La UE presiona a España para que reabra el lunes
Considera que los buenos datos epidemiológicos permiten acelerar los planes de los países más rezagados para restaurar la libertad de movimientos
Bruselas presiona para que la vuelta a la normalidad en el espacio sin fronteras Schengen llegue lo antes posible. El Ejecutivo comunitario recomendó ayer a los países europeos que levanten sus controles fronterizos el próximo lunes, día 15 de junio. Un aviso que ejerce una especial presión sobre el ejecutivo de Pedro Sánchez ya que nuestro país ha anunciado que la apertura se producirá el próximo día 1 de julio dentro del grupo de los más rezagados del club comunitario, junto a Portugal y los países del Este. Italia abrió sus fronteras internas el pasado día 3 de junio como forma de adelantarse en la carrera por captar a los turistas europeos y Alemania, Francia y Bélgica harán lo propio el próximo lunes.
Aunque la semana pasada Bruselas no ponía demasiadas pegas a estos planes de los países más reticentes, ahora el Ejecutivo comunitario considera que las tornas han cambiado. Cree que las mejoras en la situación epidemiológica permiten que las decisiones de algunos países más conservadores se aceleren. «La Comisión recomienda encarecidamente a los Estados que todavía no lo han hecho que finalicen el proceso de levantar los controles y las restricciones al libre movimiento dentro de la UE en las fronteras interiores para el 15 de junio de 2020», asegura el texto desvelado ayer. A pesar de esto, la facultad para abrir o cerrar fronteras sigue siendo una competencia exclusivamente nacional por lo que las capitales europeas pueden hacer oídos sordos a esta recomendación, por muy diáfana que ésta sea.
«Hemos llegado a un punto en el que la situación está realmente mejorando en todos los Estados miembros y están convergiendo. Además, el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades ha hecho un informe en el que las restricciones en las fronteras interiores no son una medida eficaz», explicó ayer en rueda de prensa la comisaria de Interior, Ilva Johansson.
Según la recomendación publicada ayer, en los últimos días los países europeos han registrado menos de 100 nuevas infecciones por 100.000 habitantes, con excepción de algunas regiones. Estos buenos datos son los que han permitido que Bruselas considere que es hora de pasar página y volver a la tan ansiada normalidad. En su estrategia publicada a principios de mayo, Bruselas ya defendía que los países con una situación epidemiológica similar abrieran sus fronteras con el objetivo de salvar la temporada veraniega.
En un primer momento, España anunció la apertura de sus fronteras con Francia y Portugal para el 22 de junio, pero las quejas de Lisboa, que no había sido informada de esta decisión, hicieron que el Gobierno de Pedro Sánchez se retractase pocas horas después. En la reunión de los ministros de Interior de los Veintisiete el pasado viernes, España siguió trasladando a sus socios sus intenciones de reabrir las fronteras a partir del 1 de julio, en el furgón de cola de los países europeos.
Al ser preguntada sobre este tema, la vicepresidenta económica Nadia Calviño, aseguró ayer, antes de una cita con sus homólogos europeos, que el Gobierno, tomará cualquier decisión guiado «por el principio de la protección de la salud y la seguridad de las personas, tanto de los ciudadanos españoles como de los ciudadanos de otros países que quieran venir a nuestro país».
La vicepresidenta también aseguró que la meta del Ejecutivo es «recuperar lo antes posibles la actividad económica» teniendo en cuenta que el turismo es un sector estratégico para nuestro país. Calviño también confirmó que el Gobierno español había recibido la recomendación efectuada por Bruselas y que estudiará este aviso de las autoridades comunitarias.
Bruselas nunca ha ocultado sus reticencias a los controles fronterizos dentro del espacio Schengen, uno de los pilares fundamentales del proyecto de integración europea, y siempre ha querido que la normalidad a las fronteras interiores europeas llegue antes que la apertura de los límites exteriores. Ante los efectos devastadores de la pandemia, los países europeos volvieron a repetir los mismos errores que durante la crisis de refugiados y, en un efecto dominó, decidieron cerrar sus fronteras sin coordinarse con sus vecinos, a pesar de los ruegos del ejecutivo comunitario. Ahora todo indica que las aguas vuelven, poco a poco, a su cauce aunque las heridas cuesten en cicatrizar.
Cerrojazo inédito
El pasado mes de marzo, ante el avance imparable de la pandemia del nuevo coronavirus, Bruselas propuso el blindaje de las fronteras exteriores del club comunitario, en un movimiento inédito en la historia del club que ni siquiera se produjo durante los atentados del 11 de septiembre. Desde entonces, este cerrojazo se ha prolongado en dos ocasiones y tan sólo ha estado permitida la entrada de viajeros extracomunitarios, en el caso de nacionales atrapados en terceros países o trabajadores esenciales como diplomáticos o investigadores.
Con esta medida, la Comisión Europea también quería recuperar el control de la situación, después de que los países europeos impusieran controles fronterizos internos de manera unilateral, con el caos y la descoordinación como santo y seña. Un sálvese quién pueda que ocasionó largas colas que incluso pusieron en peligro el suministro de material médico y de primera necesidad, en los momentos de mayor virulencia de la epidemia. Una reacción inicial que volvió a poner a prueba las costuras de la Unión Europea.