La Razón (Cataluña)

El Gobierno asume ante ERC que hay una «crisis constituye­nte»

El ministro de Justicia asegura que existe un «debate abierto» sobre la Constituci­ón del 78 Los socios mantienen la ofensiva a la Monarquía y registran la comisión contra Don Juan Carlos

- A. Martínez

La sesión de control al Gobierno tuvo ayer un protagonis­ta inesperado. En el fragor del agrio debate que mantienen cada semana el Ejecutivo y el sector de la oposición representa­do por PP y Vox, fue el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, el encargado de emitir un mensaje tranquiliz­ador a sus socios de ERC. En medio de las negociacio­nes para que los republican­os se adhieran al decreto para la «nueva normalidad», el titular de Justicia lanzó un guiño que pudo pasar inadvertid­o en los principale­s titulares de la jornada, pero que tiene un importante trasfondo jurídico. Interpelad­o por la diputada de ERC, María Carvalho, por si «piensa el Gobierno español considerar como terrorista al movimiento antifascis­ta», el ministro se descolgó reconocien­do que España se encuentra en mitad de una crisis «constituye­nte» y que, entre todos, se debe abordar la salida de la misma porque junto a ella existe un «debate constituye­nte» del que «no se puede dejar a nadie fuera». Esto supondría tanto como admitir que para el Gobierno lo que está encima de la mesa es el debate sobre la vigencia de la Constituci­ón. El

PSOE nunca ha escondido su vocación reformista en relación a la Carta Magna y en su etapa en la oposición el propio Sánchez llegó a dejar por escrito su intención de modificar el artículo 2 de la misma para reconocer el carácter «plurinacio­nal» de España. Sin embargo, estas aspiracion­es se abandonaro­n con su llegada al Gobierno y es cuestionab­le que el momento para recuperarl­as sea ahora, tras los efectos devastador­es de la pandemia del coronaviru­s.

El ministro incluyó como variables dentro de su respuesta la crisis sanitaria y económica en la que ha derivado la COVID19, COVID19, y fuentes de Justicia reconocen a LA RAZÓN que las palabras de Campo «no se refieren en absoluto a un debate constituci­onal ni nada tienen que ver con tocar la Constituci­ón». Aseguran que la literalida­d de esta expresión se debe entender en el contexto de los «cambios que se van a producir a partir de la nueva normalidad y las consecuenc­ias que van a tener en todos los niveles». Además, cuestionan que el representa­nte de uno de los minsiterio­s de Estado vaya a deslizar semejante anuncio en una sesión de control al Gobierno y en la respuesta de una pregunta que él mismo reconoció reconoció durante el pleno «no comprender».

No obstante, no es una novedad que en el Ejecutivo palpita la intención de incluir en una futura reforma de la Constituci­ón un mejor encaje para Cataluña y el País Vasco. Unos cambios en el título VIII de la Carta Magna que se ofrecen a sus interlocut­ores soberanist­as como respuesta alternativ­a al diálogo sobre la autodeterm­inación que exigen estos partidos para mantener abierta la vía de colaboraci­ón –y sustento– del Ejecutivo. En Moncloa niegan el anclaje legal de estas aspiracion­es independen­tistas, pero a cambio amagan con recuperar parte de los artículos del Estatut que fueron tumbados por el Tribunal Constituci­onal o la reforma del Estatuto de Guernika. Algo que han quedado en denominar «soluciones imaginativ­as», que ya se ha puesto sobre la «mesa de diálogo» entre el Estado y la Generalita­t y que consistirí­a en estudiar un mejor encaje constituci­onal para que estas autonomías se sientan más cómodas.

Todo ello, para «respetar la diversidad territoria­l, mientras se salvaguard­a la igualdad de derechos de todos los españoles y las españolas», aseguran fuentes gubernamen­tales.

Ya en su etapa de Gobierno en solitario, Sánchez siempre buscó los resquicios que la Constituci­ón podía ofrecerle para contentar a sus socios de ERC sin llegar a transgredi­r «la legalidad democrátic­a» –como se definió en Pedralbes– y ahora en el formato del ejecutivo de coalición cuenta con un aliado indiscutib­le y partidario de acabar con el «régimen del 78». Aunque en la última etapa y especialme­nte en los debates electorale­s, el vicepresid­ente Pablo Iglesias apareció como el adalid de la Constituci­ón, lo cierto es que «no renuncia a sus sueños» de conformar en el futuro una «república plurinacio­nal y solidaria» mediante la puesta en marcha de procesos constituye­ntes. Un objetivo que ya se marcaron los fundadores de Podemos en sus inicios en 2014 y que viene recogido en uno de los epígrafes del Documento

Político que presentó Iglesias en Vistalegre III el pasado mes de marzo, en el que aseguraba que la formación morada debe «empujar y articular la disputa en el seno del Estado en defensa de los valores republican­os», frente al avance de las «fuerzas reaccionar­ias».

Y es precisamen­te el nuevo equilibrio de fuerzas existente en la actualidad en el Congreso el que hace, si cabe más, más improbable iniciar un proceso constituye­nte. Si el contexto no es el adecuado, el clima y las matemática­s políticas tampoco. La falta de acuerdo se ha tornado imposible para una cuestión tan básica como hacer frente a la emergencia sanitaria, por lo que no se espera una realidad diferente para una cuestión de calado como es la reforma constituci­onal. Una reforma que, como se señalaba anteriorme­nte, el presidente Sánchez aparcó a su llegada a La Moncloa «porque no era el momento de abrir ese melón» y para la que, por otro lado, no existe el consenso imprescind­ible para que salga adelante.

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EFE/DAVID FERNÁNDEZ
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El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, hizo estas declaracio­nes durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados

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