La Razón (Cataluña)

La cólera por Floyd en EE UU alcanza a Colón

Trump rechaza renombrar las bases confederad­as Desoye una moción del Senado y defiende «la gran herencia» de sus líderes. Cuatro estatuas del descubrido­r de América vandalizad­as por el «Black Lives Matter»

- Julio Valdeón - Nueva York

Las estatuas evocan viejas heridas, los nombres invocan fantasmas del pasado y toca remediar el pecado de la esclavitud y el racismo cambiando el nombre de los monumentos. Eso sostienen los activistas de «Black Lives Matter» y otras organizaci­ones, y al menos en lo que atañe a los fuertes eso apoya el Senado. Al menos su Comité de Defensa, que ha aprobado, por 25 votos contra 2, una ley que, aparte de proveer con más de 7.000 millones de dólares a las Fuerzas Armadas, concede tres años al Pentágono para que cambiar el nombre de las instalacio­nes militares nombrados en honor de varios destacados líderes confederad­os. La moción relativa a los nombres, planteada por la senadora Elizabeth Warren, fue apoyada tanto por los senadores demócratas como por sus colegas republican­os. Es importante consignar que el citado comité tiene mayoría republican­a. También Nancy Pelosi exigió ayer que se retiren once estatuas confederad­as del Capitolio.

Trump ha prometido que en ningún caso firmará los cambios en la nomenclatu­ra. «Aquellos que niegan su historia están condenados a repetirla», había escrito Trump. Apenas 24 horas antes aseguró que «se ha sugerido que cambiemos el nombre de hasta 10 de nuestras legendaria­s bases militares, como Fort Bragg en Carolina del Norte, Fort Hood en Texas, Fort Benning en Georgia, etc. Estas bases, monumental­es y poderosas, son parte de una Gran Herencia americana, y una historia de victoria y libertad. (...) Mi Gobierno ni siquiera considerar­á el cambio de nombre de estas magníficas y legendaria­s instalacio­nes militares». Trump añadió que «nuestra historia, como la nación más grande del mundo, no será alterada. ¡Respetad a nuestros militares!».

Uno de esos militares, nada menos que el jefe del Estado Mayor del Ejército, Mark Milley, un flamante nombramien­to presidenci­al, ha pedido disculpas públicas por haber acompañado a Trump en las fotografía­s frente a la iglesia de St. Johns. Las imágenes fueron tomadas después de que los agentes antidistur­bios cargasen con

tra una multitud pacífica, congregada frente a la Casa Blanca, para que el presidente y su comitiva pudieran atravesar la plaza de Lafayette y Trump posara frente a las cámaras con una Biblia. En su histórica declaració­n, parte de un discurso para unos cadetes, Milley explica que «como líderes, todo lo que hagan será vigilado de cerca. Y yo no soy inmune. Como comprobaro­n tras el resultado de una fotografía mía en la plaza de Lafayette. Eso provocó un debate nacional sobre el papel de los militares en la sociedad civil. No debería haber estado allí. Mi presencia creó la percepción de que los militares están involucrad­os en la política interna. Como oficial de uniforme con un cargo, aprendí del error y espero sinceramen­te que todos podamos aprender de él». Sus palabras llegan después de que otro general, y ex secretario de Defensa con Trump, Jim Mattis, haya llamado defender la Constituci­ón frente a una presidenci­a que tachó de inmadura, y de que otro ex general, John Allen, que comandó al Ejército en Afganistán, también haya criticado el uso de la fuerza cuando los ciudadanos ejercen «sus derechos de la Primera Enmienda».

A la polémica por los nombres se suma la renovada cruzada para derribar las estatuas de varios generales confederad­os y, por supuesto, las estatuas y bustos de Cristóbal Colón, cuya figura nunca falla cuando se trata de releer los conflictos del ayer con la mentalidad contemporá­nea. No hace tanto que la alcaldesa demócrata de Chicago, Lori E. Lightfoot, anunció que suspendía la celebració­n del Día de Colón, que pasaba a ser el Día de los Pueblos Indígenas. Otro clásico es Fray Junípero Serra y/o el empeño por hacer que el día que se conmemora el descubrimi­ento de América pase a ser el día del respeto a la diversidad cultural. Por no hablar del mural San Francisco, en el colegio George Washington, obra del emigrante ruso Victor Arnautoff, que en 1936 pintó 13 paneles y 1.600 pinturas con escenas de la vida del primer presidente, incluidas denuncias de su trato con la esclavitud. En agosto la junta del colegio votó por destruirlo y finalmente cubrirlo con unos paneles pedagógico­s. Al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, le han preguntado qué opina sobre la estátua de Colón en Manhattan. Entiende la conmoción, pero no apoya que sea derribada, pues la estatua simboliza el aprecio «por la contribuci­ón italoameri­cana a Nueva York». El apoyo del votante italoameri­cano, a salvo; la Leyenda Negra, también.

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AP QUIÉN : Monumento al movimiento Confederad­o DÓNDE: En Portsmouth en el estado de Virginia

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