La Razón (Cataluña)

Sánchez da trato a Cs de líder de la oposición para aprobar los PGE

Los socios de investidur­a recelan de los planes del presidente en el escenario post-Covid

- CARMEN MORODO LA CRÓNICA

PSOE y Ciudadanos (Cs) siguen afianzando su relación. Paso a paso, y con la excusa de ir cumpliendo el Plan B que tiene que quedar listo por si hay un rebrote de la pandemia cuando se levante el estado de alarma. Ésta es la excusa formal para unos movimiento­s políticos que tienen mucha más relevancia a corto y a medio plazo, aunque a las dos partes les interese caminar despacio y no anticipar escenarios. Al PSOE, por la incomodida­d que provoca en Podemos y en la mayoría de investidur­a su acercamien­to a la formación naranja. A esta última, porque este giro de estrategia para enmendar la etapa final de Albert Rivera, que impulsa Inés Arrimadas, tiene que materializ­arse con prudencia para que no desestabil­ice demasiado internamen­te.

Ayer se formalizó la imagen del encuentro de alto nivel entre delegacion­es de las dos partes, presidido por la vicepresid­enta primera, primera, Carmen Calvo. Tiene más trascenden­cia la foto que el contenido porque el alcance de los acuerdos cerrados hasta ahora es bastante limitado. Pero estos acuerdos son razón suficiente como para que Ciudadanos pueda sacudirse la condición de partido «sucursal» del PP en el Congreso. Revitalice su opción de centro, haga valer los diez escaños que consiguió en las últimas elecciones, y tenga voz propia dentro del bloque del centro derecha, en el que deja al PP y a Vox compitiend­o por su espacio.

Mientras que el Gobierno también se centra, lo cual le suma en estos momentos de alto desgaste por la gestión de la pandemia. Disfraza la debilidad parlamenta­ria que sufre. Y descoloca el discurso del principal partido de la oposición sobre la negativa de Pedro Sánchez al consenso. El presidente del Gobierno no busca el pacto con el líder de la oposición, pero pone sordina a la queja de éste cuando escenifica que sí es capaz de pactar con Cs. Al tiempo que ofrece al partido de Inés Arrimadas la posibilida­d de ocu

Más imagen que contenido La relación entre PSOE y Cs vale de momento más en la imagen que en el alcance de los acuerdos.

par el lugar preferente que debería tener el principal partido de la oposición.

Ayer Gobierno y Cs se dejaron querer en la reunión de trabajo que mantuviero­n en Moncloa. En la agenda está oficialmen­te el «Plan B», pero el objetivo de estas aproximaci­ones supera el diseño de la «nueva normalidad». Moncloa ya ha apuntado que este año no habrá nuevos Presupuest­os, lo que de confirmars­e significa que terminarán el ejercicio con los que heredaron del Gobierno de Rajoy. Será en las cuentas de 2021 donde el Ejecutivo de Sánchez puede tener que jugarse el todo por el todo, en la medida en que en esos Presupuest­os tendrán que recogerse las condicione­s que acompañen a la financiaci­ón europea. La inyección de liquidez de Bruselas es un salvavidas para España y para el Gobierno de Sánchez en sí mismo. Pero habrá que rendir cuentas y Sánchez puede que para entonces necesite más tener cerca al partido de Inés Arrimadas que a ERC, aunque la formación independen­tista fuese la que le aupara a La Moncloa. El programa del Gobierno de coalición no podrá sustanciar­se en los próximos Presupuest­os, y aunque no le guste nada a Podemos, Cs es un socio mucho más fiable y cómodo en Europa que ERC. También más cómodo que las propias siglas de la formación morada, aunque solo sea porque su programa está más próximo a los ejes de la doctrina económica de Bruselas.

Así, ni Gobierno ni Cs hablan oficialmen­te de este escenario presupuest­ario, pero en los cálculos internos las dos partes saben que el punto final puede estar en esos Presupuest­os para la Reconstruc­ción.

Sánchez no es tampoco un socio cómodo para Cs, pero Arrimadas puede copiar la estrategia que siguió su partido con Rivera, cuando apostó por facilitar el Gobierno de Rajoy, e investirle presidente, a cambio de negociar unas condicione­s que luego le facilitaro­n una Legislatur­a de presión y de reivindica­ción para sí de todas las decisiones positivas que adoptaba aquel Gabinete popular. El Rajoy de entonces cargaba con la mochila de la «corrupción»; el Sánchez de hoy carga con la negligente gestión de la pandemia y con sus pactos con el independen­tismo. Pero el líder socialista es capaz de difuminar esos pactos, y hasta negarlos, si le conviene políticame­nte, de la misma manera que para ser investido borró su compromiso electoral de «mano dura», política y legal, contra el secesionis­mo. El mapa político está lleno de incertidum­bres, y quizás la principal es el papel que acabará asumiendo Podemos en este reajuste de programas y de alianzas al que obliga la crisis económica y social. Aunque no lo reconozca, Moncloa sí tiene claro que la geometría variable funciona como eslogan, pero no es viable para sumar en la misma ecuación el programa de recontrucc­ión de ERC y de Cs.

Tras la reunión de ayer en Moncloa los dos partidos dejaron claro que los acuerdos podrían no haber hecho más que empezar, aunque no se abordase el asunto de los próximos Presupuest­os Generales del Estado. Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos, explicó que su partido seguirá «con la mano tendida para avanzar en propuestas que ayuden a los españoles a salir de este momento tan trágico y de la crisis económica que seguirá a la sanitaria».

Los canales de negociació­n se mantienen abiertos a futuro. «Nosotros seguimos haciendo política útil. Vamos a hacer una oposición constructi­va, firme y exigente. Hemos actuado con responsabi­lidad y lo vamos a seguir haciendo a nivel nacional, y también en las CC AA y en el Parlamento Europeo», sentenció.

Esta posición deja el interrogan­te de si obligará al PP a seguir recolocánd­ose después de haber elevado al máximo su tono de oposición en los debates del estado de alarma. Esta semana Pablo Casado apeló a la moderación y votó a favor de la renta mínima en el Congreso de los Diputados . También negocia el decreto de nueva normalidad.

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Calvo y Edmundo Valls, ayer en Moncloa
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El portavoz de Cs, Edmundo Val, y la vicepresid­enta, Carmen Calvo, ayer, durante la cumbre que los dos partidos mantuviero­n en La Moncloa

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