GRAN FINAL PARA UN COLOSAL EMBROLLO
Con esta aterradora obra, J.D. Barker finaliza la exitosa y aclamada trilogía de «El cuarto mono»
Afortunadamente,Afortunadamente, para los numerosos fans de la trilogía del Cuarto Mono ésta llega a su fin. Con «La sexta trampa» finaliza el monumental embrollo de esta saga, repleta de giros sorprendentes, ambientación gótica, seres marginales, corrupción policial y trata de menores escrita por J. D. Barker a lo largo de cuatro años. Este novelista torrencial, finalista del Premio Bram Stoker con su primera y aclamada novela «Forsaken» (2014), fue contratado precisamnte por la familia de Bram Stoker para escribir, junto a Dacre, sobrino bisnieto del autor irlandés, una precuela de «Drácula» (1897), utilizando las notas y diarios originales de su autor nunca ante publicados. El primer equívoco de la saga es creer que es una novela río sobre un asesino en serie porque utiliza los elementos distintivos de esos psicópatas literarios. Es cierto que hay múltiples asesinatos, sangrientas muertes con una instalación teatralizada teatralizada de los cuerpos con sanguinolentas inscripciones de tipo bíblico en ellos, pero a pesar de la ritualidad, la saga trata sobre el mal y los asesinos justicieros. Al encajar todas las piezas de este inmenso y original rompecabezas folletinesco se evidencia que la maldad lo impregna todo. Así lo expresa el peritexto de la cotraportada: «No escuches l mal. No veas el mal. No pronuncies el mal. No hagas el mal». Porque el mal es consustancial a la imaginaría de horror gótico de Drácula.
Y aquí se encuentra el talento literario para la novela de horror del escritor: en su capacidad para mantener la tensión con un argumento que pide a gritos que el lector suspenda la incredulidad y se abandone al placer de una intriga del misterio más abracadabrante de los últimos años. Exceptuando las de Stephen King.Hay tantos personajes en danza. Tantas subtramas entrelazadas y una acumulación de situaciones tremendistas sorprendente. sorprendente. También numerosos asesinatos y muertos acumulados en apenas unas horas de acción. Tantas, que el lector debe tomar la decisión de abandonarse a ese mundo hiperbólico de ficción y complacerse en el placer culpable de la violencia, el sadismo y la muerte sin tregua. En el goce sádico, cómplice del juego literario.
Prostitución de menores
Mucho es el indudable ingenio y la pericia dialéctica del escritor que se permite mantener el suspense a lo largo de cientos de páginas, desconcertando al lector y, a su vez, persuadiéndole de seguir leyendo esta alambicada historia de horror y muerte. Más repetitiva es la adopción de dos narradores, hay tan usual en la novela de intriga: uno en primera persona, con un diario que va desvelando el pasado, y el otro en tercera persona, que sigue la acción presente. Lo más original de la saga de los 4CM es la utilización de la amenaza del coronavirus SARS y la prostitución de menores llevada a cabo por una policía venal. Este es el único elemento realista que coincide con ese mal endémico de la trata de menores del sistema de acogida, como la ocurrida en Mallorca y Valencia. Un mal amparado por el poder político que nadie quiere atajar.