La Razón (Cataluña)

EL DEDO DE SÁNCHEZ ES COMO EL DEDO PRODIGIOSO DE E.T.

- AMILIBIA

CreoCreo recordar que el dedo de E.T. era luminoso y no sólo le servía al alienígena para señalar su casa, sino que con él obraba prodigios como hacer funcionar a lo que no funcionaba o que las bicicletas volaran como escobas de bruja. Así es el dedo prodigioso de Sánchez, el dedo con el que nombra a dedo, repartiend­o felicidad y prebendas aquí y allá, como el Gordo de

Navidad pero con mucha y más sabrosa pedrea. Es un dedo que, además, transfiere sus poderes mágicos a los dedos de sus cargos de confianza. Por ejemplo, leo que Hacienda acaba de nombrar a dedo a siete cargos de confianza, y los funcionari­os lamentan que puestos técnicos relevantes se designen por afinidad política o personal. Ah, la afinidad política y personal: así lleva funcionand­o el mundo desde que es mundo, sin olvidar que hasta el mismísimo Jehová tenía sus predilecci­ones, tanto en la elección de discípulos (no les hizo pasar exámenes ni hacer oposicione­s, que se sepa) como cuando señalaba como elegido al pueblo israelí, por sólo citar unos ejemplos. Y ahí tenemos a la Madre Naturaleza. Ahora se ha descubiert­o en unos fósiles que los parásitos ya existían hace unos 500 millones de años: se adherían a las conchas de algo parecido a los mejillones y les robaban el alimento, lo que en bilogía se llama comportami­ento cleptopara­sitario. O sea, que de alguna manera la clase política ya estaba ahí en el periodo Cámbrico.

Unos pocos se han escandaliz­ado un poco (mucho es imposible) porque Él, con su dedo luminoso de E.T., ha nombrado a Ignacio Carnicero, amigo de toda la vida, compañero de pupitre y de equipo de balonces

to, algo así como director general de Agenda Urbana y Arquitectu­ra. En la Moncloa siempre es Navidad a la hora de regalar agendas. Un cargo, el de Ignacio, de 90.000 euros al año. Pues no sé de qué se escandaliz­an los pocos que se escandaliz­an, porque lo extraño, raro o excepciona­l es que Él no haya nombrado a dedo directores generales de cualquier cosa a todo el equipo de baloncesto, al entrenador, al asegundo

En la Moncloa siempre es Navidad a la hora de regalar agendas. Un cargo, el de Ignacio, de 90.000 euros al año»

entrenador, al fisio, al utilero y al de la limpieza que le pasa la mofa al suelo cada vez que se cae un jugador. De todos ellos debe guardar Él magníficos recuerdos y fotos en la cartera, con todos vivió momentos felices, y la afinidad política y personal en un equipo se da por supuesta: les une la moral de victoria, lo que tanto repite ahora el presi. Así que los nombramien­tos hubieran sido razonables y luminosos.

Además, Ignacio ha dicho cosas muy bonitas de Él, propias de un amigo del alma, aunque Sánchez no sepa a ciencia cierta a cuál de sus almas correspond­e el halago: «Pedro siempre estuvo ahí cuando lo necesité». Qué lindo.

Hace mucho tiempo Sánchez señaló el enchufismo como uno de los grandes males de este país de nuestros pecados. Pero ahora que está en la Moncloa, tañe la lira y canta: «Llamé cuando no era presidente/ a desterrar el enchufismo/ ahora que lo soy bizarramen­te/ eso ya no está en mi catecismo». Algo así. No importa si fue primero el huevo o la gallina. Importa saber qué fue primero, si la empresa pública o el enchufismo. La esencia de la ciencia: formula una pregunta impertinen­te y estarás en el camino de la respuesta pertinente. Pero, ¿qué coño haces en el camino si no te guía y ayuda un dedo luminoso?

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