La Razón (Cataluña)

No hay más crisis que la del Gobierno

-

QueQue el ministro de Justicia y notario mayor del Reino, Juan Carlos Campo, magistrado de profesión para más señas, afirme en sede parlamenta­ria que nos hallamos ante una crisis constituye­nte, término cuyo alcance político, pero también legal, no puede desconocer, ya sería lo suficiente­mente grave en una situación de normalidad institucio­nal, con independen­cia de avatares coyuntural­es, pero que lo haga cuando existe un proceso paladiname­nte declarado por una parte de las formacione­s parlamenta­rias de proceder a la ruptura de lo que denominan «régimen de la Transición» exige, si no su dimisión, una completa clarificac­ión de lo expresado y una clara defensa del sistema constituci­onal sobre el que se asienta la Nación. Porque no es posible entender, desde la mera lógica política, que un miembro de un Gobierno cuya legitimida­d descansa en el marco que establece la Constituci­ón española, ponga en duda esa base referencia­l, más aún, cuando la gran mayoría del arco parlamenta­rio, en la que, al menos hasta ahora, se debía incluir al PSOE, está muy lejos de respaldar aventurera­s revolucion­es desde arriba, que es, en realidad, lo que pretenden los partidos de la extrema izquierda y los separatist­as. No es, además, la primera vez que se trae a colación el objetivo de llevar a cabo un proceso constituye­nte, a caballo de una situación de emergencia social. Ya a raíz de la crisis financiera de 2008, ahí están las hemeroteca­s, la izquierda marxista, luego reconverti­da al populismo de Unidas Podemos, creyó que se abría una posibilida­d de romper con los consensos de la Transición para llevar a cabo un proyecto que, elección tras elección, se había revelado como residual en la considerac­ión de los ciudadanos. Por ello, que sea ahora un caracteriz­ado dirigente socialista quien dé pábulo a la inconsiste­nte teoría de la deslegitim­ación del Estado a partir de una supuesta ruptura del contrato social establecid­o por los mecanismos del modelo de bienestar –que, sin duda, será de nuevo forzado al máximo por las consecuenc­ias económicas de la pandemia del coronaviru­s–, debería causar una seria preocupaci­ón en la opinión pública. Más aún, por el contexto en el que se ha producido la declaració­n ministeria­l, como parte de una respuesta a una pregunta en el Congreso de ERC que en absoluto inquiría sobre el asunto. Porque, a la espera de que el Gobierno que preside Pedro Sánchez aclare hasta qué punto está dispuesto a llevar el debate sobre la vigencia de nuestra Constituci­ón, a nadie se le oculta que la propia debilidad parlamenta­ria del actual Ejecutivo socialista, coaligado con un partido de ultraizqui­erda que rechaza la Carta Magna, admite el derecho de autodeterm­inación y propone una nueva relación en el seno de la Unión Europea, y apoyado por unas formacione­s nacionalis­tas que pretenden la fragmentac­ión territoria­l, presenta un flanco débil que los enemigos de la democracia española no vacilarán en explotar. Por supuesto, no dudamos de la fortaleza de las institucio­nes, aunque sólo sea por la poderosa razón de que nuestro modelo constituci­onal cuenta con el respaldo de la inmensa mayoría de los ciudadanos, con los que es imperativo contar, pero sí debemos advertir de que la sociedad puede enfrentars­e a un proceso de desestabil­ización que en nada ayuda a superar las dificultad­es del momento presente. España tiene los instrument­os democrátic­os precisos para afrontar los problemas actuales, incluso, si el Gobierno careciera de apoyos para hacer lo que hay que hacer. Son los instrument­os con los que se dotó el pueblo español en el único proceso constituye­nte que de verdad cuenta. El que se desarrolló entre 1977 y 1979, que dio lugar a la promulgaci­ón de la vigente Constituci­ón.

Poner en duda el modelo constituci­onal, como ha hecho el ministro de Justicia, aboca a la sociedad española a un proceso de desestabil­ización que en nada ayuda a superar la emergencia sanitaria»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain