita más que la «audacia de la esperanza» (en una de sus famosas frases). Se necesita un plan y se necesita liderazgo. En este momento, Estados Unidos no tiene ninguno de los dos.
Los demócratas plantean una ley nacional que prohíba las técnicas de asfixia pero rechaza retirar los fondos a la Policía
Cambiar a la Policía es difícil. Lamentablemente no hay una ley mágica para construir fuerzas más justas, eficaces y antirracistas
Se necesita optimismo para cambiar, pero sobre todo se requiere un plan y un liderazgo. Ninguna de las dos existe ahora en EE UU