Celaá y su caos invitan a que las comunidades vayan por libre
La ministra Celaá anunció un acuerdo sobre el próximo curso escolar con todas las autonomías, a excepción de Madrid, Cataluña y Euskadi. Es un capítulo más en el desbarajuste que ha caracterizado su gestión durante la pandemia. Sus cambios de criterio y la ausencia de autoridad para suscitar no ya consensos, sino debates con la comunidad educativa, han generado incertidumbre y orfandad. Su último volantazo ha sido la apuesta por el carácter presencial de la vuelta a las aulas, con la reducción de la distancia interpersonal a 1,5 metros, cuando había defendido lo contrario. Para redondear el disloque, su compañero Castells ha planteado una Universidad rotatoria. El genérico plan de Celaá aborda medidas sanitarias y educativas con ocurrencias como los «grupos burbuja», de especificidad casi desconocida, «grupos de convivencia estable», lecciones en los parques, comidas en el aula, turnos para el recreo... Ni roza, en cambio, lo mollar,losespacios,elprofesorado, los recursos económicos, la insuficiente logística para adaptarse a la anormalidad gubernamental. Ha disparado con pólvora de rey sin escuchar a padres y profesores. La peor ministra, en el peor momento, en un ámbito tan crucial como es la enseñanza. A falta de liderazgo nacional, cabe esperar que los autonómicos suplan ese vacío.