El búnker sanitario de la ACB en Valencia
Sólo los jugadores estarán en el pabellón sin mascarilla. No habrá banquillos clásicos. Los suplentes se colocarán en sillas individuales separadas por un metro. En L’Alquería se ha montado un hospital que tiene hasta impresora 3D
Solo los jugadores estarán en el pabellón sin mascarilla.
LosLos doce equipos que van a competir a partir del miércoles en la fase final de la ACB ya están en Valencia. «Va a ser como una Copa del Rey, pero a lo bestia», definió de forma muy gráfica Carlos Suárez antes de partir de Málaga con el Unicaja hacia Valencia. Su club ha sido el único que ha tenido que dar la baja a un jugador por coronavirus. Fue el base Francis Alonso. Su positivo asintomático le obligó a quedarse en casa.
La comparación con la Copa del Rey no es desacertada, aunque las circunstancias que rodean el torneo no tengan nada que ver. Cero aficiones para empezar y una «sede-burbuja» muy similar a la de la Liga alemana que arrancó el pasado fin de semana y que no ha generado ningún problema... hasta ahora. El protocolo sanitario parido por el Comité Médico de la ACB y la Asociación Española de Médicos de Baloncesto contemplaba un par de test que se tenían que realizar los miembros de las distintas expediciones antes de llegar a Valencia. Todos están «limpios». Si a partir de ahora, con test cada tres días, se detectara un positivo en alguno de los concentrados, se le aislaría y se le repetiría la prueba 48 horas después. Si volviera a dar positivo, adiós al torneo.
El gran objetivo de la ACB en la elección de la sede era contar con unas instalaciones que permitieran albergar un hospital de campaña como el que se ha organizado en L’Alquería. Esa instalación es la base para organizar un perímetro libre de COVID-19 y que en caso de enfermedad o lesiones no sea necesario acudir a un centro hospitalario en Valencia. La ACB ha buscado que el contacto de los implicados en la fase final con el exterior sea casi nulo.
«Tenemos suficientes herramientas de recuperación capaces de minimizar el riesgo de lesiones. No hará falta desplazarse a hospitales de la ciudad donde hay más riesgo de contagio de coronavirus. Aquí tenemos de todo porque hay presoterapia con frío, amplias zonas para estiramientos, bicicletas para rodar, magnetoterapia, una cámara hiperbárica que da muy buenos resultados en la recuperación...», asegura Ignacio Muñoz, miembro del Comité Médico. «Tenemos odontólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo, dermatología, cardiología, traumatología, podología, radiografía, ecografía, resonancia magnética... hasta una impresora 3D para construir máscaras si hicieran falta», afirma Muñoz.
El medio millar de personas que está implicada en la fase final se distribuye en tres hoteles. En cada uno de ellos se alojarán cuatro equipos y lo harán en «habitaciones individuales –normalmente los jugadores duermen en habitaciones dobles– con el menor mobiliario posible».
Los jugadores en ningún momento harán vida en común. Para el desayuno, la comida y la cena habrá un salón por equipo para evitar los contactos y el protocolo contempla el uso de «cubertería envasada individualmente, loza y cristalería protegida con armarios traslúcidos, no a la intemperie, y servilletas desechables. Habrá un servicio de catering individualizado: packs de comida envasada y personalizada; bebidas embotelladas e individuales» y nada de jarras.
Los jugadores acudirán al pabellón con ropa de entrenamiento salvo las zapatillas y después de cada sesión se procederá a la desinfección de la cancha. Los equipos no se ducharán en los vestuarios a excepción de los días de partido. Los equipos siempre usarán el mismo vestuario y los jugadores ocuparán la misma ubicación. Ellos van a ser los únicos que no deberán llevar mascarilla. Todo aquel que no sea jugador, ya se trate del cuerpo técnico, de preparadores físicos o médicos tendrá que ir con protección.
El banquillo será diferente a lo habitual. Tendrá sillas individuales separadas un metro y podrá prolongarse hasta el fondo de la pista en forma de «L» para que entren todos los miembros del equipo. El balón también será objeto de atención. Antes del salto inicial y en cada parón (tiempo muerto, descanso o salida de la pista más allá de un metro) será desinfectado. En los partidos no habrá más de cien personas en La Fonteta y tres de ellas serán los árbitros, que son un caso aparte. Llegarán y se marcharán al margen de los equipos y sin establecer contacto con el resto del personal, los jugadores, los técnicos, los anotadores... La mesa podrá aislarse con pantallas protectoras y sus ocupantes contarán con una sala a la que podrán acceder «evitando aglomeraciones».