Cómo reconstruir la «catedral del cine»
El único local de arte y ensayo de la época de la transición cumple 43 años en plena incertidumbre ante la normativa por la Covid-19
«Lo«Lo que sea que termines haciendo, ámalo. De la manera que amabas la cabina del Paradiso...». El consejo de Alfredo a Totó lo ha seguido al pie de la letra José Gago, empresario cuyos comienzos parecen una réplica de los de aquel niño en la cinta de Giuseppe Tornatore.
No tenía 14 años y una ausencia inesperada en el cine de su pueblo, Navalperal de Pinares (Ávila), le dio impulso a lo que hasta entonces era una afición por la pantalla grande. «No llegó el operador de Madrid y el dueño del cine no sabía qué hacer», explica. Pero como Pepe andaba siempre «trasteando por allí» y conocía los mecanismos «perfectamente», aquel hombre se dirigió a la familia pidiendo su intervención para dar cine aquel día. «Mi padre lo autorizó, monté la película y se vio en perfectas condiciones».
Era «una cabina muy simple, un proyector muy elemental, lo que se llevaba en la época», recuerda Gago. «Para mí aquello fue una sensación de que estaba manejando una nave espacial». Porque «una cabina de cine siempre impone», asegura rememorando de entre sus elementos mecánicos unos «rectificadores de lámparas de mercurio que cuando se encienden dan una luz ultravioleta preciosa, la que se ve en “Cinema Paradiso”». «Fue mi bautismo de cine y a partir de aquel momento me convertí en el operador oficial del local sin cumplir 14 años».
Pepe Gago trabajó después como operador en Madrid, dando inicio a una carrera profesional que llega hasta hoy. «He estado metido en el mundo del cine absolutamente en todo», asegura.
Como aquel primer cine de la niñez, cuenta que «cada local» que ha abierto «ha sido un disfrute particular», aunque se haya perdido parte de la magia. «Ahora hay un proyector digital al que no tienes acceso más que para encenderlo y apagarlo».
Pepe ha sido también pionero. «Tuve la suerte de instalar la primera lámpara xenón que se puso en España», explica. Fue en una sala de pruebas que montó con un socio, la sala Boga, «que tuvo mucho éxito». Se veían las películas para probarlas y montarlas y «para difundirlas a nivel comercial». El importador de una cinta podía mostrarla allí a los exhibidores, o Carlos Saura retocar pasajes de «La caza», por ejemplo. «La flor y nata del cine de aquella época pisó aquel local». Incluida la «guapísima» Ava Gardner.
Pepe Gago festeja hoy el aniversario aniversario de su gran obra, el Pequeño Cine Estudio de Madrid, que cumple 43 años sirviendo emociones en la oscuridad. Se trata del único local que queda de la época de apogeo de las salas de arte y ensayo en versión original subtitulada. Para la inauguración, Pepe contó con el asesoramiento de su gran amigo José María González Sinde y la elegida fue «La Perla de la Corona», con anécdota incluida, pues el cine fue objeto de disturbios por creerse, en plena transición, que el título aludía a la monarquía.
Por el Pequeño Cine Estudio ha pasado un ciclo de películas de Humphrey Bogart, tras hacerse Gago con los derechos en exclusiva, y lo más granado de la historia del cine: «Cantando bajo la lluvia», «Un americano en París» o
VOLVER SIN PRISA «SERÍA TERRIBLE QUE HUBIERA UN REBROTE Y SE TRANSMITIERA LA IDEA DE QUE EN LOS CINES SE ESTÁ CONTAGIANDO»
«Lo que el viento se llevó», entre un extensísimo listado de títulos del cine americano y europeo, pero también cintas de calidad complicadas de comercializar como «La Trilogía de Apu».
Una efemérides en plena desescalada por la Covid-19. Pepe se refiere a la normativa del Ministerio de Cultura como «un desastre». Y, «en caso de abrir –alrededor del 25 de junio– sería en torno a un tercio de los aforos». Es «un desastre para todos», reitera. En su caso, «con ciento y pico localidades podemos meter treinta personas, pero mantener los dos metros de distancia no es tan fácil; casi va a haber que ocupar una fila sí y otra no, con lo que nos vamos al 20 o el 15% del aforo. Habrá empresas que se lo podrán permitir, otros desde luego que no».
Como medida de precaución, Gago se está planteando no abrir ahora «y dejar que pase julio, parte de agosto y veremos qué ocurre, porque lo terrible sería que hubiera un rebrote y se transmitiera la idea de que en los cines se está contagiando. Vendría un cierre hasta que esto se resolviera».
El panorama en general lo ve «complicado». De hecho, apunta, «nadie va a dar películas de estreno; Cinesa, por ejemplo, habla de abrir locales pero ir poniendo películas antiguas; las distribuidoras no se atreven a meter un estreno de gran envergadura que puede ser un fracaso total».
Asiduo de los festivales de cine, sobre todo el de Cannes, asegura Gago que «prácticamente desde 1965 no me he perdido ninguno». También pertenece a la Confederación Internacional de Cines de Arte y Ensayo (CICAE).
Casado, con tres hijos, nos preguntamos si hay relevo en casa. «A todos los he querido meter en el cine», afirma. En el caso de su hijo, CICAE imparte en Venecia clases para directivos, y «ha asistido un par de veces o tres, pero quien está más metida es la pequeña», habitual en «la catedral del cine», como se refieren algunos clientes al Pequeño Cine Estudio, uno de los pocos locales donde no se ha abandonado la proyección original en 35 mm.